Los obispos rechazan el plan Ibarretxe
La Conferencia Episcopal cree inadmisible negar unilateralmente España

Moralmente inaceptable es para la Conferencia Episcopal el plan Ibarretxe,por pretender configurar unilateralmente una nueva realidad política y reclamarl ai ndependencia.Los obispos defienden la Constitución como marco de convivencia y advierten de los peligros de que los nacionalismos deriven en totalitarismo.

DERECHO A DECIDIR
"Las naciones no gozan de un derecho absoluto a decidir su propio destino"

 

INDEPENDENCIA
"No es moral cualquier modo de propugnar la independencia"

 

NACIONALISMO
Los proyectos nacionales pueden dar lugar a "un nacionalismo totalitario"

 

CARMEN DEL RIEGO - 08/01/2005
MADRID

.- Los obispos no se han hecho de rogar y han entrado de lleno en el "fuerte debate social y político" que constatan que ha provocado la aprobación del plan Ibarretxe. Lo han hecho con un rechazo total a la propuesta, que consideran "inadmisible", porque supone una alteración unilateral del ordenamiento jurídico. Por el contrario, defienden la Constitución como marco de convivencia de los españoles y advierten de los peligros de que los proyectos nacionales deriven en "nacionalismos totalitarios".

Una nota de prensa titulada Sobre nación y nacionalismos fijó ayer la posición de la Conferencia Episcopal, que recoge los preceptos de la instrucción pastoralValoraciónmoral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias,de noviembre del 2002, con la que los obispos pusieron fin a meses de tensiones con el gobierno que presidía José María Aznar. El desacuerdo se había producido por una carta pastoral de los obispos vascos contra la ley de Partidos que ilegalizaba Batasuna y que no tuvo, a juicio de Aznar, una posición clara de los obispos españoles.

Un año después, el presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Antonio María Rouco, utilizó esa pastoral para rechazar el plan Ibarretxe, lo que criticó el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte.

En su nota de ayer, los obispos otorgan una "soberanía espiritual" a las naciones, como "ámbitos culturales de desarrollo", pero que no tiene por qué expresarse en soberanía política, y recuerdan que "las naciones, aisladamente consideradas, no gozan de un derecho absoluto a decidir sobre su propio destino", lo que hace "moralmente inaceptable que las naciones pretendan unilateralmente una configuración política de la propia realidad", y en concreto, " la reclamación de independencia en virtud de su sola voluntad". Por ello, "no es moral cualquier modo de propugnar la independencia de cualquier grupo y la creación de un nuevo Estado".

La nota de los obispos es contundente en su condena y dice que "cuando la voluntad de independencia se convierte en principio absoluto de la acción política y es impuesta a toda costa y por cualquier medio, es equiparable a una idolatría de la propia nación". Y aunque acepta las opciones nacionalistas en determinadas circunstancias, subraya que pueden degenerar "en una ideología y un proyecto político excluyente, tentado de las aspiraciones totalitarias". Como conclusión, proclama que "la pretensión de que a toda nación, por el hecho de serlo, le corresponda el derecho de constituirse en Estado, ignorando las múltiples relaciones históricamente establecidas entre los pueblos y sometiendo los derechos de las personas a proyectos nacionales o estatales impuestos de una u otra manera por la fuerza, dan lugar a un nacionalismo totalitario que es incompatible con la doctrina católica".

LA  VANGUARDIA, 8/1/05