Por Isabel Ferrer
El País
19/01/05, 11.18 horas
Ayaan Hirsi Ali, la diputada liberal holandesa de origen
somalí amenazada de muerte por integristas musulmanes, se dio ayer un baño de
multitudes a su regreso a la vida pública después de permanecer oculta durante
10 semanas. Primero, recuperó su escaño parlamentario entre los aplausos de
sus colegas y la curiosidad de público que la vio llegar a la Cámara rodeada
de guardaespaldas. A continuación, protagonizó una esperada rueda de prensa
donde su frágil figura contrastaba con la firmeza de sus convicciones. "Seguiré
adelante", dijo, denunciando lo que califica de abusos a las mujeres musulmanas
sancionados por el islam.
"Yo critico una parte específica del islam y no creo que mi tono sea la razón
de las amenazas de muerte. En la lista de los radicales musulmanes hay otras
personas, como Job Cohen [alcalde de Amsterdam] o Ahmed Aboutaleb [concejal
del mismo Consistorio], que tienen otro estilo, pero tampoco se libran", dijo
ayer la diputada. Si al principio de su comparecencia se le quebró algo la voz,
a medida que le formulaban preguntas sobre su futuro en la política, Hirsi Ali
se fue creciendo. "No pretendo ofender a nadie y sé bien que la mayoría de la
comunidad musulmana holandesa condena la violencia. Lo que debemos conseguir
es que su voz suene más fuerte que la de los extremistas. Porque, desengañémonos,
el terrorismo de esta clase es un problema internacional", señaló. También aseguró
sentirse parte de un movimiento de mujeres musulmanas que trata de emancipar
a sus hermanas a través de la educación y que tiene protagonistas destacadas
en Egipto, Marruecos, Canadá y Francia. "No es fácil conseguir reformas consistentes
en el terreno de la emancipación y la integración. Pero en Holanda hay sitio
para la religión y el respeto a la libertad de cualquiera, ya sean artistas,
escritores o políticos", dijo.
Esta última afirmación resulta significativa, puesto que Jozias van Aartsen,
el líder de su propio partido liberal (VVD), ha subrayado que no desea dar la
sensación de estar criticando un credo religioso en particular. Según él, no
es la religión, sea o no musulmana, sino lo que en ella pueda ir en contra de
la democracia o las leyes vigentes. "La libertad de culto es un valor esencialmente
liberal. No estamos interesados en la parte interna de una creencia, sino en
sus manifestaciones externas y el comportamiento que puedan generar".
Vestida de negro y más delgada, la diputada tuvo también palabras de recuerdo
para Theo van Gogh, el cineasta asesinado el pasado noviembre por un joven radical
holandés de origen marroquí. "Un mundo sin personas como Theo sería de lo más
triste y gris. En estos días de reclusión he recibido mensajes de apoyo y también
críticas. Pero las palabras de aliento de innumerables desconocidos y, sobre
todo, de la madre de Theo, que era mi amigo, me han ayudado mucho".
Hirsi Ali llevaba dos años recibiendo amenazas contra su integridad cuando el
asesino del director de cine dejó clavada en su pecho una nota donde anunciaba
que la siguiente sería ella. De ahí que no pudiera asistir a su funeral. Ambos
habían colaborado en el corto Submission, que denunciaba la posición de la mujer
musulmana en su propia comunidad. Una segunda parte de esa cinta está ya en
marcha, aunque no ha trascendido el nombre de su director ni la fecha de estreno.
Submission le valió además a Hirsi Ali estar en la lista de víctimas confeccionada
por los dos hombres musulmanes detenidos en La Haya en enero después de un cerco
policial de varias horas. Los arrestados conocían la dirección secreta donde
se ocultaba, según pudieron comprobar los agentes. Ante la posibilidad de que
el país viviera otro crimen político similar al que acabó con Pim Fortuyn -el
líder ultraconservador abatido hace tres años por un ecologista radical-, el
Gobierno resolvió sacarla del país.