Acoger y Compartir LA CRISIS QUE NO INMOVILIZA
 

LA CRISIS QUE NO INMOVILIZA

“Para quien sabe esperar, todas las cosas acabarán
siéndole reveladas,
con tal de que tenga el coraje de no renegar,
llegada la hora de las tinieblas,
de aquello que supo divisar cuando reinaba la luz”
Y. Congar

Se avanza casi en silencio. Solidarios con el todo que son los demás, la naturaleza, mi vida personal y su destino. Con una fidelidad grande a lo más amplio y mejor de uno mismo. Desde una apertura reverente al Misterio. Por algo la fe madura es fruto de un proceso de observación, de dudas e interrogantes. Ninguna formulación puede suplir al Misterio para avanzar: abiertos y con los pies en la tierra. Asumiendo las sombras que Caspar David FRIEDRICH pone en el paisaje de la mañana de Pascua. Penumbra que permite ver el pueblo, quizá el cementerio, en lo hondo del paisaje enmarcado por los árboles que se desperezan del largo invierno. Mujeres que en plena crisis van a un lugar de muerte buscando una respuesta, porque su apertura al Misterio les hace intuir que en el sepulcro se ha gestado algo nuevo.

Contemplando el cuadro no sólo descubrimos un camino de tierra sobre el que algunos seres humanos avanzan, de espaldas a nosotros, ensimismados. Hay también en el cuadro un camino hecho de luz, remarcado por el aplauso de los árboles que saludan la vida que llega a sus pequeñas yemas germinantes. De sus oscurecidos y dinámicos troncos, frágiles brotes saludan a alguien esperado largo tiempo. Como miramos en el circo un salto mortal, así las ramas contemplan la luz que en ellas se transforma en vida. Ha ocurrido algo victorioso en el espacio de la luz, sobre las cabezas de quienes van al sepulcro.

Quizás no necesiten elevar la mirada para descubrirlo porque las envuelve. ¿Se nos estará diciendo que desde el “adentro” de la oscuridad hay un despertar de luz?. Nada es religioso en esta pintura, pero las mujeres parecen avanzar envueltas en el misterio de la plegaria. Todo en la naturaleza destila un halo místico. Es el ser humano ante un camino que cuesta hacer por la sospecha que nos aplasta sobre si ha merecido la pena el duro combate del invierno. Pero ese manto de luz hace que la vida se transmute en destino de eternidad. La luz abre: rompe la noche, germina las yemas, crea un espacio nuevo que es posibilidad. No basta con tener objetivos que interpelen nuestro hacer; necesitamos un destino que aliente la esperanza que nos lleva a ir más lejos, a ser más, a vivir las crisis desde el dinamismo que nos propone no detenernos en las zonas pantanosas que inmovilizan. La vida empuja. No te cierres a esos fondos de luz que anuncian un clarear de Pascua en ti. Sorprende el lugar del sol o la luna, ya que el color tiene un significado simbólico para este autor. Si es el sol, está demasiado alto tratándose de un amanecer. Si es la luna, la luz está transfigurada. Pero la verdad es que todo ese campo de luz nos sugiere a Alguien que viene a nosotros en una mañana de pascua y nos dice: “No te asustes, todas las cosas grandes acontecen en la crisis. Hay para ti un horizonte más rico en vida humana y divina”.

1. EL SIGNIFICADO DE LA CRISIS

Donde hay vida aparece la crisis. Nacimiento, crecimiento, madurez, envejecimiento… y, finalmente, la gran crisis de la muerte.

La situación normal del ser humano se define entre la crisis y la superación de la misma:

- Nacer es crisis: agotadas las posibilidades que ofrece el útero materno, surge un punto crítico de ruptura. Hay que abandonar el acogedor seno de la madre y entrar en un mundo hostil. El mundo anterior se ha quedado pequeño por eso irrumpe un mundo más amplio, con más posibilidades de vida.

- La juventud es tiempo de crisis por excelencia: el joven va conquistando autonomía física, intelectual y moral.

- También la madurez vive su “crisis del demonio meridiano”. La persona toma conciencia de que pronto empieza a descender la montaña de la vida

- La muerte constituye la mayor de las crisis del ser humano que se ve conducido a una última y definitiva decisión frente a la Realidad Última, e irrumpe hacia dentro del horizonte de la eternidad. La muerte-crisis es el paso dramático a esa nueva vida.

La crisis es un momento crítico en el que la persona cuestiona radicalmente ante sí misma su propio destino, es convocada “no a opinar sobre algo, sino a decidirse acerca de algo”, porque sin tal decisión el aliento de la vida desaparece.

La crisis es una discontinuidad y una perturbación dentro de la normalidad de la vida. La provoca el agotamiento de las posibilidades de crecimiento en una determinada situación existencial.

La crisis es un proceso normal que surge de vez en cuando para permitir que la vida siga siendo siempre vida y pueda crecer e irradiar. Por eso decimos que la crisis está llena de vitalidad creadora.

En los momentos de crisis se vive con especial intensidad un kairós (oportunidad), en el que lo esencial se manifiesta con más clarividencia.

La crisis pertenece a la esencia misma de la evolución. No podemos avanzar, ni amar, sin atravesar los ríos sin puentes o los campos minados de las crisis. Hay que elegir, decidir, optar… Si no hay decisión personal, la crisis no puede ser superada. Las ideas las tenemos; pero las decisiones las vivimos.

Cuando decimos que “el amor no puede más que avanzar…”, decimos también que este avance implica una purificación de lo esencial. Y todo proceso de purificación implica ruptura, división y discontinuidad. Este puede ser uno de los sentidos de la palabra crisis.

En este sentido, desde el tema de nuestra Pascua, la crisis designa el proceso de purificación de lo más nuclear.

La evolución acumula energías y alcanza un umbral a partir del cual se verifica una convulsión: se produce el paso de un nivel a otro nivel más elevado de vida.

2. LA CRISIS ESPIRITUAL

La actuación de Jesús produce en sus oyentes una crisis: tienen que decidirse porque su palabra produce una censura entre vida y muerte.

La crisis que Cristo introduce en el mundo pretende redimir al ser humano, ponerlo en el horizonte de Dios. En este sentido, Cristo es realmente la crisis del mundo: vino para salvar. Proclamó el reino de Dios.

Si Jesús provocó una crisis a otros, también él tuvo que pasar por una crisis devastadora.

La vida espiritual puede y debe atravesar por una crisis que se denomina conversión.

Jesús aparece en el Evangelio como capaz de soportar la crisis fundamental de la vida, llevándola hasta el final, aun a pesar del absurdo que supone recibir odio a cambio de tanto amor.

El ser humano únicamente supera la crisis y se salva si tiene el coraje de elevarse al nivel del Espíritu, que es el horizonte en el que se sitúa el Salvador.


3. CINCO MODELOS HUMANOS DE RESPUESTA ANTE LA CRISIS

3.1. Los escatologizadores > Son los que ven la crisis como una catástrofe, como una descomposición y acabamiento. Estos se olvidan que “se vive para avanzar… para llegar cada vez más lejos en el camino que Nuestro Señor nos muestra” (Juan XXIII, 7 Noviembre de 1962). Son los que en la crisis de Occidente ven la proximidad del fin del mundo. Forman un verdadero club de quejumbrosos, profetas de calamidades.

3.2. Los arcaizantes > Se dan cuenta de la
crisis, pero en lugar de explotar las fuerzas positivas que encierra, se refugian en el pasado. Viven de pura mimesis del pasado. Para ellos lo más antiguo es también lo más verdadero. No obstante, hay una investigación del pasado que es útil y necesaria como modo de iluminar el presente, como búsqueda sincera de la forma antigua y siempre nueva que subyace a cualquier proceso vital.

3.3. Los futuristas> Los hay que huyen hacia el
futuro, situándose en el mismo horizonte que los arcaizantes, aunque en un sentido inverso. Por eso, tanto en política como en religión, unos y otros se combaten mutuamente. En todo caso, entre los futuristas se encuentran innumerables profetas del tiempo presente. Generalmente, carecen de toda preocupación por la comunión con el todo, por el espíritu de integración de todos los elementos de la vida, por la meditación y el cuestionamiento crítico de la propia postura. No pocas veces, la audacia contestataria no pasa de ser mera fuga y evasión de la dura confrontación con la realidad. Una cita: “La agitación no es vida. El último eslogan no es un pensamiento nuevo. Los críticos más audaces son también los más estériles”. No hay que evadir la crisis.

3.4. Los escapistas > Otra forma de resolver la crisis
consiste en huir hacia dentro, en una fuga de interiorización privatizante. Se prefiere no saber, no oír, no leer, no cuestionarse… Allá los otros con sus problemas.

3.5. Los responsables > Las salidas anteriores no
son sino dilaciones. No asumen la crisis. No aceptan el desafío. No buscan una respuesta apropiada. Por el contrario, los responsables, ven en la crisis una oportunidad de nueva vida y:
- tratan de tematizar las fuerzas positivas contenidas en ella
- formulan una respuesta integradora
- Saben efectuar el corte, la ruptura, sin perder la comunión con el todo.
- Trabajan y se comprometen en la realización de un modelo que responda a las necesidades del tiempo
- aprecian todo valor como tal valor
- formularán un modelo de vida que pueda ser vivido, posibilite llevar la historia adelante y dar sentido a la vida.
- Están abiertos a la crítica y a la autocrítica

Lo importante es aceptar la crisis. Ser capaces de ver en ella, a pesar de lo enmarañado de la situación, una oportunidad para crecer, profundizar, acrisolarse y ser más.

4. ALGUNAS CUESTIONES PARA PROFUNDIZAR

4.1. ¿Qué signos de crisis ves en la sociedad mundial? ¿Cuál es tu actitud ante ellos?

4.2. ¿Qué actitud tomar ante la crisis eclesial?

4.3. ¿Qué significa para ti esta frase?: “Hay momentos en la vida en que, para subir, es preciso descender y entrar en crisis. Para seguir siendo el mismo hay que saber cambiar” ¿Qué importancia das a tus crisis personales?

4.4. ¿Cómo aunar las fuerzas necesarias para esa decisión que nos despierta a la vida con mayor hondura y alegría?.

4.5. Desde tu vivencia de esta Pascua,¿qué oportunidades te vas a dar para acrisolar, profundizar, ser más, allí donde a diario vives?


 
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16 Enero, 2006
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