FIGURAS PARA EL SIGLO XXI
Aula “Pedro Arrupe”. Madrid
MARTES, 21 Noviembre 2006
EL HERMANO ROGER DE TAIZÉ: PROFETA DEL ECUMENISMO
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1. SOBRE EL TÍTULO DE LA CONFERENCIA
Tengo la impresión de que al Hno Roger no le gustaría el
título de mi conferencia. Presentarlo como profeta implica una
carga impositiva con la que no estaría nada de acuerdo. Su capacidad
de empatía, su saber ponerse en el lugar del otro con una natural
delicadeza y discreción, unido a su modo de vivir “la espera”,
propia de un creyente activo, hacen que ese sustantivo no sea muy adecuado.
Es verdad que su vida ha transcurrido haciendo hasta lo imposible por
salir de los contextos de encerramiento y pesimismo; pero lo ha hecho
de un modo tan original que la palabra profeta habría que matizarla.
Este título tiene razón si con la palabra profeta queremos
decir “hablar hacia delante” (pro-fari), superando cualquier
tipo de sumisión a la fatalidad; entonces podríamos presentarlo
como profeta, pero no solo del ecumenismo sino de una nueva vivencia de
Dios.
No trato de devaluar el profetismo, sino de matizar lo que tiene de riesgo
para la esperanza. Siguiendo al teólogo A. Gesché hay en
ciertos profetismos algo que “puede terminar engañando o
fatigando a la esperanza, llevándola al fracaso, por falta de sabiduría.”
Quizás porque vivimos tiempos en los que no se deben “proponer
fines sin al mismo tiempo buscar medios”, me atrevo a sugerir ese
matiz.
Adolphe Gesché dice que “la sabiduría está
ahí para hacer que las posibilidades de la esperanza sean reales,
para que su camino y su futuro resulten de nuevo imaginables, posibles”…
es decir, para que la trascendencia sea efectiva en nuestro mundo.
Con su propuesta ecuménica, el Hno Roger ha vivido él mismo
y nos ha invitado a los cristianos a “salir del encierro que significa
ausencia, huida y derrota de la esperanza”, salir de la “soledad
de lo idéntico”. Roger, desde los inicios de su comunidad
y su aventura ecuménica, ha intuido que el mensaje de Jesús
implica una apertura no ajena a la sabiduría
Vivimos tiempos en que ciertas obsesiones por lo identitario en la Iglesia
producen una crispación tal que lleva a un “encierro repetitivo
que termina por reprender, que provoca dolor, pataleo y desesperación
ante una religión que se ve clausurada, privada de todo horizonte
que no sea el suyo”,
Por tanto, si hablamos de profeta será integrando esa sabiduría
que ayuda a que la esperanza encuentre los caminos y medios de aquello
que promete. “Una sabiduría que salva la esperanza”,
ya que el poder del profeta tiene valor en cuanto signo de la fuerza creadora
de Dios.
2. LA NOCHE DEL MARTES 16 DE AGOSTO
se celebró en la iglesia de la Reconciliación una vigilia
orante. El hermano François, uno de los pocos que quedan de la
primera generación, dijo al comunicar la muerte de Roger: “En
la Biblia encontramos estas palabras: “Mucho le cuesta a los ojos
de Dios, la muerte de sus amigos” (Salmo 116)… Estas palabras
dicen que esta muerte no sólo cuesta a nuestros ojos, sino también
a los ojos de Dios. Dios mismo toma parte en nuestra pena, sufre con nosotros.
De este modo Dios siente «la muerte de sus amigos».
El hermano Roger fue con toda seguridad un amigo de Dios, que desde el
comienzo trabajó para que comprendiéramos hasta qué
punto Dios nos ama con un amor que nunca acabará, que no excluye
a nadie, que nos acepta como somos…”
Presentar esta noche al Hermano Roger como un profeta del ecumenismo
es decir que ha abierto un camino para las iglesias y para muchas personas
no creyentes, siendo un amigo de Dios.
El hermano François dijo también la noche que anunció
la muerte del Hermano Roger, algo que va indisolublemente unido a la vida
de los amigos de Dios: “A la violencia, sólo podemos reaccionar
con la paz. El hermano Roger nunca dejó de insistir en ello. La
paz pide un compromiso de todo el ser, en nuestro interior y fuera. La
paz reclama toda nuestra persona.”
Terminó su intervención diciendo: “Y si es verdad
que para Dios mismo esta muerte significa una pena que le ha afectado,
quisiéramos entonces realizar todo para que Dios sepa nuestro agradecimiento,
el agradecimiento por todo lo que el hermano Roger ha sido en medio de
nosotros”.
Y la comunidad ha sabido no quedarse atrapada en la fatalidad de esta
muerte, antes al contrario, integrarla en una actitud de agradecimiento
a Dios por el don precioso de haber participado en el itinerario creyente
de este hombre marcado por la santidad de Cristo. Toda la comunidad nos
ha dado un ejemplo de cómo hacer frente al mal.
3. EL AMIGO DE DIOS
Como amigo de Dios, Roger ha sido un hombre de oración para quien
todo comenzaba “por una creación interior... una “creación
junto con Dios” (Carta a Todas las Comunidades, 1980). “¿Lo
ignoramos?, decía, “Dios nos quiere creadores con Él”
(Carta de Madrás, 1986).
Dejémoslo hablar a él. Repito sus palabras: “Tú
eres visitado. En el soplo del silencio de Dios, en un susurro, Dios te
habla humildemente” (Carta del Desierto, 1985) Más “Él
te alcanza hasta en los abismos de tu ser…Las germinaciones de Dios
se realizan tanto en las tinieblas de la persona como en sus aspiraciones
más generosas” (Carta de Haití, 1984)
“En cada uno de nosotros hay una fuerza espiritual que no viene
de nosotros mismos. Puedo rehuirla, rechazarla, pero ella está
siempre ahí. No se aparta jamás; es una fuente de confianza
depositada por el Espíritu de Dios vivo. De ahí brota todo”.
(Carta del Desierto, 1985)
Cuando él invita a recorrer el camino de la confianza, lo hace
consciente de la vulnerabilidad humana. Roger mismo era, conscientemente,
un hombre muy vulnerable. Él sabía que Dios suele entrar
en nuestra vida por esa puerta. En una de sus oraciones dice: “Alabado
seas, Señor Cristo, por la fragilidad humana, pues nos introduce
en el camino en el que dándote nuestra confianza descubrimos lo
único esencial: tu vida dentro de nosotros” (Carta a Todas
las Generaciones, fragmento de la tercera oración, 1978).
A través de toda su vida él había experimentado
que éste no es un camino de facilidad, por eso pudo escribir: “Dichoso
el que avanza no por lo que ve, sino por la confianza de la fe.”
(Carta de Etiopía, 1988)
4. EL HOMBRE QUE HA ABIERTO UN CAMINO
En el salmo 17 (18), versículo 30, se dice: “Fiado en mi
Dios salto la muralla”. Este versículo inspiraba al hermano
Roger. A la semana de su muerte, el nuevo prior me decía en una
entrevista para el semanario Vida Nueva: “Es una bella característica
decir del Hermano Roger, que ha sido alguien capaz de saltar muros. Como
hermanos intentábamos seguirle como podíamos. Él
nos ha enseñado cómo saltar murallas. Vivió muchas
cosas antes de su tiempo, por ejemplo el muro que dividía a Europa.
El Hermano Roger no aceptaba ese muro”.
Traigo a referencia esta cita porque quiero decir que Roger abrió
un camino siendo amigo de Dios; pero también implicándose
en los trabajos por la paz, el perdón y la reconciliación.
Su preocupación no era un ecumenismo intra-eclesial, sino un amor
por todo ser humano, creyente o no, cristiano o no. Como recordó
en su funeral el Cardenal Walter Kasper al decir que una de las realidades
que le hacían sufrir a Roger era “la división entre
pueblos y naciones, entre países ricos y pobres. Toda forma de
injusticia o de abandono le entristecía profundamente”
En la “Carta de Italia“(1981) se preguntaba: “¿A
quien no le gustaría abrir un camino de vida para aquellos que
ama antes que cerrar la senda?”. Y toda su vida ha estado dedicada
a esa apertura de un camino de perdón y reconciliación consciente
de que “Dios nos propone ser creadores, y llegar a crear incluso
en los momentos de prueba” (¿Presientes una Felicidad?, 2001).
Ha buscado abrir un camino a la confianza que permitiera, no solo sacar
de los inmovilismos a los hombres y mujeres implicados en los trabajos
ecuménicos, sino que también facilitara la experiencia del
Dios vivo a quien sufre con los pobres y heridos de la tierra. “Hoy
más que nunca se alza una llamada a abrir caminos de confianza
hasta en las noches de la humanidad. ¿Presentimos esta llamada?
(Ama y Dilo con tu Vida, 2002)
Roger ha querido “trasladar montañas de resignación
y de indiferencia” abriendo caminos de sentido y esperanza con una
audacia y un lenguaje nuevos.
5. NO A LOS FATALISMOS
Si Roger fundó una comunidad ecuménica en la que un grupo
de hombres han elegido vivir juntos por ser cristianos, ha sido para ir
por los caminos de la confianza y la bondad de corazón; pero también,
para poder invitar desde el silencio a seguir a Cristo construyendo la
paz, no aceptando ningún fatalismo.
Él escribe: “El segundo milenio ha sido el tiempo en que
muchos cristianos se han separado unos de otros. ¿Nos comprometeremos
desde ahora, sin tardanza, desde el comienzo del tercer milenio, a hacer
todo lo necesario para vivir en comunión y construir la paz en
el mundo?” (¿Presientes una felicidad?, 2001).
El conocía bien que el camino ecuménico de la reconciliación
no es fácil y que no pasa por su mejor momento; pero toda su vida
ha sido un no a los fatalismos. Su existencia ha estado marcada por la
belleza positiva de la confianza, impregnada del conocimiento del alma
humana.
Él ha escrito: “La confianza permite asumir riesgos, avanzar
incluso cuando sobreviene el fracaso.” (Carta de Taizé 1999-2001).
“los más graves fracasos e incluso las situaciones menos
soportables pueden ser elementos motores. Dios... construye también
con tus pruebas” (Carta de Haití, 1984),
Pero sabiendo que Dios “nunca te conduce hacia el vértigo
de los desánimos, con los cuales no propones más que la
tristeza. Dios te lleva hacia realidades que disuelven las amarguras”
(Carta de Etiopía, 1988).
6. PROFETA DEL ECUMENISMO
Una de las más originales aportaciones de Roger al ecumenismo
ha sido: “Mostrar que la reconciliación es posible”.
Como dice el nuevo prior, Hno Alois: “Ya no podemos buscar excusas
para no reconciliarnos. Quedarán muchas cuestiones teológicas,
pero ya podemos anticipar una reconciliación. El Hermano Roger
dijo que había reconciliado la fe de sus orígenes con la
fe de la Iglesia católica sin romper con nadie. Y nosotros continuaremos
por ese camino.”
Ahí se encuentra hoy la comunidad ecuménica de Taizé
Pero durante el último Sínodo de Obispos sobre la Eucaristía,
en las intervenciones de los delegados de otras confesiones cristianas,
el representante de la Iglesia anglicana, John Hind, obispo de Chichester
(Gran Bretaña), preguntó “¿Cuándo es
oportuno compartir la santa Comunión? ¿Cómo debe
interpretarse la comunión pública por parte del protestante
Frère Roger Schutz?”. (Zenit 12/10/05).
La pregunta se hacía porque Roger, el hombre que inició
su aventura escondiéndose en los bosques para cantar y rezar en
solitario por respeto a los refugiados que acogía en su vieja casona
de Taizé, fue visto recibiendo públicamente la comunión
en la Plaza de San Pedro, de manos del que ahora es Papa Benedicto XVI.
La foto del hermano Roger en una silla de ruedas, acompañado por
algunos de sus hermanos, recibiendo la comunión en la plaza de
San Pedro con un rostro lleno de felicidad, ha dado la vuelta al mundo.
Fue también su última aparición en los medios.
¿Cómo explicar que Ratzinger diera la comunión a
un protestante? La respuesta para quienes, a veces, nos encerramos en
la “soledad de lo idéntico” es sencilla: porque Roger
se había convertido al catolicismo en secreto.
Pero la cuestión es muy otra. Y mucho más sabia, profética
y original.
El cardenal Walter Kasper en su lección Doctoral en la Facultad
de Comillas el 30 de marzo del 2004 había dicho que: “El
ecumenismo no es un camino de sentido único… la forma de
llevarlo a cabo no consiste en una simple vuelta de los demás al
redil de la Iglesia Católica.”
Y el día de las exequias del Hermano Roger, el mismo cardenal
Kasper, que presidía la Eucaristía en presencia de representantes
de las demás iglesias cristianas, dijo de Roger que éste:
“Quería vivir la fe de la Iglesia indivisa, sin romper con
nadie, dentro de una gran fraternidad. Creía, sobre todo, en el
ecumenismo de la santidad, la que cambia lo más profundo del alma
y que, por sí sola, lleva hacia la comunión plena. Sí,
la primavera del ecumenismo ha florecido en esta colina de Taizé,
en esta Iglesia de la Reconciliación, en la que miembros de distintas
tradiciones cristianas se reúnen en un marco de respeto y diálogo,
en oración y compartiendo como hermanos, inspirados por la presencia
y el ejemplo del Hermano Roger”.
Incluso el Papa Benedicto XVI, el viernes 19 de agosto, en el marco de
las Jornadas Mundiales de la Juventud en Colonia (Alemania) y durante
un discurso ante los representantes de distintas confesiones cristianas,
dijo: “… quisiera recordar al gran pionero de la unidad, el
hermano Roger Schutz, que ha desaparecido de forma trágica. Hacía
mucho tiempo que nos conocíamos y siempre habíamos mantenido
una cordial amistad.
Me visitaba con frecuencia y, como ya dije en Roma, el día de
su fallecimiento recibí una carta suya que me conmovió porque
allí reafirmaba su apoyo a mi camino y anunciaba su intención
de visitarme. Hoy nos visita y nos habla desde el Cielo. Deberíamos
escucharlo, prestar atención a su ecumenismo vivido espiritualmente
y dejarnos guiar por su testimonio hacia un ecumenismo interiorizado y
espiritualizado…”
Pero el pasado verano ha ocurrido algo que pone de manifiesto cómo
no todos han comprendido la aportación del hermano Roger y el camino
abierto por él. No todos han entendido su profetismo sabio, no
impositivo. La pregunta hecha en el Sínodo de Obispos sigue preocupando
a algunos. Quizás por eso Se ha hablado de una oculta “conversión
al catolicismo” intentado opacar su imagen y “recuperar confesionalmente
eso que, justamente él, quería sobrepasar.”
El 6 de septiembre de 2006, el periódico “Le Monde”,
se hizo eco de las conjeturas de Yves Chiron (cfr. su carta de información
Aletheia nº 95 del 01/08/06) historiador vinculado a corrientes tradicionalistas,
que lanzó la idea de que el Hermano Roger se habría convertido
al catolicismo en 1972 y que lo habría mantenido oculto, en secreto,
porque no quería “romper la comunión ecuménica”
en torno a Taizé.
Ante la publicación de Le Monde, la comunidad de Taizé
envía un comunicado en el que explica el camino recorrido por el
hermano Roger, y dice: “El hermano Roger, llevó a cabo un
camino que no ha tenido precedentes desde la Reforma: entrar progresivamente
en una plena “comunión” con la fe de la Iglesia Católica
sin una “conversión” que hubiese implicado una ruptura
con sus orígenes.
En 1972, el entonces obispo de Autun, Monseñor LeBourgeois, le
dio, simplemente, la comunión por primera vez sin pedirle ninguna
otra profesión de fe que el Credo recitado durante la Eucaristía,
y que es común a todos los cristianos. Algunas personas que estuvieron
presentes pueden atestiguarlo.”…
… Este camino del hermano Roger no ha tenido jamás nada
de oculto. En 1980, con ocasión de un encuentro europeo de jóvenes
en Roma, se expresó públicamente, en la basílica
de San Pedro y en presencia del papa Juan Pablo II, en estos términos:
“Encontré mi propia identidad de cristiano, reconciliando
en mí mismo la fe de mis orígenes con el misterio de la
fe católica, sin rupturas de comunión con nadie”.
Esta afirmación vuelve a aparecer en su último libro, publicado
un mes antes de su asesinato, y que está recién editado
en España “¿Presientes una felicidad?”, en la
pág 90, dice: “encontré…mi propia identidad
de cristiano, reconciliando en mí la fe de mis orígenes
con el misterio de la fe católica, sin romper la comunión
con nadie”
Con motivo de esta cuestión, el periodista de La Croix, Jean-Marie
Guenois hace una entrevista al nuevo prior, Hermano Alois, y entre otras
cuestiones le pregunta: ¿Por qué tanta discreción
en torno a aquello que quería que fuera un testimonio?
Alois responde: “Como este recorrido fue progresivo y completamente
nuevo, era difícil expresarlo y comprenderlo. Resultaba fácil
malinterpretarlo. Por ello, si se habla a este respecto sobre “conversión”
significa que no se ha comprendido la originalidad de lo que el Hermano
Roger buscó.
La palabra “conversión” implica una ruptura con sus
orígenes. El hermano Roger aceptó que, para algunos, una
conversión individual pueda ser un camino, pero para él
mismo y para nuestra comunidad prefería hablar de “comunión”.
Para él, entrar progresivamente en una plena comunión con
la Iglesia católica se concretó en dos puntos que nunca
mantuvo en secreto: recibir la eucaristía y reconocer la necesidad
de un ministerio de unidad ejercido por el obispo de Roma.”
A la pregunta directa sobre si Roger se convirtió o no al catolicismo,
el nuevo Prior responde con claridad: “No, el Hermano Roger nunca
se «convirtió» formalmente al catolicismo. Si lo hubiera
hecho, lo habría dicho, pues él nunca ocultó nada
de su recorrido. A través de sus libros y escritos, a menudo como
si fuera un diario, explicaba lo que descubría y vivía”.
El pastor Gill Daudé, responsable del servicio de relaciones ecuménicas
de la Federación Protestante de Francia, ha escrito al respecto:
“El hermano Roger entró en un camino post-confesional o,
por decirlo de otra manera, sobrepasó los enclaves confesionales.
Esto nos parece insólito, parece ir más allá de lo
que podemos imaginar, pero ese era su camino”.
Gill Daudé nos ayuda a comprender que Roger ha dejado claro con
dichos y hechos que se puede cerrar definitivamente aquella Reforma y
sus heridas.
Con motivo de este asunto también se ha pronunciado el obispo de
Nanterre, Mons. Gérar Daucourt, miembro del consejo pontificio
para la promoción por la unidad de los cristianos, en un escrito
del 7 de septiembre de 2006 dice: “En los documentos oficiales para
las personas ya bautizadas, la Iglesia católica no habla de conversión
al catolicismo, sino de admisión a la plena comunión en
la Iglesia católica. Hay muchas maneras posibles de llevar a cabo
dicho camino, pero en todas, se requiere de un documento escrito y firmado.
Ningún documento de este tipo existe concerniente al hermano Roger.
Él reconocía, como todos sus hermanos, el ministerio de
comunión universal del Papa. Compartía la fe católica
en el ministerio y en la Eucaristía. Veneraba a la Virgen María.
Quiso vivir esto sin romper con nadie. Era la posición que intentaba
tener, no sin tensiones interiores, apoyada en la esperanza de una restauración
cercana de la unidad visible entre todos los cristianos.”
El obispo de Nanterre termina su escrito diciendo: “El hermano
Roger ha indicado un camino y ha abierto, a miles de jóvenes y
adultos, las puertas para que el ecumenismo sea, sobre todo, un intercambio
de dones.”
7. CONCLUSION
Siguiendo el versículo del salmo 18 “con mi Dios yo salto
la muralla” podemos decir que Roger ha saltado muros inexpugnables
en su itinerario ecuménico.
Cuando en 1970 parecía inconcebible que unos hermanos de origen
protestante y otros de origen católico formaran juntos, con el
acuerdo de la autoridad, una sola comunidad, Roger mostró que esa
unidad era posible sin que nadie renunciase a sus orígenes.
Desde 1966 él hablaba a los hermanos de prepararse para acoger
a los jóvenes y les hacía imaginar las adaptaciones que
reclamaría esa acogida. Él sabía que habría
que saltar la muralla de la ruptura entre generaciones.
Cuando Roger hizo llamadas a los cristianos para reconciliarse sin tardanza
no tuvo el eco deseado. Para él la división de los cristianos
era mantenida artificialmente. Por eso quiso, remitiendo fuertemente a
lo esencial, saltar ese muro que ya no tiene razón de existir.
Con una pacífica insistencia, ha intentado una y otra vez que
el ecumenismo no permaneciera en punto muerto. Era consciente de que la
primera etapa del ecumenismo ha sido superada. Ha pasado la etapa de los
gestos. Es necesario un paso nuevo en el camino de la reconciliación
El camino abierto por Roger, entre otras cosas, es una llamada a “ensanchar”
la “catolicidad”. Vivenciar la Iglesia Indivisa, desde la
bondad del corazón humano, buscando no herir a nadie sino construir
la fraternidad que el Espíritu Santo, dado por Cristo, hace germinar
en el mundo. Una catolicidad reconciliada, una nueva manera de acogernos
los unos a los otros.
Escuchando a los jóvenes fue transformado pacientemente la oración
común de la comunidad, dejando caer los elementos no esenciales,
para que la misma oración devenga contemplativa
Con los jóvenes ha estado siempre atento a poner el Evangelio
al alcance de la mano desde la vulnerabilidad humana. No echando fardos
innecesarios que impidan el encuentro con la verdadera exigencia de Jesús:
el perdón, la paz, el amor a todo ser humano sin excepción.
Tanto la comunidad como muchos amigos de Taizé a través
de toda la tierra, estamos convencidos de que el Hermano Roger, con su
existencia y con el don último de su propia vida, ha abierto un
camino para quienes rezan y trabajan por la reconciliación de las
iglesias y por la paz entre los pueblos.
Él se preguntaba: “¿Cómo anticipar una reconciliación?”.
Y no dudaba en la respuesta: “Empezando por reconciliar en ti mismo
lo mejor de los dones depositados por Dios en el pueblo cristiano durante
dos mil años de peregrinación.”
El don está hecho, otra cosa es que los hombres y mujeres de iglesia
lo quieran o puedan tomar en serio.
Cuando pienso en su martirio y en el de tantos otros que se han convertido
en puntos de luz para los que somos peregrinos de la fe, comprendo mejor
eso de que el “sufrimiento inmerecido es redentor”, pero también
me doy cuenta que, se haga la resistencia que se haga esta situación
de ruptura y división puede y va a ser cambiada, porque son demasiados
los mártires que han dando tantos golpes al muro de la intolerancia
y la indiferencia, que no va a ser necesario saltarlo. Esa muralla ya
se tambalea. El camino está abierto, sigamos empujando hasta hacerla
caer.
HERMANO ROGER DE TAIZÉ:
ALGUNOS RASGOS BIOGRÁFICOS
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Todo comenzó con una gran soledad cuando, en agosto de 1940, a
la edad de veinticinco años, el hermano Roger dejó su país
natal, Suiza, para ir a vivir a Francia, el país de su madre. Desde
hacía varios años, llevaba consigo la llamada a crear una
comunidad en la que se concretara todos los días una reconciliación
entre cristianos, «donde la bondad del corazón fuera vivida
muy concretamente, y donde el amor estuviera en el corazón de todo».
Esta creación, el hermano Roger deseaba insertarla en el sufrimiento
del momento, y fue así como, en plena guerra mundial, se instaló
en la pequeña aldea de Taizé, en Borgoña, a unos
kilómetros de la línea de demarcación que dividía
a Francia en dos. Escondió entonces a refugiados (particularmente
a judíos), quienes sabían que al escapar a la zona ocupada,
podrían encontrar refugio en su casa.
Más tarde, algunos hermanos se unen a él, y el día
de Pascua de 1949 los primeros hermanos se comprometen para toda la vida
en el celibato, la vida común y una gran sencillez de vida.
En el silencio de un largo retiro, en el transcurso del invierno de 1952-1953,
el fundador de la comunidad escribió la Regla de Taizé,
que expresa para sus hermanos «lo esencial que permite la vida común».
A partir de los años cincuenta, algunos hermanos han ido a vivir
en lugares desfavorecidos para estar al lado de los que sufren.
Desde finales de los años cincuenta, el número de jóvenes
que visitan Taizé se incrementó sensiblemente. A partir
de 1962, algunos hermanos y algunos jóvenes, enviados por Taizé,
no dejaron de ir y venir a los países de Europa del Este, con la
mayor discreción, para no comprometer a aquellos que apoyaban.
Pero algunos muros cayeron y hubo fronteras que se abrieron al son de
cantos de Taizé entonados por jóvenes que supieron esperar
activamente ese momento.
De 1962 a 1989, el propio hermano Roger visitó la mayoría
de los países de Europa del Este, a veces para encuentros de jóvenes,
autorizados pero muy vigilados, a veces para simples visitas, sin posibilidad
de hablar en público («Me callaré con vosotros»,
decía a los cristianos de esos países).
Fue en 1966 cuando algunas hermanas de San Andrés, comunidad católica
internacional fundada hace más de siete siglos, fueron a vivir
a la aldea vecina y comenzaron a asumir una parte de las tareas de la
acogida. Más recientemente algunas hermanas ursulinas polacas vinieron
también para aportar su colaboración.
La comunidad de Taizé reúne actualmente unos cien hermanos,
católicos o de diversos orígenes evangélicos, procedentes
de más de veinticinco naciones. A través de su propia existencia,
la comunidad es un signo concreto de reconciliación entre cristianos
divididos y entre pueblos separados.
En dos de sus últimos libros, Dios sólo puede amar (PPC),
y, ¿Presientes una felicidad? (PPC), el hermano Roger describe
su camino ecuménico: "¿Podría recordar a través
de estas líneas que mi abuela materna descubrió intuitivamente
como una clave para la vocación ecuménica que ella me abrió
un camino para concretarlo? Marcado por el testimonio de su vida, y siendo
todavía muy joven, encontré tras ella mi propia identidad
de cristiano reconciliando en mí mismo la fe de mis orígenes
con el misterio de la fe católica, sin ruptura de comunión
con nadie."
Los hermanos no aceptan ningún donativo, ningún regalo.
Tampoco aceptan para ellos mismos sus propias herencias personales, sino
que las dan a los más pobres. Con su trabajo la comunidad se gana
la vida y comparte con otros.
Algunas pequeñas fraternidades se encuentran actualmente insertadas
en barrios desheredados en Asia, en África, en América del
Sur y del Norte. Los hermanos intentan allí compartir las condiciones
de vida de aquellos que les rodean, esforzándose para ser una presencia
de amor al lado de los más pobres, niños de la calle, presos,
moribundos, los que se encuentran heridos hasta en lo más profundo
debido a rupturas afectivas, por abandonos humanos.
Viniendo del mundo entero, los jóvenes se encuentran actualmente
en Taizé todas las semanas del año para encuentros que pueden
reunir de un domingo a otros hasta seis mil personas procedentes de más
de setenta naciones. Con los años, cientos de miles de jóvenes
han pasado por Taizé, meditando el tema «vida interior y
solidaridades humanas». Buscan descubrir, en las fuentes de la fe,
un sentido a su vida y se preparan para asumir responsabilidades allí
donde viven.
Hombres de Iglesia visitan de igual modo Taizé, y la comunidad
acogió de esta manera al papa Juan Pablo II, a tres arzobispos
de Cantorbery, a metropolitas ortodoxos, a los catorce obispos luteranos
de Suecia y a numerosos pastores del mundo entero.
Para apoyar a las jóvenes generaciones, la comunidad de Taizé
anima una «peregrinación de confianza a través de
la tierra». Esta peregrinación no organiza a los jóvenes
en un movimiento que estuviera centrado en la comunidad, sino que les
estimula a ser portadores de paz, de reconciliación y de confianza
en sus ciudades, universidades, lugares de trabajo, en sus parroquias,
y ello en comunión con todas las generaciones. Como etapa de esa
«peregrinación de confianza a través de la tierra»,
un encuentro europeo de cinco días reúne al final de cada
año varias decenas de miles de jóvenes en una metrópolis
europea, del Este o del Oeste. Este año el Encuentro Europeo de
Jóvenes será en Zagreb.
Con ocasión del encuentro europeo, el hermano Roger publicaba
todos los años una «carta», traducida en más
de cincuenta lenguas, retomada y meditada durante el año por los
jóvenes, allí donde viven o durante los encuentros en Taizé.
Con frecuencia esta carta la escribía el Hno. Roger en un lugar
de pobreza donde vivía por un tiempo (Calcuta, Chile, Haití,
Etiopía, Filipinas, Sudáfrica...).
Hoy, por todo el mundo, el nombre de Taizé evoca paz, reconciliación,
comunión, y la espera de una primavera para la Iglesia: «Cuando
la Iglesia escucha, cura, reconcilia, ella llega a ser lo que es en lo
más luminoso de sí misma: diáfano reflejo de un amor»
(Hermano Roger).
ALGUNOS LIBROS DEL HERMANO ROGER DE TAIZÉ
1958, Vivir el hoy de Dios ;
1965, Dinámica de lo provisional
1968, La violencia de los pacíficos;
1971, Que tu fiesta no tenga fin
1973, Lucha y contemplación;
1976, Vivir lo inesperado
1979, Asombro de un amor;
1980, Las fuentes de Taizé
1982, Florecerán tus desiertos;
1985, Pasión de una espera
1988, Su amor es un fuego;
1995, En ti la paz
2001, Dios sólo puede amar;
2005 ¿Presientes una felicidad?
2006 Orar en el silencio del corazón. Cien oraciones.
1992, junto con Madre Teresa: La oración, frescor de una fuente
LIBROS DE OTROS AUTORES SOBRE EL HERMANO ROGER Y TAIZÉ
KATHRYN SPINK: La vida del Hermano Roger, HERDER
OLIVIER CLÉMENT: Taizé. Un sentido a la vida, NARCEA
REX BRICO: El Hermano Roger y Taizé, HERDER
CHANTAL JOLY: Retrato de Taizé, PPC
SANTIAGO PÉREZ BARRAL: Taizé, fuente de confianza, Ed
STJ
JOSE MIGUEL DE HARO: En el deseo y la sed de Dios. Desde las Cartas
del hermano Roger de Taizé. PPC
EL HERMANO ROGER RECIBIÓ ENTRE OTROS LOS SIGUIENTES PREMIOS
09 04 1974 : Templeton Prize, London (Premio Templeton, Londres)
13 10 1974 : Friedenspreis des Börsenverein des deutschen Buchhandels,
Frankfurt (Premio de la Paz de los Libreros alemanes, Frankfurt)
21 09 1988 : Prix UNESCO de l’Education pour la Paix, Paris (Premio
de la UNESCO de la Educación para la paz, París)
04 05 1989 : Karlspreis, Aachen (Premio Carlomagno, Aquisgrán)
20 11 1992 : Premio Robert Schuman, Estrasburgo
24 04 1997 : Award for international humanitarian service, Université
de Notre Dame, Indiana, USA (Premio por un servicio humanitario internacional,
Universidad de Notre Dame, Indiana, Estados Unidos)
22 10 2003 : Dignitas Humana Award, Saint John’s University, Collegeville,
Minnesota, USA (Premio por la defensa de la Dignidad Humana, Universidad
Saint John, Collegeville, Minnesota, Estados Unidos)
NOTA:
Este año se ha concedido a la Comunidad Ecuménica de Taizé
el Premio Cuatro Libertades (Four Freedoms Award), otorgado por el Instituto
Roosevelt de Nueva York
PARA MÁS INFORMACIÓN:
www.taize.fr
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