Acoger y Compartir El Hermano Roger de Taizé: Profeta del ecumenismo
 

FIGURAS PARA EL SIGLO XXI
Aula “Pedro Arrupe”. Madrid
MARTES, 21 Noviembre 2006

 

EL HERMANO ROGER DE TAIZÉ: PROFETA DEL ECUMENISMO
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1. SOBRE EL TÍTULO DE LA CONFERENCIA

Tengo la impresión de que al Hno Roger no le gustaría el título de mi conferencia. Presentarlo como profeta implica una carga impositiva con la que no estaría nada de acuerdo. Su capacidad de empatía, su saber ponerse en el lugar del otro con una natural delicadeza y discreción, unido a su modo de vivir “la espera”, propia de un creyente activo, hacen que ese sustantivo no sea muy adecuado.

Es verdad que su vida ha transcurrido haciendo hasta lo imposible por salir de los contextos de encerramiento y pesimismo; pero lo ha hecho de un modo tan original que la palabra profeta habría que matizarla.

Este título tiene razón si con la palabra profeta queremos decir “hablar hacia delante” (pro-fari), superando cualquier tipo de sumisión a la fatalidad; entonces podríamos presentarlo como profeta, pero no solo del ecumenismo sino de una nueva vivencia de Dios.

No trato de devaluar el profetismo, sino de matizar lo que tiene de riesgo para la esperanza. Siguiendo al teólogo A. Gesché hay en ciertos profetismos algo que “puede terminar engañando o fatigando a la esperanza, llevándola al fracaso, por falta de sabiduría.” Quizás porque vivimos tiempos en los que no se deben “proponer fines sin al mismo tiempo buscar medios”, me atrevo a sugerir ese matiz.

Adolphe Gesché dice que “la sabiduría está ahí para hacer que las posibilidades de la esperanza sean reales, para que su camino y su futuro resulten de nuevo imaginables, posibles”… es decir, para que la trascendencia sea efectiva en nuestro mundo.

Con su propuesta ecuménica, el Hno Roger ha vivido él mismo y nos ha invitado a los cristianos a “salir del encierro que significa ausencia, huida y derrota de la esperanza”, salir de la “soledad de lo idéntico”. Roger, desde los inicios de su comunidad y su aventura ecuménica, ha intuido que el mensaje de Jesús implica una apertura no ajena a la sabiduría

Vivimos tiempos en que ciertas obsesiones por lo identitario en la Iglesia producen una crispación tal que lleva a un “encierro repetitivo que termina por reprender, que provoca dolor, pataleo y desesperación ante una religión que se ve clausurada, privada de todo horizonte que no sea el suyo”,

Por tanto, si hablamos de profeta será integrando esa sabiduría que ayuda a que la esperanza encuentre los caminos y medios de aquello que promete. “Una sabiduría que salva la esperanza”, ya que el poder del profeta tiene valor en cuanto signo de la fuerza creadora de Dios.

2. LA NOCHE DEL MARTES 16 DE AGOSTO

se celebró en la iglesia de la Reconciliación una vigilia orante. El hermano François, uno de los pocos que quedan de la primera generación, dijo al comunicar la muerte de Roger: “En la Biblia encontramos estas palabras: “Mucho le cuesta a los ojos de Dios, la muerte de sus amigos” (Salmo 116)… Estas palabras dicen que esta muerte no sólo cuesta a nuestros ojos, sino también a los ojos de Dios. Dios mismo toma parte en nuestra pena, sufre con nosotros.

De este modo Dios siente «la muerte de sus amigos».

El hermano Roger fue con toda seguridad un amigo de Dios, que desde el comienzo trabajó para que comprendiéramos hasta qué punto Dios nos ama con un amor que nunca acabará, que no excluye a nadie, que nos acepta como somos…”

Presentar esta noche al Hermano Roger como un profeta del ecumenismo es decir que ha abierto un camino para las iglesias y para muchas personas no creyentes, siendo un amigo de Dios.

El hermano François dijo también la noche que anunció la muerte del Hermano Roger, algo que va indisolublemente unido a la vida de los amigos de Dios: “A la violencia, sólo podemos reaccionar con la paz. El hermano Roger nunca dejó de insistir en ello. La paz pide un compromiso de todo el ser, en nuestro interior y fuera. La paz reclama toda nuestra persona.”

Terminó su intervención diciendo: “Y si es verdad que para Dios mismo esta muerte significa una pena que le ha afectado, quisiéramos entonces realizar todo para que Dios sepa nuestro agradecimiento, el agradecimiento por todo lo que el hermano Roger ha sido en medio de nosotros”.

Y la comunidad ha sabido no quedarse atrapada en la fatalidad de esta muerte, antes al contrario, integrarla en una actitud de agradecimiento a Dios por el don precioso de haber participado en el itinerario creyente de este hombre marcado por la santidad de Cristo. Toda la comunidad nos ha dado un ejemplo de cómo hacer frente al mal.

3. EL AMIGO DE DIOS

Como amigo de Dios, Roger ha sido un hombre de oración para quien todo comenzaba “por una creación interior... una “creación junto con Dios” (Carta a Todas las Comunidades, 1980). “¿Lo ignoramos?, decía, “Dios nos quiere creadores con Él” (Carta de Madrás, 1986).

Dejémoslo hablar a él. Repito sus palabras: “Tú eres visitado. En el soplo del silencio de Dios, en un susurro, Dios te habla humildemente” (Carta del Desierto, 1985) Más “Él te alcanza hasta en los abismos de tu ser…Las germinaciones de Dios se realizan tanto en las tinieblas de la persona como en sus aspiraciones más generosas” (Carta de Haití, 1984)

“En cada uno de nosotros hay una fuerza espiritual que no viene de nosotros mismos. Puedo rehuirla, rechazarla, pero ella está siempre ahí. No se aparta jamás; es una fuente de confianza depositada por el Espíritu de Dios vivo. De ahí brota todo”. (Carta del Desierto, 1985)
Cuando él invita a recorrer el camino de la confianza, lo hace consciente de la vulnerabilidad humana. Roger mismo era, conscientemente, un hombre muy vulnerable. Él sabía que Dios suele entrar en nuestra vida por esa puerta. En una de sus oraciones dice: “Alabado seas, Señor Cristo, por la fragilidad humana, pues nos introduce en el camino en el que dándote nuestra confianza descubrimos lo único esencial: tu vida dentro de nosotros” (Carta a Todas las Generaciones, fragmento de la tercera oración, 1978).

A través de toda su vida él había experimentado que éste no es un camino de facilidad, por eso pudo escribir: “Dichoso el que avanza no por lo que ve, sino por la confianza de la fe.” (Carta de Etiopía, 1988)

4. EL HOMBRE QUE HA ABIERTO UN CAMINO

En el salmo 17 (18), versículo 30, se dice: “Fiado en mi Dios salto la muralla”. Este versículo inspiraba al hermano Roger. A la semana de su muerte, el nuevo prior me decía en una entrevista para el semanario Vida Nueva: “Es una bella característica decir del Hermano Roger, que ha sido alguien capaz de saltar muros. Como hermanos intentábamos seguirle como podíamos. Él nos ha enseñado cómo saltar murallas. Vivió muchas cosas antes de su tiempo, por ejemplo el muro que dividía a Europa. El Hermano Roger no aceptaba ese muro”.

Traigo a referencia esta cita porque quiero decir que Roger abrió un camino siendo amigo de Dios; pero también implicándose en los trabajos por la paz, el perdón y la reconciliación. Su preocupación no era un ecumenismo intra-eclesial, sino un amor por todo ser humano, creyente o no, cristiano o no. Como recordó en su funeral el Cardenal Walter Kasper al decir que una de las realidades que le hacían sufrir a Roger era “la división entre pueblos y naciones, entre países ricos y pobres. Toda forma de injusticia o de abandono le entristecía profundamente”

En la “Carta de Italia“(1981) se preguntaba: “¿A quien no le gustaría abrir un camino de vida para aquellos que ama antes que cerrar la senda?”. Y toda su vida ha estado dedicada a esa apertura de un camino de perdón y reconciliación consciente de que “Dios nos propone ser creadores, y llegar a crear incluso en los momentos de prueba” (¿Presientes una Felicidad?, 2001).

Ha buscado abrir un camino a la confianza que permitiera, no solo sacar de los inmovilismos a los hombres y mujeres implicados en los trabajos ecuménicos, sino que también facilitara la experiencia del Dios vivo a quien sufre con los pobres y heridos de la tierra. “Hoy más que nunca se alza una llamada a abrir caminos de confianza hasta en las noches de la humanidad. ¿Presentimos esta llamada? (Ama y Dilo con tu Vida, 2002)

Roger ha querido “trasladar montañas de resignación y de indiferencia” abriendo caminos de sentido y esperanza con una audacia y un lenguaje nuevos.

5. NO A LOS FATALISMOS

Si Roger fundó una comunidad ecuménica en la que un grupo de hombres han elegido vivir juntos por ser cristianos, ha sido para ir por los caminos de la confianza y la bondad de corazón; pero también, para poder invitar desde el silencio a seguir a Cristo construyendo la paz, no aceptando ningún fatalismo.

Él escribe: “El segundo milenio ha sido el tiempo en que muchos cristianos se han separado unos de otros. ¿Nos comprometeremos desde ahora, sin tardanza, desde el comienzo del tercer milenio, a hacer todo lo necesario para vivir en comunión y construir la paz en el mundo?” (¿Presientes una felicidad?, 2001).

El conocía bien que el camino ecuménico de la reconciliación no es fácil y que no pasa por su mejor momento; pero toda su vida ha sido un no a los fatalismos. Su existencia ha estado marcada por la belleza positiva de la confianza, impregnada del conocimiento del alma humana.

Él ha escrito: “La confianza permite asumir riesgos, avanzar incluso cuando sobreviene el fracaso.” (Carta de Taizé 1999-2001). “los más graves fracasos e incluso las situaciones menos soportables pueden ser elementos motores. Dios... construye también con tus pruebas” (Carta de Haití, 1984),

Pero sabiendo que Dios “nunca te conduce hacia el vértigo de los desánimos, con los cuales no propones más que la tristeza. Dios te lleva hacia realidades que disuelven las amarguras” (Carta de Etiopía, 1988).

6. PROFETA DEL ECUMENISMO

Una de las más originales aportaciones de Roger al ecumenismo ha sido: “Mostrar que la reconciliación es posible”. Como dice el nuevo prior, Hno Alois: “Ya no podemos buscar excusas para no reconciliarnos. Quedarán muchas cuestiones teológicas, pero ya podemos anticipar una reconciliación. El Hermano Roger dijo que había reconciliado la fe de sus orígenes con la fe de la Iglesia católica sin romper con nadie. Y nosotros continuaremos por ese camino.”

Ahí se encuentra hoy la comunidad ecuménica de Taizé

Pero durante el último Sínodo de Obispos sobre la Eucaristía, en las intervenciones de los delegados de otras confesiones cristianas, el representante de la Iglesia anglicana, John Hind, obispo de Chichester (Gran Bretaña), preguntó “¿Cuándo es oportuno compartir la santa Comunión? ¿Cómo debe interpretarse la comunión pública por parte del protestante Frère Roger Schutz?”. (Zenit 12/10/05).

La pregunta se hacía porque Roger, el hombre que inició su aventura escondiéndose en los bosques para cantar y rezar en solitario por respeto a los refugiados que acogía en su vieja casona de Taizé, fue visto recibiendo públicamente la comunión en la Plaza de San Pedro, de manos del que ahora es Papa Benedicto XVI.

La foto del hermano Roger en una silla de ruedas, acompañado por algunos de sus hermanos, recibiendo la comunión en la plaza de San Pedro con un rostro lleno de felicidad, ha dado la vuelta al mundo. Fue también su última aparición en los medios.

¿Cómo explicar que Ratzinger diera la comunión a un protestante? La respuesta para quienes, a veces, nos encerramos en la “soledad de lo idéntico” es sencilla: porque Roger se había convertido al catolicismo en secreto.

Pero la cuestión es muy otra. Y mucho más sabia, profética y original.

El cardenal Walter Kasper en su lección Doctoral en la Facultad de Comillas el 30 de marzo del 2004 había dicho que: “El ecumenismo no es un camino de sentido único… la forma de llevarlo a cabo no consiste en una simple vuelta de los demás al redil de la Iglesia Católica.”

Y el día de las exequias del Hermano Roger, el mismo cardenal Kasper, que presidía la Eucaristía en presencia de representantes de las demás iglesias cristianas, dijo de Roger que éste: “Quería vivir la fe de la Iglesia indivisa, sin romper con nadie, dentro de una gran fraternidad. Creía, sobre todo, en el ecumenismo de la santidad, la que cambia lo más profundo del alma y que, por sí sola, lleva hacia la comunión plena. Sí, la primavera del ecumenismo ha florecido en esta colina de Taizé, en esta Iglesia de la Reconciliación, en la que miembros de distintas tradiciones cristianas se reúnen en un marco de respeto y diálogo, en oración y compartiendo como hermanos, inspirados por la presencia y el ejemplo del Hermano Roger”.

Incluso el Papa Benedicto XVI, el viernes 19 de agosto, en el marco de las Jornadas Mundiales de la Juventud en Colonia (Alemania) y durante un discurso ante los representantes de distintas confesiones cristianas, dijo: “… quisiera recordar al gran pionero de la unidad, el hermano Roger Schutz, que ha desaparecido de forma trágica. Hacía mucho tiempo que nos conocíamos y siempre habíamos mantenido una cordial amistad.

Me visitaba con frecuencia y, como ya dije en Roma, el día de su fallecimiento recibí una carta suya que me conmovió porque allí reafirmaba su apoyo a mi camino y anunciaba su intención de visitarme. Hoy nos visita y nos habla desde el Cielo. Deberíamos escucharlo, prestar atención a su ecumenismo vivido espiritualmente y dejarnos guiar por su testimonio hacia un ecumenismo interiorizado y espiritualizado…”

Pero el pasado verano ha ocurrido algo que pone de manifiesto cómo no todos han comprendido la aportación del hermano Roger y el camino abierto por él. No todos han entendido su profetismo sabio, no impositivo. La pregunta hecha en el Sínodo de Obispos sigue preocupando a algunos. Quizás por eso Se ha hablado de una oculta “conversión al catolicismo” intentado opacar su imagen y “recuperar confesionalmente eso que, justamente él, quería sobrepasar.”

El 6 de septiembre de 2006, el periódico “Le Monde”, se hizo eco de las conjeturas de Yves Chiron (cfr. su carta de información Aletheia nº 95 del 01/08/06) historiador vinculado a corrientes tradicionalistas, que lanzó la idea de que el Hermano Roger se habría convertido al catolicismo en 1972 y que lo habría mantenido oculto, en secreto, porque no quería “romper la comunión ecuménica” en torno a Taizé.

Ante la publicación de Le Monde, la comunidad de Taizé envía un comunicado en el que explica el camino recorrido por el hermano Roger, y dice: “El hermano Roger, llevó a cabo un camino que no ha tenido precedentes desde la Reforma: entrar progresivamente en una plena “comunión” con la fe de la Iglesia Católica sin una “conversión” que hubiese implicado una ruptura con sus orígenes.

En 1972, el entonces obispo de Autun, Monseñor LeBourgeois, le dio, simplemente, la comunión por primera vez sin pedirle ninguna otra profesión de fe que el Credo recitado durante la Eucaristía, y que es común a todos los cristianos. Algunas personas que estuvieron presentes pueden atestiguarlo.”…

… Este camino del hermano Roger no ha tenido jamás nada de oculto. En 1980, con ocasión de un encuentro europeo de jóvenes en Roma, se expresó públicamente, en la basílica de San Pedro y en presencia del papa Juan Pablo II, en estos términos: “Encontré mi propia identidad de cristiano, reconciliando en mí mismo la fe de mis orígenes con el misterio de la fe católica, sin rupturas de comunión con nadie”.

Esta afirmación vuelve a aparecer en su último libro, publicado un mes antes de su asesinato, y que está recién editado en España “¿Presientes una felicidad?”, en la pág 90, dice: “encontré…mi propia identidad de cristiano, reconciliando en mí la fe de mis orígenes con el misterio de la fe católica, sin romper la comunión con nadie”

Con motivo de esta cuestión, el periodista de La Croix, Jean-Marie Guenois hace una entrevista al nuevo prior, Hermano Alois, y entre otras cuestiones le pregunta: ¿Por qué tanta discreción en torno a aquello que quería que fuera un testimonio?

Alois responde: “Como este recorrido fue progresivo y completamente nuevo, era difícil expresarlo y comprenderlo. Resultaba fácil malinterpretarlo. Por ello, si se habla a este respecto sobre “conversión” significa que no se ha comprendido la originalidad de lo que el Hermano Roger buscó.

La palabra “conversión” implica una ruptura con sus orígenes. El hermano Roger aceptó que, para algunos, una conversión individual pueda ser un camino, pero para él mismo y para nuestra comunidad prefería hablar de “comunión”.

Para él, entrar progresivamente en una plena comunión con la Iglesia católica se concretó en dos puntos que nunca mantuvo en secreto: recibir la eucaristía y reconocer la necesidad de un ministerio de unidad ejercido por el obispo de Roma.”
A la pregunta directa sobre si Roger se convirtió o no al catolicismo, el nuevo Prior responde con claridad: “No, el Hermano Roger nunca se «convirtió» formalmente al catolicismo. Si lo hubiera hecho, lo habría dicho, pues él nunca ocultó nada de su recorrido. A través de sus libros y escritos, a menudo como si fuera un diario, explicaba lo que descubría y vivía”.
El pastor Gill Daudé, responsable del servicio de relaciones ecuménicas de la Federación Protestante de Francia, ha escrito al respecto: “El hermano Roger entró en un camino post-confesional o, por decirlo de otra manera, sobrepasó los enclaves confesionales. Esto nos parece insólito, parece ir más allá de lo que podemos imaginar, pero ese era su camino”.
Gill Daudé nos ayuda a comprender que Roger ha dejado claro con dichos y hechos que se puede cerrar definitivamente aquella Reforma y sus heridas.
Con motivo de este asunto también se ha pronunciado el obispo de Nanterre, Mons. Gérar Daucourt, miembro del consejo pontificio para la promoción por la unidad de los cristianos, en un escrito del 7 de septiembre de 2006 dice: “En los documentos oficiales para las personas ya bautizadas, la Iglesia católica no habla de conversión al catolicismo, sino de admisión a la plena comunión en la Iglesia católica. Hay muchas maneras posibles de llevar a cabo dicho camino, pero en todas, se requiere de un documento escrito y firmado. Ningún documento de este tipo existe concerniente al hermano Roger. Él reconocía, como todos sus hermanos, el ministerio de comunión universal del Papa. Compartía la fe católica en el ministerio y en la Eucaristía. Veneraba a la Virgen María. Quiso vivir esto sin romper con nadie. Era la posición que intentaba tener, no sin tensiones interiores, apoyada en la esperanza de una restauración cercana de la unidad visible entre todos los cristianos.”

El obispo de Nanterre termina su escrito diciendo: “El hermano Roger ha indicado un camino y ha abierto, a miles de jóvenes y adultos, las puertas para que el ecumenismo sea, sobre todo, un intercambio de dones.”

7. CONCLUSION

Siguiendo el versículo del salmo 18 “con mi Dios yo salto la muralla” podemos decir que Roger ha saltado muros inexpugnables en su itinerario ecuménico.

Cuando en 1970 parecía inconcebible que unos hermanos de origen protestante y otros de origen católico formaran juntos, con el acuerdo de la autoridad, una sola comunidad, Roger mostró que esa unidad era posible sin que nadie renunciase a sus orígenes.

Desde 1966 él hablaba a los hermanos de prepararse para acoger a los jóvenes y les hacía imaginar las adaptaciones que reclamaría esa acogida. Él sabía que habría que saltar la muralla de la ruptura entre generaciones.

Cuando Roger hizo llamadas a los cristianos para reconciliarse sin tardanza no tuvo el eco deseado. Para él la división de los cristianos era mantenida artificialmente. Por eso quiso, remitiendo fuertemente a lo esencial, saltar ese muro que ya no tiene razón de existir.

Con una pacífica insistencia, ha intentado una y otra vez que el ecumenismo no permaneciera en punto muerto. Era consciente de que la primera etapa del ecumenismo ha sido superada. Ha pasado la etapa de los gestos. Es necesario un paso nuevo en el camino de la reconciliación

El camino abierto por Roger, entre otras cosas, es una llamada a “ensanchar” la “catolicidad”. Vivenciar la Iglesia Indivisa, desde la bondad del corazón humano, buscando no herir a nadie sino construir la fraternidad que el Espíritu Santo, dado por Cristo, hace germinar en el mundo. Una catolicidad reconciliada, una nueva manera de acogernos los unos a los otros.

Escuchando a los jóvenes fue transformado pacientemente la oración común de la comunidad, dejando caer los elementos no esenciales, para que la misma oración devenga contemplativa

Con los jóvenes ha estado siempre atento a poner el Evangelio al alcance de la mano desde la vulnerabilidad humana. No echando fardos innecesarios que impidan el encuentro con la verdadera exigencia de Jesús: el perdón, la paz, el amor a todo ser humano sin excepción.

Tanto la comunidad como muchos amigos de Taizé a través de toda la tierra, estamos convencidos de que el Hermano Roger, con su existencia y con el don último de su propia vida, ha abierto un camino para quienes rezan y trabajan por la reconciliación de las iglesias y por la paz entre los pueblos.

Él se preguntaba: “¿Cómo anticipar una reconciliación?”. Y no dudaba en la respuesta: “Empezando por reconciliar en ti mismo lo mejor de los dones depositados por Dios en el pueblo cristiano durante dos mil años de peregrinación.”
El don está hecho, otra cosa es que los hombres y mujeres de iglesia lo quieran o puedan tomar en serio.
Cuando pienso en su martirio y en el de tantos otros que se han convertido en puntos de luz para los que somos peregrinos de la fe, comprendo mejor eso de que el “sufrimiento inmerecido es redentor”, pero también me doy cuenta que, se haga la resistencia que se haga esta situación de ruptura y división puede y va a ser cambiada, porque son demasiados los mártires que han dando tantos golpes al muro de la intolerancia y la indiferencia, que no va a ser necesario saltarlo. Esa muralla ya se tambalea. El camino está abierto, sigamos empujando hasta hacerla caer.

HERMANO ROGER DE TAIZÉ:
ALGUNOS RASGOS BIOGRÁFICOS
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Todo comenzó con una gran soledad cuando, en agosto de 1940, a la edad de veinticinco años, el hermano Roger dejó su país natal, Suiza, para ir a vivir a Francia, el país de su madre. Desde hacía varios años, llevaba consigo la llamada a crear una comunidad en la que se concretara todos los días una reconciliación entre cristianos, «donde la bondad del corazón fuera vivida muy concretamente, y donde el amor estuviera en el corazón de todo». Esta creación, el hermano Roger deseaba insertarla en el sufrimiento del momento, y fue así como, en plena guerra mundial, se instaló en la pequeña aldea de Taizé, en Borgoña, a unos kilómetros de la línea de demarcación que dividía a Francia en dos. Escondió entonces a refugiados (particularmente a judíos), quienes sabían que al escapar a la zona ocupada, podrían encontrar refugio en su casa.

Más tarde, algunos hermanos se unen a él, y el día de Pascua de 1949 los primeros hermanos se comprometen para toda la vida en el celibato, la vida común y una gran sencillez de vida.

En el silencio de un largo retiro, en el transcurso del invierno de 1952-1953, el fundador de la comunidad escribió la Regla de Taizé, que expresa para sus hermanos «lo esencial que permite la vida común».

A partir de los años cincuenta, algunos hermanos han ido a vivir en lugares desfavorecidos para estar al lado de los que sufren.

Desde finales de los años cincuenta, el número de jóvenes que visitan Taizé se incrementó sensiblemente. A partir de 1962, algunos hermanos y algunos jóvenes, enviados por Taizé, no dejaron de ir y venir a los países de Europa del Este, con la mayor discreción, para no comprometer a aquellos que apoyaban. Pero algunos muros cayeron y hubo fronteras que se abrieron al son de cantos de Taizé entonados por jóvenes que supieron esperar activamente ese momento.

De 1962 a 1989, el propio hermano Roger visitó la mayoría de los países de Europa del Este, a veces para encuentros de jóvenes, autorizados pero muy vigilados, a veces para simples visitas, sin posibilidad de hablar en público («Me callaré con vosotros», decía a los cristianos de esos países).

Fue en 1966 cuando algunas hermanas de San Andrés, comunidad católica internacional fundada hace más de siete siglos, fueron a vivir a la aldea vecina y comenzaron a asumir una parte de las tareas de la acogida. Más recientemente algunas hermanas ursulinas polacas vinieron también para aportar su colaboración.

La comunidad de Taizé reúne actualmente unos cien hermanos, católicos o de diversos orígenes evangélicos, procedentes de más de veinticinco naciones. A través de su propia existencia, la comunidad es un signo concreto de reconciliación entre cristianos divididos y entre pueblos separados.

En dos de sus últimos libros, Dios sólo puede amar (PPC), y, ¿Presientes una felicidad? (PPC), el hermano Roger describe su camino ecuménico: "¿Podría recordar a través de estas líneas que mi abuela materna descubrió intuitivamente como una clave para la vocación ecuménica que ella me abrió un camino para concretarlo? Marcado por el testimonio de su vida, y siendo todavía muy joven, encontré tras ella mi propia identidad de cristiano reconciliando en mí mismo la fe de mis orígenes con el misterio de la fe católica, sin ruptura de comunión con nadie."
Los hermanos no aceptan ningún donativo, ningún regalo. Tampoco aceptan para ellos mismos sus propias herencias personales, sino que las dan a los más pobres. Con su trabajo la comunidad se gana la vida y comparte con otros.

Algunas pequeñas fraternidades se encuentran actualmente insertadas en barrios desheredados en Asia, en África, en América del Sur y del Norte. Los hermanos intentan allí compartir las condiciones de vida de aquellos que les rodean, esforzándose para ser una presencia de amor al lado de los más pobres, niños de la calle, presos, moribundos, los que se encuentran heridos hasta en lo más profundo debido a rupturas afectivas, por abandonos humanos.

Viniendo del mundo entero, los jóvenes se encuentran actualmente en Taizé todas las semanas del año para encuentros que pueden reunir de un domingo a otros hasta seis mil personas procedentes de más de setenta naciones. Con los años, cientos de miles de jóvenes han pasado por Taizé, meditando el tema «vida interior y solidaridades humanas». Buscan descubrir, en las fuentes de la fe, un sentido a su vida y se preparan para asumir responsabilidades allí donde viven.

Hombres de Iglesia visitan de igual modo Taizé, y la comunidad acogió de esta manera al papa Juan Pablo II, a tres arzobispos de Cantorbery, a metropolitas ortodoxos, a los catorce obispos luteranos de Suecia y a numerosos pastores del mundo entero.

Para apoyar a las jóvenes generaciones, la comunidad de Taizé anima una «peregrinación de confianza a través de la tierra». Esta peregrinación no organiza a los jóvenes en un movimiento que estuviera centrado en la comunidad, sino que les estimula a ser portadores de paz, de reconciliación y de confianza en sus ciudades, universidades, lugares de trabajo, en sus parroquias, y ello en comunión con todas las generaciones. Como etapa de esa «peregrinación de confianza a través de la tierra», un encuentro europeo de cinco días reúne al final de cada año varias decenas de miles de jóvenes en una metrópolis europea, del Este o del Oeste. Este año el Encuentro Europeo de Jóvenes será en Zagreb.

Con ocasión del encuentro europeo, el hermano Roger publicaba todos los años una «carta», traducida en más de cincuenta lenguas, retomada y meditada durante el año por los jóvenes, allí donde viven o durante los encuentros en Taizé. Con frecuencia esta carta la escribía el Hno. Roger en un lugar de pobreza donde vivía por un tiempo (Calcuta, Chile, Haití, Etiopía, Filipinas, Sudáfrica...).

Hoy, por todo el mundo, el nombre de Taizé evoca paz, reconciliación, comunión, y la espera de una primavera para la Iglesia: «Cuando la Iglesia escucha, cura, reconcilia, ella llega a ser lo que es en lo más luminoso de sí misma: diáfano reflejo de un amor» (Hermano Roger).


ALGUNOS LIBROS DEL HERMANO ROGER DE TAIZÉ


1958, Vivir el hoy de Dios ;

1965, Dinámica de lo provisional

1968, La violencia de los pacíficos;

1971, Que tu fiesta no tenga fin

1973, Lucha y contemplación;

1976, Vivir lo inesperado

1979, Asombro de un amor;

1980, Las fuentes de Taizé

1982, Florecerán tus desiertos;

1985, Pasión de una espera

1988, Su amor es un fuego;

1995, En ti la paz

2001, Dios sólo puede amar;

2005 ¿Presientes una felicidad?

2006 Orar en el silencio del corazón. Cien oraciones.

1992, junto con Madre Teresa: La oración, frescor de una fuente

LIBROS DE OTROS AUTORES SOBRE EL HERMANO ROGER Y TAIZÉ

KATHRYN SPINK: La vida del Hermano Roger, HERDER

OLIVIER CLÉMENT: Taizé. Un sentido a la vida, NARCEA

REX BRICO: El Hermano Roger y Taizé, HERDER

CHANTAL JOLY: Retrato de Taizé, PPC

SANTIAGO PÉREZ BARRAL: Taizé, fuente de confianza, Ed STJ

JOSE MIGUEL DE HARO: En el deseo y la sed de Dios. Desde las Cartas del hermano Roger de Taizé. PPC

EL HERMANO ROGER RECIBIÓ ENTRE OTROS LOS SIGUIENTES PREMIOS

09 04 1974 : Templeton Prize, London (Premio Templeton, Londres)

13 10 1974 : Friedenspreis des Börsenverein des deutschen Buchhandels, Frankfurt (Premio de la Paz de los Libreros alemanes, Frankfurt)

21 09 1988 : Prix UNESCO de l’Education pour la Paix, Paris (Premio de la UNESCO de la Educación para la paz, París)

04 05 1989 : Karlspreis, Aachen (Premio Carlomagno, Aquisgrán)

20 11 1992 : Premio Robert Schuman, Estrasburgo

24 04 1997 : Award for international humanitarian service, Université de Notre Dame, Indiana, USA (Premio por un servicio humanitario internacional, Universidad de Notre Dame, Indiana, Estados Unidos)

22 10 2003 : Dignitas Humana Award, Saint John’s University, Collegeville, Minnesota, USA (Premio por la defensa de la Dignidad Humana, Universidad Saint John, Collegeville, Minnesota, Estados Unidos)

NOTA:

Este año se ha concedido a la Comunidad Ecuménica de Taizé el Premio Cuatro Libertades (Four Freedoms Award), otorgado por el Instituto Roosevelt de Nueva York

PARA MÁS INFORMACIÓN:

www.taize.fr


 
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22 Noviembre, 2006
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