SIBIU (Rumanía):
III Asamblea Ecuménica Europea:
«¡La luz de Cristo ilumina a todos!»
Del 4 al 9 de septiembre se han reunido en SIBIU (Rumanía) unos
2.500 delegados cristianos entre ortodoxos, protestantes y católicos
para la III ASAMBLEA ECUMÉNICA EUROPEA (www.eea3.org) con el lema:
“¡LA LUZ DE CRISTO ILUMINA A TODOS!”
Esta Asamblea buscaba promover la colaboración entre las Iglesias
y confesiones cristianas de Europa y promover las relaciones con el resto
de los creyentes y no creyentes.
Para un mayor conocimiento presentamos el documento final
* * *
III ASAMBLEA ECUMÉNICA EUROPEA
Sibiu, Rumanía
4 – 9 septiembre 2007
MENSAJE FINAL DE LA ASAMBLEA
SÁBADO, 8 DE SEPTIEMBRE DE 2007
FESTIVIDAD DE LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA
¡La luz de Cristo ilumina a todos!
Nosotros, peregrinos cristianos de toda Europa y más allá,
damos testimonio del poder transformador de esta luz, que es más
poderosa que las tinieblas, y la proclamamos como esperanza que abraza
todos los aspectos para nuestras Iglesias, para toda Europa y para el
mundo entero.
En el nombre del Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos
hemos reunido en la ciudad de Sibiu, Rumanía (4-9 de septiembre
de 2007). Esta Tercera Asamblea Ecuménica Europea se ha caracterizado
por la riqueza de la espiritualidad y de la tradición ortodoxa.
Recalcamos y renovamos los serios compromisos que ya hemos asumido en
Basilea y en Graz y lamentamos que, hasta ahora, no hemos conseguido tener
fe en algunos de ellos. Con todo, nuestra confianza en el poder transformador
de la luz de Cristo es más fuerte que la oscuridad de la resignación,
del fatalismo, del temor y de la indiferencia.
Nuestra Tercera Asamblea Ecuménica comenzó en 2006 en Roma
y prosiguió en 2007 en Wittemberg. En el marco de esta peregrinación
ecuménica se han organizado numerosos encuentros regionales, además
del de las Iglesias ortodoxas en Rodas y el de jóvenes en St. Maurice.
Acogemos con alegría el empeño de los jóvenes y la
contribución que han ofrecido a la Asamblea. Asistida y motivada
por la Charta Oecumenica, nuestra Asamblea ha llevado adelante el trabajo
iniciado en las asambleas precedentes y han representado una ocasión
para un intercambio de dones y de enriquecimiento recíproco.
No estamos solos en esta peregrinación. Cristo está con
nosotros y en la gran nube de los testigos (Hb 12,1), los mártires
contemporáneos nos acompañan: el testimonio de sus vidas
y de sus muertes nos inspira a nivel individual y como cuerpo. En comunión
con ellos, nos comprometemos a actuar de manera que la luz de Cristo transfigurado
resplandezca por medio de nuestros testimonios, profundamente arraigados
en la oración y en el amor. Esta es nuestra humilde repuesta al
sacrificio de sus vidas.
LA LUZ DE CRISTO EN LA IGLESIA
La luz de Cristo nos lleva a vivir para los demás y en comunión
entre nosotros. Nuestro testimonio a favor de la esperanza y de la unidad
por Europa y por el mundo será creíble sólo si proseguimos
nuestro camino hacia la unidad visible. Unidad no significa uniformidad.
Existe un enorme valor al volver a experimentar esa koinonia y en el intercambio
de esos dones espirituales que han dado fuerza al movimiento ecuménico
desde el principio.
En Sibiu hemos sentido de nuevo la dolorosa herida de la división
entre nuestras Iglesias. Esto afecta también a nuestra compresión
de su unidad. Los evidentes desarrollos históricos y culturales
en el cristianismo oriental y occidental han contribuido a estas diferencias,
y su comprensión exige nuestra urgente atención y un diálogo
permanente.
Estamos convencidos de que la familia cristiana ampliada debe afrontar
las cuestiones doctrinales y debe también buscar un consenso más
amplio respecto a los valores morales derivados del Evangelio y un estilo
de vida creíble que testimonie en el gozo la luz de Cristo en nuestro
exigente mundo laico moderno, en la esfera privada así como en
la pública.
Nuestra espiritualidad cristiana constituye un tesoro precioso: una vez
abierto, revela la variedad de sus riquezas y abre nuestros corazones
a la belleza del rostro de Jesús y al poder de la oración.
Sólo si estamos más cerca de nuestro Señor Jesucristo
nos podemos acercar más entre nosotros y experimentar la verdadera
koinonia. No podemos dejar de compartir estas riquezas con todos los hombres
y las mujeres que buscan la luz en este continente. Los hombres y las
mujeres espirituales comienzan con la propia conversión y esto
lleva a la transformación del mundo. Nuestro testimonio ante la
luz de Cristo se corresponde a un empeño fiel a escuchar, vivir
y compartir nuestras historias de vida y de esperanza que nos han modelado
como discípulos de Cristo.
Primera recomendación: Recomendamos renovar nuestra
misión como individuos creyentes y como Iglesias para proclamar
a Cristo como la Luz y el Salvador del mundo.
Segunda recomendación: Recomendamos proseguir
el debate sobre el reconocimiento recíproco del bautismo, teniendo
en cuenta los importantes resultados sobre este tema en diversos países
y siendo conscientes de que la cuestión está profundamente
conectada con una comprensión de la Eucaristía, del ministerio
y de la eclesiología en general.
Tercera recomendación: Recomendamos encontrar
los modos de experimentar las actividades que nos unan: la oración
del uno por el otro y por la unidad, peregrinaciones ecuménicas,
formación teológica y estudio en común, iniciativas
sociales y diaconales, proyectos culturales, sostener la vida de la sociedad
basada en los valores cristianos.
Cuarta recomendación: Recomendamos la participación
completa de todo el pueblo de Dios y, en esta Asamblea en particular,
a prestar atención al llamamiento de los jóvenes, de los
ancianos, de las minorías étnicas, de los discapacitados.
LA LUZ DE CRISTO PARA EUROPA
Sostenemos que todo ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de
Dios (Gn 1,27) y merece el mismo grado de respeto y amor aunque haya diferencias
de credo, cultura, edad, género, origen étnico, desde el
inicio de la vida hasta la muerte natural. En la conciencia de que nuestras
raíces comunes son mucho más profundas que nuestras divisiones,
mientras buscamos la renovación y la unidad y entender el papel
de las Iglesia en la sociedad europea de hoy, nos hemos concentrado en
el encuentro con las personas de otras religiones. Conscientes, en particular,
de la relación única que tenemos con el pueblo judío
en cuanto pueblo de la Alianza, rechazamos todas las formas contemporáneas
de antisemitismo y, junto a ellas, queremos promover Europa como un continente
libre de toda forma de violencia. En nuestra historia europea ha habido
períodos de duros conflictos, pero también ha habido etapas
de coexistencia pacífica entre las personas de todas las religiones.
Hoy no existe otra alternativa al diálogo: no una componenda, sino
un diálogo de la vida en el que podamos decir al verdad en el amor.
Necesitamos todos aprender más sobre todas las religiones, y las
recomendaciones de la Carta Ecuménica habría que desarrollarlas
ulteriormente. Dirigimos un llamamiento a nuestros hermanos cristianos
y a todos cuantos creen en Dios para que respeten el derecho de las demás
personas a la libertad religiosa, y expresamos nuestra solidaridad respecto
a las comunidades cristianas que viven en Oriente Medio, en Irak o en
otras partes del mundo como minorías religiosas y sienten que su
existencia está amenazada.
Encontrado a Cristo en nuestros hermanos y en nuestras hermanas en la
necesidad (Mt 25, 44-45), iluminados a la vez por la luz de Cristo, nosotros,
cristianos, de acuerdo con los mandamientos de la Biblia por la unidad
de la humanidad (Gn 1, 26-27), nos comprometemos: a arrepentirnos del
pecado de la exclusión, a profundizar en nuestra comprensión
de la «alteridad», a defender la dignidad y los derechos de
cada ser humano, a asegurar la tutela de quienes más la necesitan,
a compartir la luz de Cristo que otros trajeron a Europa. Hacemos un llamamiento
a los Estados europeos a fin de que pongan fin a la injustificable detención
administrativa ilegal de los migrantes, realicen todo esfuerzo para asegurar
la inmigración regular, la integración de los migrantes,
de los refugiados y de quienes piden asilo, apoyen el valor de la unidad
de la familia y combatan el tráfico de seres humanos y su explotación.
Dirigimos un llamamiento a las Iglesias para que intensifiquen su atención
pastoral de los inmigrantes vulnerables.
Quinta recomendación: Recomendamos que nuestras
iglesia reconozcan que los inmigrantes cristianos no son simples destinatarios
de atención religiosa, sino que pueden desempeñar un papel
completo y activo en la vida de la Iglesia y de la sociedad; que ofrezcan
una mejor atención pastoral para los migrantes, los demandantes
de asilo y los refugiados; que promuevan los derechos de las minorías
étnicas en Europa, en particular del pueblo gitano.
Muchos de nosotros estamos agradecidos por haber podido experimentar
profundos cambios en Europa en las últimas décadas. Europa
es más de la Unión Europea. Como cristianos compartimos
la responsabilidad de plasmar Europa como un continente de paz, solidaridad,
participación y sostenibilidad. Apreciamos el empeño de
las instituciones europeas: la UE, el Consejo de Europa y la OSCE por
un diálogo abierto, transparente y regular con las Iglesias de
Europa. Los más altos representantes nos han honrado con su presencia
y han expresado en tal modo un fuerte interés en nuestro trabajo.
Debemos afrontar el desafío de llevar energía espiritual
a este diálogo. Europa nació como un proyecto político
para garantizar la paz y ahora debe transformarse en una Europa de los
pueblos, más que en un espacio económico.
Sexta recomendación: Recomendamos desarrollar
la Carta Ecuménica como directriz capaz de estimular nuestro camino
ecuménico en Europa.
LA LUZ DE CRISTO PARA EL MUNDO ENTERO
La Palabra de Dios nos interpela a nosotros y a nuestra cultura europea:
¡los que viven ya no deberían vivir para sí mismos,
sino por aquél que ha muerto por ellos y ha resucitado! Los cristianos
deben estar libres del temor y de la insaciable avaricia que nos empuja
a vivir para nosotros mismos, impotentes, prevenidos y cerrados. La Palabra
de Dios nos invita a no desperdiciar el precioso patrimonio de aquellos
que en los últimos 60 años han trabajado por la paz y la
unidad en Europa. La paz es un don extraordinario y precioso. Países
enteros aspiran a la paz. Pueblos enteros esperan ser liberados de la
violencia y del terror. Nos comprometemos con apremio a renovar nuestros
esfuerzos por estos objetivos. Rechazamos la guerra como instrumento para
la resolución de los conflictos, para los cuales promovemos los
medios no violentos, y expresamos nuestra viva preocupación por
el rearme militar. ¡La violencia y el terrorismo en nombre de la
religión son una negación de la religión!
La luz de Cristo resplandece en el término «justicia»,
uniéndola con la misericordia divina. Así iluminada, escapa
a cualquier pretensión ambigua. En todo el mundo –también
en Europa— el actual proceso de la radical globalización
del mercado está profundizando la división de la sociedad
humana entre vencedores y vencidos, disminuye el valor de innumerable
personas, tiene implicaciones catastróficas en términos
ambientales y, de forma específica en lo relativo a los cambios
climáticos, no es compatible con un futuro sostenible de nuestro
planeta.
Séptima recomendación: Exhortamos a todos
los cristianos europeos a sostener firmemente los Objetivos de Desarrollo
del Milenio de las Naciones Unidas como medida práctica urgente
para aliviar la pobreza.
Octava recomendación: Recomendamos que, por parte
del CCEE y de la CEC, junto a las Iglesias de Europa y a las Iglesias
de los demás continentes, se ponga en marcha un proyecto consultivo
que afronte las problemáticas de la responsabilidad europea respecto
a la justicia ecológica, ante la amenaza de los cambios climáticos;
la responsabilidad europea en relación con un adecuado planteamiento
de la globalización, así como respecto al pueblo gitano
y las demás minorías étnicas europeas.
Hoy más que nunca reconocemos que África, un continente
ya íntimamente unido con nuestra historia y con nuestro futuro,
experimenta niveles de pobreza ante los cuales no podemos permanecer indiferentes
e inactivos. Las heridas de África han conmovido el corazón
de nuestra Asamblea.
Novena recomendación: Recomendamos sostener las
iniciativas para la cancelación de la deuda y la promoción
del comercio equitativo y solidario.
A través de un diálogo sincero y objetivo, contribuyamos
y promovamos la creación de una Europa renovada en la que los inmutables
principios y valores morales cristianos, obtenidos directamente del Evangelio,
sirven de testimonio y nos impulsan a un compromiso activo en la sociedad
europea. Nuestra tarea consiste en promover estos principios y valores,
no sólo en la vida privada, sino también en la esfera pública.
Deseamos cooperar con las personas de las demás religiones que
comparten nuestra preocupación por crear una Europa de los valores
que prospere también política y económicamente.
Preocupados por la creación de Dios, rogamos una mayor sensibilidad
y respeto por su maravillosa diversidad. Trabajemos para contrarrestar
su vergonzosa explotación a causa de la cual toda la creación
gime esperando la redención (Rm 8, 22-23) y comprometámonos
por emplearnos en la reconciliación entre la humanidad y la naturaleza.
Décima recomendación: Recomendamos que
el período entre el 1 de septiembre y el 4 de octubre se dedique
a orar por la protección de la creación y a la promoción
de estilos de vida sostenibles para contribuir a invertir la tendencia
del cambio climático.
Rendimos homenaje a cuantos han contribuido a este camino, en particular
a los jóvenes de Young Oikumene, que han exhortado a los participantes
de esta Asamblea a ser valientes en vivir el Evangelio, nos unimos en
la oración.
Oh Cristo, Verdadera Luz que ilumina y santifica a cada ser humano que
viene a este mundo : haz que brille sobre nosotros la luz de tu presencia,
para que en ella podamos contemplar la luz inaccesible, y guía
nuestros senderos para poner por obra tus mandamientos. Danos la salvación
y llévanos a tu reino eterno, porque Tú eres nuestro Creador
y Dador de todo lo que es bueno. Nuestra esperanza descansa en Ti y te
damos gloria, ahora por siempre. Amen.
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