Myanmar: en un país sin tejido social, los monjes toman la iniciativa

¿Ansia de libertad? Por el momento, hambre y miseria; sin embargo, el papel de los monjes budistas podría llevar a un cambio en el país.

Myanmar, la antigua Birmania, es un país de 56 millones de habitantes, de los cuales más del 25% vive con menos de un dólar al día y en el que la gasolina ha subido de precio un 500% en un mes, pese a que el país tiene reservas de gas natural equivalentes a 600 millones de barriles.

Hay escasez de electricidad incluso en muchas ciudades de tamaño mediano, con luz sólo unas horas al día. La Junta Militar que gobierna Myanmar está ocupada en un proyecto faraónico: construir una nueva capital, Naypyidaw, en medio de la selva, dejando desatendidas áreas enteras de ciudades sin agua. Trasladar la capital se considera que costará unos 300.000 millones de dólares. Mantener un ejército de más de 375.000 hombres tampoco es barato.

Según AsiaNews, el precio del aceite de palma, un bien básico, ha subido un 85% en poco tiempo. Myanmar era la mayor exportadora de arroz del mundo y ahora muchos de sus ciudadanos sufren malnutrición. Frank Smithuis, que colabora con Médicos Sin Fronteras, explica a AsiaNews que  la gente pasó de tres comidas al día a dos; luego a una. Una comida no es bastante".

Tuberculosis, malaria y sida afligen un país donde sólo quien paga puede acceder a la medicina. Hay muchas zonas sin escuelas. La Junta Militar trasladó la universidad a las afueras de Yangon para controlar mejor las manifestaciones de estudiantes.

Un sueldo mensual mediano es de 20.000 ó 30.000 kyat. Pero un billete de autobús para ir al trabajo ya cuesta 200 kyat.

Son estas causas económicas las que han agitado las protestas. También en 1988 fue la crisis económica lo que causó alborotos reprimidos con más de 3.000 muertos. Después hubo elecciones. Aung San Suu Kyi ganó las elecciones de 1989-90 con el 82% de los votos, y el partido socialista del gobierno obtuvo el 10%. Fue arrestada y mantenida bajo vigilancia, incluso después de recibir el premio Nobel de la Paz.

¿Por qué los monjes?

¿Por qué han sido los monjes budistas los que han iniciado y vertebrado la protesta? Básicamente, porque en el país no hay nada más. No hay tejido social.

El sacerdote del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME) y experto en la región, el padre Piero Gheddo explicaba a la agencia Zenit que el hecho de que sean los monjes los que se han echado a las calles responde a la inexistencia de una fuerza popular. "Han abolido partidos, sindicatos, prensa libre, asociaciones, también las que no tenían nada de político -explica el padre Gheddo-. Quien gobierna, en Birmania, quien domina la situación es sólo, sólo, sólo el gobierno y quien está con el gobierno".

En Myanmar, el 72% de la población es budista; hay un 12,6% de animistas, un 8% de cristianos y un 2,4% de musulmanes. La Junta Militar, de ideología socialista, apoyada por la China comunista, tiende a reprimir toda expresión religiosa que no sea un budismo "políticamente correcto" y sometido al sistema.

Los católicos son apenas 600.000, atendidos por 16 obispos, 600 sacerdotes, 1.400 religiosos y 3.000 catequistas. Al contrario que en China, los obispos no están encarcelados, desaparecidos o simplemente muertos. Hay cierto nivel de vigilancia sobre ellos, como sobre todas las minorías. El régimen birmano, al contrario que su aliado chino, no ha establecido una iglesia "católica patriótica" bajo su control. Los católicos son poco relevantes según su visión.

Los obispos de Myanmar estos días llaman a la oración por el bien del país. De hecho, la Iglesia allí lleva en campaña especial de oración desde el 1 de febrero "por la paz y el desarrollo del país".  Mientras miles de monjes budistas recorren las calles con sus túnicas azafrán, el episcopado católico recuerda que el clero no puede formar parte de partidos políticos.



El asombroso entusiasmo laico por los monjes

"El gobierno ha reaccionado conforme al patrón tradicional: acusa a los monjes de inmiscuirse en la política, de provocar un conflicto, y de intentar subvertir las leyes.

Por el contrario, la prensa extranjera transmite una visión muy positiva de la postura de los monjes. Se reconoce que son objeto de gran reverencia entre la población birmana, que es altamente devota. Pero esta vez no se critica este clericalismo, ni se acusa a los monjes de intentar imponer sus criterios en la vida civil. Al contrario, se subraya que constituyen ”la más alta autoridad moral del país”. Se alaba su valentía, determinación y disciplina, frente a las presiones del gobierno. Y se augura que su movimiento pueda derribar al gobierno de los militares.

El carácter pacífico de sus protestas desmiente también el cliché de que una fuerte creencia religiosa desemboca en soluciones violentas. En Myanmar estamos viendo lo que también ha ocurrido en otros sitios, desde Filipinas a Polonia: la religión ha movilizado a multitudes para que se opusieran a regímenes dictatoriales, para impulsar transiciones democráticas, apoyar los derechos humanos y buscar la reconciliación nacional. Y si alguna sangre se ha vertido, ha sido por parte de los poderes que se resistían al cambio. Así la inspiración religiosa ha estado en la base de la instauración de la democracia en no pocos regímenes de Latinoamérica, de Europa Central y del Este, y de algunos países de África y Asia.

Esta vez solo la junta militar birmana ha gritado “los monjes, a los templos”.

El último precedente: democracia budista en Bhutan

El último país de cultura budista en acceder a la democracia fue Bhutan, en el Himalaya, en el 2005. Su constitución empezaba así: "nosotros, el pueblo de Bhutan, bendecidos con las luminosas bendiciones de la Triple Gema, la protección de nuestras deidades guardianas, la sabiduría de nuestros líderes..."  Se definía su forma de gobierno como Monarquía Constitucional Democrática.

El artículo 3, sobre la Herencia Espiritual de Bhutan declaraba: "El budismo es la herencia espiritual de Bhutan, que promueve entre otros los principios y valores de la paz, la no-violencia, la compasión y la tolerancia. [...] Será responsabilidad de las instituciones y personalidades religiosas promover la herencia espiritual del país asegurándose que la religión se mantiene separada de la política en Bhután. Las personalidades e instituciones religiosas permanecerán por encima de la política (shall remain above politics)." Este artículo establece diversos cargos espirituales entre el clero monacal budista.

El artículo 7, sobre Derechos Fundamentales en Bhutan, declaraba el derecho a la vida, libertad y seguridad de los ciudadanos butaneses, así como su "derecho a la libertad de expresión, opinión y discurso". "Un ciudadano butanés tendrá libertad de pensamiento, conciencia y religión. Nadie será impelido a pertenecer a otra fe por medios de coerción o incentivos." También recoge la libertad de prensa y comunicación y el derecho de los ciudadanos a la información, al voto, a la propiedad, etc...

Sin duda, es deseable que Myanmar pudiese seguir una senda similar. La participación de budistas, cristianos, musulmanes y los valores de "la paz, la no-violencia, la compasión y la tolerancia" pueden ser muy buenos cimientos para una nueva sociedad.

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