Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2008
Textos bíblicos, meditaciones
y oraciones para el Octavario
Día primero (18 de enero):
Orad siempre
No ceséis de orar
(1 Tes 5,17)
- Is 55,6-9: “Buscad al Señor mientras se le encuentra”
- Sal 34: “Llamé al Señor y él me respondió”
- 1 Tes 5,13b-18: “No ceséis de orar”
- Lc 18,1-8: “Orar constantemente y sin desfallecer”
Comentario
Pablo escribe: “Estad siempre alegres. No ceséis de orar. Manteneos en constante acción de gracias, porque esto es lo que Dios quiere de vosotros como cristianos”. ¿Pero qué significa orar sin cesar?Que toda nuestra vida puede ser una búsqueda de Dios, en la convicción de que si buscamos, encontraremos.
En pleno exilio, cuando todo parece inútil y sin esperanza, el profeta Isaías proclama: “Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca”. Incluso en el exilio, el Señor está cerca de su pueblo y le exhorta a dirigirse a él en la oración. En el salmo 34 encontramos esta convicción profética: el Señor responderá a la llamada de los que lo invocan.
El relato del evangelio de Lucas, es una manera de recordar la necesidad de una oración constante, “orar siempre y sin desfallecer”, y la certeza de que la oración será escuchada: “¿No haría Dios justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?”.
Como cristianos en búsqueda de la unidad, meditamos sobre estas lecturas para encontrar “la voluntad de Dios” respecto a nosotros “en Cristo Jesús”. La llamada a orar sin cesar se convierte en parte integral de la intercesión eterna de Cristo ante el Padre: “Que todos sean uno… para que el mundo crea… ”.
La unidad es un don que Dios hace a la Iglesia. Es también la vocación de los cristianos destinados a vivir este don. La oración por la unidad es la fuente de donde brota cualquier esfuerzo humano dedicado a manifestar la unidad plena y visible. Con el fin de no desalentarnos, debemos ser constantes en la oración y buscar al Señor y su voluntad en todo lo que emprendemos y en todo lo que somos.
- Oremos por las Iglesias Orientales separadas en el siglo V: la Iglesia Asiria, Jacobita, Malankar (India), Copta (Egipto), Etíope y Armenia.
- Demos gracias por las misioneras y misioneros que ya viven la colaboración ecuménica y el diálogo interreligioso.
Oración
Señor de la unidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te pedimos sin cesar para que todos seamos uno como tú eres uno. Padre, oye nuestra llamada cuando te buscamos. Cristo, condúcenos a la unidad que deseas para nosotros. Espíritu Santo, procura que no nos desalentemos nunca. Amén.
Día segundo (19 de enero): Orad siempre, no tengáis confianza más que en Dios
Manteneos en constante acción de gracias
(1 Tes 5,18)
- 1 Re 18,20-40: “El Señor es Dios”
- Sal 23: “El Señor es mi pastor”
- 1 Tes 5,(12a)13b-18: “Manteneos en constante acción de gracias”
- Jn 11,17-44: “Padre, te doy gracias porque tú me has escuchado”
Comentario
La oración se fundamenta en la confianza de que Dios es fiel. Él abarca el presente y el futuro. Su palabra es eficaz y verdadera.
La historia de Elías en 1 Reyes muestra la unicidad de Dios. Cuando Elías ora al Dios de Israel, Él responde. El pueblo toma conciencia y vuelve su corazón hacia Dios.
El Salmo 23 es una profunda confesión de confianza. Describe a una persona convencida de que Dios guía sus pasos y la acompaña cuando está presa de la desolación y la opresión.
Cuando nos encontramos en circunstancias difíciles, nos puede parecer que Dios se oculta. Pero no está ausente. En nuestras luchas existenciales, manifiesta su poder para liberarnos. Esta es la razón por la que le damos gracias en toda circunstancia.
La resurrección de Lázaro revela el poder de Cristo, capaz de romper los vínculos de la muerte y anticipar la nueva creación. Jesús ora en voz alta en medio del pueblo y da gracias a su Padre por los milagros que realizará. La obra salvadora de Dios se realiza a través de Cristo para que todos crean en él.
La peregrinación ecuménica nos ayuda a tomar conciencia de las acciones de Dios. Comunidades cristianas separadas unas de otras se encuentran. Descubren su unidad en Cristo y comprenden que todas son parte de una sola y misma Iglesia y que tienen necesidad unas de otras.
Hay sombras que vienen a ocultar la perspectiva de la unidad y que nos hacen preguntas. Pero nuestra oración incesante nos sostiene cuando nos volvemos hacia Dios y ponemos en él nuestra confianza. Nuestra reconciliación y nuestra unidad son el principio de su reino.
- Demos gracias por las personas que ya están adelantando la reconciliación entre los cristianos, dando prioridad a la fraternidad ante la confesionalidad.
- Oremos por los Patriarcados Ortodoxos separados en el siglo XI: Constantinopla, Alejandría, Antioquia y Jerusalén
Oración
Dios de toda la creación, escucha a tus hijos en oración. Ayúdanos a avivar nuestra fe y nuestra confianza en ti. Enséñanos a darte gracias en toda circunstancia, a poner nuestra confianza en tu misericordia. Danos sabiduría para que tu Iglesia nazca a la nueva vida de una comunión. Tú solo eres nuestra esperanza. Amén.
Día tercero (20 de enero):
Orad sin cesar por la conversión de los corazones
Animad a los tímidos y sostened a los débiles
(1 Tes 5,14)
- Jon 3,1-10: La conversión de Nínive
- Sal 51,8-15: “Crea en mí un corazón puro”
- 1 Tes 5 (12a) 13b-18: “Animad a los tímidos”
- Mc 11,15-17: Una casa de oración
Comentario
En el origen y en el corazón del ecumenismo, se encuentra una llamada urgente al arrepentimiento y a la conversión. ¿Por qué ocultarlo? Si las divisiones entre cristianos permanecen, es también por falta de un compromiso determinado en el diálogo ecuménico e incluso de orar por la unidad.
La Biblia nos cuenta que Dios envió a Jonás para interpelar a Nínive y cómo toda la ciudad se arrepintió. De la misma manera, las comunidades cristianas hemos de ponernos a la escucha de la Palabra de Dios y arrepentirnos. Durante el último siglo, los profetas de la unidad no han cesado de recordar a los cristianos la infidelidad de su desunión y la urgencia de la reconciliación.
Necesitamos purificarnos. Debemos purificar nuestro corazón de todo lo que le impide ser una auténtica casa de oración, preocupada por la unidad de todas las naciones.
- Oremos por los nuevos Patriarcados Ortodoxos de Moscú, Rumanía, Grecia, Serbia y Bulgaria
- Demos gracias por todos los profetas de la Reconciliación Ecuménica: Dom Lamber, Philip Potter, Agustín Bea, Yves Congar, Juan XXIII, Patriarca Atenágoras, Oscar Cullmann, Roger de Taizé
Oración
Señor, tú quieres la verdad en el fondo del ser. Nos enseñas la sabiduría en el secreto de nuestro corazón. Haz que nos animemos mutuamente en los caminos de la unidad. Muéstranos las conversiones necesarias para la reconciliación. Da a cada uno un corazón renovado, un corazón verdaderamente ecuménico. Así te lo pedimos. Amén.
Día cuarto (21 de enero):
Orad sin cesar por la justicia
Mirad que nadie devuelva mal por mal; al contrario,
buscad siempre haceros el bien los unos a los otros y a todos
(1 Tes 5,15)
- Ex 3,1-12 : El Señor oye el grito de los hijos de Israel
- Sal 146: El Señor… hace justicia a los oprimidos
- 1 Tes 5,(12a)13b-18: Mirad que nadie devuelva mal por mal
- Mc 5,38-42 : No hagáis frente al que os hace mal
Comentario
Como pueblo de Dios, somos llamados a orar juntos por la justicia. Dios oye el grito de los oprimidos, de los necesitados, del huérfano y de la viuda. Es también lo que nos recuerda Pablo cuando destaca: “Mirad que nadie devuelva mal por mal; al contrario, buscad siempre haceros el bien los unos a los otros y a todos”.
Los cristianos rezan sin cesar por la justicia, para que toda vida humana sea tratada con dignidad y reciba lo que le corresponde en justicia, pero desgraciadamente, el racismo y otras formas de discriminación, como la xenofobia, aún no han desaparecido de la sociedad.
Martin Luther King estaba profundamente convencido de que solamente el amor cristiano puede superar el odio y permitir la transformación de la sociedad; los cristianos siguen hoy alimentándose de esta certeza que los lleva a trabajar juntos en favor de la justicia.
Dios oyó y respondió a los gritos de los hijos de Israel. Dios sigue oyendo y respondiendo a los gritos de todos los oprimidos. Jesús nos recuerda que la justicia divina se reveló en su renuncia de la seguridad, el poder y el prestigio. Él entregó su vida para que todos los seres humanos sean considerados iguales en valor y dignidad.
Sólo cuando oímos y respondemos a los gritos de los oprimidos, podemos progresar juntos en el camino de la unidad.
- Demos gracias por todos los líderes que como Martin Luther King, Gandi, Mons. Romero abren caminos de reconciliación en la justicia.
- Oremos por las Iglesias y Comunidades nacidas de la Reforma: Las Iglesias Luteranas, Calvinistas y Anglicanas.
Oración
Señor Dios, tú has creado la humanidad a tu imagen. Concédenos orar sin cesar, con una sola alma y un mismo corazón, para que todos los que tienen hambre en el mundo queden satisfechos, los oprimidos sean liberados, y todo ser humano sea tratado con dignidad. Haz de nosotros tus instrumentos para que este deseo se convierta en realidad. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo. Amén.
Día quinto (22 de enero):
Orad sin cesar con un corazón paciente
Tened paciencia con todos
(1 Tes 5,14)
- Ex 17,1-4: ¿Por qué?
- Sal 1: Dar fruto a su tiempo
- 1 Tes 5,(12a)13b-18: “Tened paciencia con todos”
- Lc 18,9-14: Una humilde oración
Comentario
Nos sentimos impacientes por que llegue el día de nuestra reconciliación. Somos conscientes de que el ecumenismo no se vive al mismo ritmo en todas partes. Algunos avanzan a grandes pasos, otros son más prudentes. Como dice San Pablo, hemos de tener paciencia con todos.
Como el fariseo en su oración, podemos fácilmente presentarnos ante Dios con la arrogancia de los que todo lo hacen: “yo no soy como el resto de los hombres”. Así, a veces, cunde la queja por la lentitud o la imprudencia de los miembros de nuestra Iglesia.
En ocasiones, incluso, nos mostramos impacientes para con Dios. Como el pueblo en el desierto, gritamos: ¿por qué toda esta dolorosa marcha? Tengamos confianza: Dios responde a nuestras oraciones, a su manera, a su tiempo. Él sabrá suscitar nuevas iniciativas para la reconciliación de los cristianos, aquellas que nuestro tiempo necesita.
- Oremos por las nuevas iniciativas de reconciliación: El Foro Cristiano Mundial, Las Asambleas Ecuménicas de las Iglesias de Europa, La Conferencia Mundial de Edimburgo 2010.
- Demos gracias por las comunidades que ya son una parábola de reconciliación: la comunidad ecuménica de Taizé, la Comunidad de Bose, los matrimonios mixtos.
Oración
Señor, haz de nosotros discípulos que escuchen tu Palabra día y noche. En nuestro camino hacia la unidad, danos saber esperar los frutos a su tiempo. Cuando los prejuicios y la desconfianza triunfan, concédenos la humilde paciencia necesaria para la reconciliación. Así te lo pedimos.
Día sexto (23 de enero):
Orad siempre para obtener la gracia de colaborar con Dios
Estad siempre alegres. No ceséis de orar
(1 Tes 5,16)
- 2 Sm 7,18-29: La oración de alabanza y de alegría de David
- Sal 86: “Señor, escucha”
- 1 Tes 5,(12a)13b-18: “Estad siempre alegres”
- Lc 10,1-24: El envío de los setenta y dos discípulos
Comentario
Tenemos necesidad de que el Espíritu Santo cambie el corazón de los creyentes y nos dé la gracia de colaborar con Dios participando en su misión y proyecto de unidad. Mientras pedimos esto sin cesar, somos conscientes de que son necesarios más obreros para la mies. En numerosos encuentros ecuménicos, se destaca la necesidad de promover la participación de los jóvenes en el movimiento ecuménico. Es necesario que sean más los que conozcan la alegría de la oración para contribuir a la obra de Dios.
David, sorprendido de ser elegido por el Señor para participar en la edificación de un espléndido templo, afirma: ¿“De verdad Dios podrá vivir sobre la tierra?” y concluye: “Bendice la casa de tu siervo, para que permanezca siempre en tu presencia”.
El salmista ruega: “Señor, enséñame tu camino, para que te sea fiel. Señor, Dios mío, te daré gracias de todo corazón…”.
En el envío de los setenta y dos discípulos, Jesús confirma que gracias a ellos y a todos los que creerán en él a través de su palabra, se anunciará en todo el mundo la buena noticia de que “el Reino de Dios ha llegado hasta nosotros”.
Si nos comprometemos plenamente a colaborar con Dios, se realizará por fin la unidad según su voluntad.
- Oremos por los que con su misión crean redes de fraternidad entre cristianos y musulmanes, por los Redentoristas José Collado y Nicolás Ayouba que trabajan en Níger; por el javeriano P. Benjamín, en Bangladesh. Oremos por quienes rezan con el Corán
- Demos gracias por las mujeres que como Irshad Manji y Shirin Ebadi viven un compromiso con la tolerancia y la honestidad desde el Islam.
Oración
Señor Dios, en la perfecta unidad de tu ser, guarda en nuestros corazones el ardiente deseo y la esperanza de la unidad para que nunca dejemos de trabajar al servicio de tu Evangelio. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Día séptimo (24 de enero):
Orad porque tenemos necesidad
Sostened a los débiles
(1 Tes 5,14)
- 1 Sm 1,9-20: Ana reza al Señor para que le conceda un hijo
- Sal 86: “Atiende a mi súplica”
- 1 Tes 5,(12a)13b-18: “Os pedimos... que sostengáis a los débiles”
- Lc 11,5-13: “Quien pide recibe”
Comentario
Profundamente afligida por su esterilidad, Ana imploró de Dios que le concediese un hijo: su oración fue escuchada y, pasado el tiempo, nació Samuel. En el evangelio de Lucas, Jesús mismo nos dice que “quien pide recibe”. En la oración, nos dirigimos a Dios para que responda a nuestras necesidades. La respuesta puede no corresponder a lo que esperamos, pero Dios responde siempre.
El poder de la oración es inmenso, sobre todo cuando está vinculado al servicio. El Evangelio nos enseña que Cristo quiere que nos amemos y nos ayudemos. En la carta de Pablo a los Tesalonicenses, el tema del servicio se reanuda con el imperativo: “Sostened a los débiles”. Sabemos que es posible responder de manera ecuménica, de una manera concreta, a la miseria y al desamparo. Las Iglesias de tradiciones diferentes trabajan a menudo mano a mano, pero en algunas circunstancias su testimonio es seriamente debilitado por su falta de unidad.
Aunque queremos orar juntos, a veces desconfiamos de las formas de oración distintas que encontramos en otras tradiciones cristianas: las oraciones de los católicos dirigidas a Dios por la intercesión de los santos o de María; las oraciones litúrgicas ortodoxas; las oraciones pentecostales; las oraciones espontáneas que los protestantes dirigen directamente a Dios.
Hemos de apoyar con nuestra oración los diálogos que mantienen nuestras Iglesias sobre las divergencias que impiden aún reunirnos en torno a la mesa del Señor.
- Oremos por quienes en cualquier tradición cristiana o en otras religiones se sienten quemados, abatidos, desesperanzados ante las fuertes resistencias que impiden avanzar en el camino de la conciliación. Oremos por todos los que han caído en el intento.
- Demos gracias por Wangari Maathai y por todas las mujeres y hombres que, ocurra lo que ocurra, no renuncian a plantar el árbol de la paz y la esperanza.
Oración
Señor, ayúdanos a ser de verdad uno cuando rogamos por la curación de nuestro mundo, de las divisiones entre nuestras Iglesias y por nuestra propia curación. Haz que no dudemos de que tú nos escuchas y que tú nos responderás. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo. Amén.
Día octavo (25 de enero):
Orad siempre para que sean uno
Que la paz reine entre vosotros
(1 Tes 5,13b)
- Is 11,6-13: “El lobo habitará con el cordero”
- Sal 122: “Haya paz dentro de tus muros”
- 1 Tes 5,13b-18: “Que la paz reine entre vosotros”
- Jn 17,6-24: “Que sean uno”
Comentario
Dios desea que los seres humanos vivan en paz. Esta paz no es simplemente una ausencia de guerras o de conflictos; el shalom querido por Dios nace de una humanidad reconciliada. La imagen del lobo viviendo con el cordero intenta ofrecernos una visión simbólica del futuro que Dios desea para nosotros. Puesto que no podemos establecer este shalom por nuestra sola voluntad, estamos llamados a ser instrumentos de la paz del Señor, artesanos de la obra divina de la reconciliación. La paz, como la unidad, es un don y una llamada.
En la víspera de su muerte, Jesús oró por la unidad de sus discípulos. Era una oración que surgía de lo más profundo de su corazón y de su misión. En el momento en el que prepara a sus discípulos para el futuro, ora: “Padre, que sean uno”.
En este centenario de la Semana de Oración por la unidad, tenemos una ocasión para dar gracias por los numerosos frutos que nos ha aportado la oración por la unidad. En muchos lugares, la animosidad y los malentendidos han sido reemplazados por el respeto y la amistad. El diálogo ha permitido construir puentes de comprensión recíproca y solucionar desacuerdos doctrinales que nos dividían.
No obstante, el momento presente deberá ser también para nosotros un tiempo de arrepentimiento, ya que nuestras divisiones están en contradicción con la oración de Cristo por la unidad y con el mandato de Pablo de vivir en paz entre nosotros. Actualmente, los cristianos están abiertamente en desacuerdo sobre distintos temas: más allá de las diferencias doctrinales que nos separan aún, tenemos a menudo posiciones divergentes sobre cuestiones de moral y ética, sobre la guerra y la paz, sobre problemas de actualidad que necesitan un testimonio común. Renovemos hoy nuestro compromiso de ser artífices de la unidad y de la paz queridas por Cristo.
- Oremos por las comunidades judías comprometidas con la reconciliación y la paz. Pidamos por Amos Oz y todas las organizaciones comprometidas con la búsqueda de una solución no violenta al conflicto israelí-palestino.
- Oremos por el P. Miguel Lafont y el centro de espiritualidad que dirige en Hiroshima, para que siga siendo un lugar de encuentro entre el cristianismo y las diversas tradiciones budistas.
- Demos gracias por todas las parroquias, movimientos, asociaciones, plataformas y personas que dejándose interpelar por la Palabra de Jesús, se niegan a transmitir a otras generaciones un legado de división.
Oración
Señor, haz que seamos uno: uno en nuestras palabras para que te dirijamos una oración humilde y común; uno en nuestro deseo y en nuestra búsqueda de la justicia; uno en el amor, para servirte en el más pequeño de nuestros hermanos y hermanas; uno en la espera de ver tu rostro. Señor, haz que seamos uno en ti. Amén.
Dios de compasión, te alabamos por la multitud de
mujeres, hombres y jóvenes que, a través de la tierra,
buscan ser testigos de paz, de reconciliación y de comunión.
El Evangelio nos permite comprender esta buena noticia;
nadie, sí, nadie está excluido de tu amor ni de tu perdón.
Espíritu Santo, que llenas el universo,
en un soplo de silencio nos dices a cada uno:
“Nada temas, en tus profundidades hay una presencia de Dios,
busca y encontrarás.”
(Hno Roger de Taizé)