Peregrinación a la Tierra de Jesús
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Hemos ido a tierras bíblicas. Muchos de los nombres y lugares que hemos escuchado y visto han tenido en nosotros ecos muy concretos, resonancias del itinerario espiritual que intentamos realizar en nuestra vida.
Tierra rica en historia, cultura y significación espiritual para los hijos de Abrahan. Para nosotros, además, la tierra de Jesús.
En veranos pasados el objetivo fue seguir las huellas de san Pablo y las iglesias del Apocalipsis por Turquía y Grecia. Nos adentramos en la realidad de la Iglesia Ortodoxa a través de los espacios creados por los monjes y ermitaños de las montañas eslavas, haciendo la ruta de los monasterios búlgaros.
Cuidamos siempre la dimensión ecuménica. También ahora hemos intentado salir al encuentro del que o la que es diferente. Hay una historia concatenada entre judíos, cristianos y musulmanes que debería derribar muros. Es la hora de una aproximación aunque parezca imposible. Nuestros amigos los misioneros redentoristas que trabajan en Níger ya lo viven, actúan con equipos formados por cristianos y musulmanes.
El Señor crucificado y resucitado es el que nos llama a esa unidad. Él sufrió en su cuerpo la violencia que los seres humanos nos infligimos los unos a los otros. El cargó con toda la ruptura de la comunicación, con todo el odio que hayamos podido sentir alguna vez. Pero Él rompió el silencio de la tumba. La resurrección es el triunfo del sentido frente a todo aquello que aspiraba a destruirlo. El Señor resucitado viene con una palabra: “La paz con vosotros” (Jn 20,19)
La Madre de Jesús, María de Nazaret, ha estado presente en breves meditaciones que nos disponían a la celebración.
Los encuentros interculturales de AyC tienen como objetivo facilitar la comprensión de otros pueblos, una apertura a la pluralidad de la expresión religiosa y el despertar en nosotros de una solidaridad con todos los que creen y trabajan por un mundo reconciliado. Un grupo de 49 personas, durante nueve días, hemos recorrido esta tierra que nos hace desear más ardientemente la paz entre las religiones, los pueblos y en las personas.
Una oración de la tradición judía nos acompañó al inicio del itinerario de cada día.
Querido del alma, Padre misericordioso,
atráenos a tu Voluntad.
Como el corzo, correremos para aceptar tu Querer,
porque tu amistad es más dulce que la miel que destila del panal
y más que todo deleite.
¡Oh Esplendor del Mundo!
Mi alma está enferma de amor a Ti.
Cúrala mostrándole la belleza de tu esplendor.
Así sanará, se hará fuerte y podrá servirte eternamente.
¡Oh Poderoso!
Ten compasión de tu pueblo amado,
que suspira por conocer tu belleza en todo su esplendor.
¡Oh Dios, deleite de nuestro corazón,
apresúrate y no te alejes de nosotros!
Revélate, oh Amado, y extiende sobre nosotros
el abrigo de tu paz.
Ilumina la tierra con tu gloria.
Nos alegraremos y regocijaremos por tu causa.
Date prisa, oh Amado, pues ha llegado la hora
de concedernos tu gracia como en los tiempos antiguos.
En esta oración, llamada Yedid Nefesh (“Querido del alma”),
cada estrofa comienza por una letra del nombre divino YHWH, de manera que se le invoca, sin faltar a la reverencia debida al Nombre.
Fotos
Video 1 (del comienzo hasta Jerash). Video 2 (de Petra al final)