Carta a la Conferencia Episcopal

Estimados hermanos de la Conferencia Episcopal Española:

Como miembro de la Iglesia, me siento en la responsabilidad  de compartir estas líneas con ustedes, aún cuando ni el motivo, ni el hecho de escribirlas me satisface.

Debo comunicarles que no comparto el gesto que ha supuesto la reciente jornada de Defensa de la Familia Cristiana celebrada en Madrid y presidido por la Conferencia Episcopal Española.

Que no me siento identificado ni con las formas, ni con el fondo, aún cuando pueda compartir las verdades fundamentales relativas a la familia.

Veo en él la afectación de una convocatoria festiva que se convierte de hecho y fundamentalmente en una demostración de fuerza (véase ABC, literalmente: “La Iglesia demuestra su fuerza” en http://www.abc.es/sociedad-religion/religion.asp ).

Con facilidad estas demostraciones hacen suponer a muchos una añoranza (sea cierta o no) de la Conferencia Episcopal Española, por reunir poder político y religioso. Creo que la Iglesia, especialmente sus pastores, deberían en este sentido mostrarse y actuar de forma cuidadosa, con la humildad de los que no tienen pretensión de poder político, pues es desde ahí desde donde pueden hacerse creíbles en nuestra sociedad.

Se han hecho afirmaciones que, desde mi punto de vista, son catastrofistas, exageradas e imprudentes, como nacidas del miedo, de la desconfianza y de la falta de respeto a muchos miembros de la Iglesia. Estas afirmaciones son semillas de discordia, de división eclesial y social, y de desánimo. Constituyen por este motivo, desde mi punto de vista, falsas profecías que no ayudarán en absoluto a transmitir la Buena Nueva que supone el nacimiento de Cristo.

Es clamorosa, por otro lado (y especialmente a los ojos de los jóvenes), la lamentable falta de compromiso político de la Conferencia Episcopal Española con otras opciones que sí requieren movilizaciones urgentes por su gravedad de hecho (no por su presunta amenaza) y que no generarían fracturas dentro de la propia Iglesia ni en la sociedad, como la lucha contra la pobreza, que ya destruye cada día miles de familias cristianas y no cristianas.

Finalmente, he enviado copia de esta carta a otros cristianos que quizá compartan este punto de vista. Ellos le enviarán una copia a la dirección de correo electrónico de su página en Internet: conferenciaepiscopal@planalfa.es  No se trata de una demostración de fuerza más (no se trata de movilizar a nadie contra nadie), sino de hacer que les pueda llegar a ustedes mejor el mensaje que hay en ella.

Atentamente,

Santiago Álvarez Montero.