Carta Navideña desde Haití
Amigos, socios y cooperantes de AyC:
Cerramos el año 2009 abriendo tres de los proyectos importantes que hemos desarrollado en Haití.
Visitar Haití es encontrarse con un país que tiene al 80% de su población en paro, con muy serios problemas de seguridad y el sentimiento de que retroceden. A muchos haitianos les parece imposible dejar de ser uno de los pueblos más pobres de la tierra.
AyC es consciente de los riesgos que implican hacerse presente en ese país. No ha sido fácil llegar a conseguir las tres inauguraciones y entregas de los proyectos finalizados. La sombra de la corrupción aletea por todo el país. También podríamos llamarlo el efecto de “la carencia total de medios para sobrevivir”. ¿Qué pasa por el corazón de un padre o una madre de familia cuando ven que no tienen nada que ofrecer a sus hijos? Sabemos que hay familias de las zonas rurales que entregan sus hijos a otras familias para que puedan comer e ir a la escuela.
Visitando la escuela infantil construida por AyC en la zona rural de Fonfrede, se constatan los efectos de la desnutrición en los más pequeños. Su mutismo, su falta de energía. Las cada vez más frecuentes ausencias. Y salta la pregunta: ¿qué podemos hacer para conseguir que estos niños reciban en la escuela al menos un vaso de leche con algo de comida? La mayoría de las familias no pueden ni hacer frente a los 50 euros anuales de la escolarización.
Haití se está convirtiendo en un país de mendigos. Podríamos quedarnos en una crítica a la comunidad internacional, pero no es ese el objeto de esta carta. Hay un sector de la población que vive muy bien. Algunos haitianos no son inocentes. Pero los hay que están sufriendo mucho y sí lo son. Especialmente los más pequeños.
Los cuatro que hemos ido recientemente hemos podido ver esa herida humillante que son los niños de la calle. El responsable de la parroquia San Antonio, de Puerto Príncipe, nos ha recibido en una de las dos casas de acogida que con la ayuda de Cáritas están funcionando como proyecto de reinserción. Sólo esta parroquia acompaña a 300 niños entre 6 y 12 años que deambulan por las calles de Puerto Príncipe y son objeto en muchos casos de trato obsceno. La cifra aproximativa que se da es que en todo el país hay unos 30.000 niños abandonados a su suerte. Y uno escucha las historias más sórdidas padecidas por estos pequeños, historias de desapariciones y abusos. ¿Qué podemos hacer ante un problema de estas dimensiones? No ignorarlo. Y ahora buscar con imaginación cómo echar una mano a quienes están realizando un trabajo tan precioso a favor de la infancia.
En estos días de Navidad y Año Nuevo queremos dar las gracias a todos los socios/as y amigos/as de AyC por vuestro apoyo.
Buscamos una espiritualidad que nos haga personas más abiertas y compasivas, más generosas y creyentes en las posibilidades de todo ser humano. No podemos ser cristianos sin volcarnos hacia los demás. Los diferentes proyectos de este año son una pequeña muestra de lo que buscamos: traducir la vivencia del Misterio en hechos de acogida compartidora. Aunque sólo sea un intento, queremos que exprese lo mejor de cada uno.
Solo así podremos comprender y vivir el misterio de Dios en la noche de Belén. Noche en la que sólo desde el silencio nos adentramos en lo que significa EL VERBO SE HACE CARNE. Y ese “se hace” es hoy y cada día acontecimiento en nosotros.
Amar, cuidar, acariciar, defender esa carne nos lleva al misterio de adoración de esta noche tan honda como Dios. En nuestra carne se desarrolla la realidad de la Encarnación. Desde ella le decimos a Jesús, niño pobre e indefenso, “creo en ti”. A Él es a quien hemos sentido cuando apretaban nuestros brazos pidiendo afecto, con la mirada perdida en la noche de Puerto Príncipe, los críos que duermen al raso y a los que acompañan los voluntarios de Cáritas.
Gracias por apoyarnos. Lo habéis hecho con Benjamín y las 25 familias beneficiarias del proyecto en Bangladesh. Con el dispensario, la escuela y la maternidad de Tchirozerine (Níger). Con el proyecto E-21 que está desarrollando Kadri, en Níger. Con el dispensario de Maradi y el trabajo de José Collado. Con las hermanas de Zinder (Níger) y las de Burkina Faso. Con algunas familias españolas en paro. Con un estudiante, en Perú. Con el proyecto sanitario de Calpi (Ecuador). Pero especialmente, gracias porque buscamos ensanchar la Esperanza en nuestro mundo tan querido.
Que la Navidad y el Nuevo Año sean serenos.
José Miguel de Haro
Presidente AyC