VERGÜENZA INTERNACIONAL:
LA DEUDA EXTERNA EN HAITÍ

Justo después del terremoto que asoló Haití, se escucharon numerosas declaraciones de políticos de distintas instituciones que reclamaban o prometían la condonación de la deuda externa haitiana.

En el estado español, incluso el partido más conservador, el Partido Popular, registró el pasado 26 de enero una proposición no de ley en el Congreso, con este propósito. Esta petición se sumaba a la que ya habían hecho otros partidos de oposición (IU e ICV, por ejemplo).

En su encuentro en Montreal, otros acreedores clamaron por la cancelación. Y en la reciente reunión del G7 en Iqaluit (Canadá, febrero 2010), los ministros de Economía y los gobernadores de bancos centrales de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón, que se habían reunido previamente con Strauss-Khan, director del FMI, también hicieron declaraciones instando a los gobiernos a cancelar la deuda haitiana.

Sin embargo, no debemos perder la perspectiva más amplia de la situación de expolio que se esconde tras la deuda de Haití y la hipocresía de todas estas promesas políticas.

La mayor parte de las declaraciones obvian que la deuda haitiana es ilegítima. Los movimientos sociales que reclamamos la abolición de la deuda entendemos por deuda ilegítima aquella contraída no para beneficiar a la población, sino para servir a intereses privados... o de dictadores.

El origen de la deuda externa haitiana se remonta a 1825, veinticinco años después de que el país consiguiera su independencia de Francia. La ex-metropoli impuso una deuda de 150 millones de francos oro (equivalentes a unos 21.000 millones de dólares actuales) “para indemnizar a los antiguos colonos”. Durante más de un siglo estuvieron pagándola, sin lograr devolverla por completo. Esta cantidad expoliada año a año, le sirvió a Francia de puerta de entrada al neocolonialismo. Es, por tanto, una deuda ilegítima.

El segundo gran endeudamiento haitiano es, a todas luces, una “deuda de dictadores”, puesto que tiene lugar durante el mandato de los sanguinarios Duvalier (1957-1986). En esos años, la deuda se multiplicó por 17,5. Alcanzó los 750 millones de dólares. “Sospechosamente”, la fortuna de la familia Duvalier aumentó en ese periodo hasta los 900 millones.

El Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM) parece encontrar indicios suficientes para afirmar que el 45% de la deuda haitiana actual proviene de ese periodo. ¿Debe pagarla el pueblo haitiano?

En la actualidad, según el FMI, Haití debe a las instituciones financieras multilaterales  677 millones de dólares.

La mayor parte de esta cantidad fue contraída con el Banco Interamericano de Desarrollo (417 millones) y con el propio FMI (165,6 millones). Ambas instituciones han anunciado cancelaciones, que son engañosas. El FMI, por ejemplo, ha adelantado 102 millones de dólares. No tendrá intereses... hasta 2012. Entonces empezarán a contabilizar hasta la devolución del préstamo, que vence en 10 años.

También hay que mirar con lupa las posibles cancelaciones del estado español. Recordamos que el 8 de julio de 2009 representantes de los países acreedores del Club de París acordaron  la anulación de la totalidad de la deuda de Haití, que por entonces había completado todas las fases de la iniciativa HIPC (Países Pobres Altamente Endeudados, en sus siglas en inglés).

Había seguido a rajatabla las recomendaciones neoliberales del FMI y el BM: privatizó el molino de harina, la fábrica de cementos, las telecomunicaciones... Mantuvo el salario mínimo por debajo de dos dólares. Destinó gran parte de su territorio al cultivo de jatrofa, una planta de la que se obtiene agrocombustible.

Todas estas medidas, entre muchas otras, suponían que llegaba el momento de las cancelaciones de deuda bilateral, que ascendía a 62,73 millones de dólares. Todavía no se han ejecutado dichas cancelaciones.

En resumen, se prometen ahora condonaciones que ya se habían prometido y que siguen sin cumplirse. Sin embargo, como estas noticias no son seguidas por los medios más allá de la estricta actualidad, la opinión pública no se entera de los incumplimientos. Y se instaura la idea de que el problema de la deuda está resuelto.

Puesto que la deuda externa haitiana es ilegítima y muy perjudicial para la población y el medioambiente, la red Jubileo Sur a nivel internacional, y la Campaña ¿Quién debe a quién? en el estado español, llevamos ya desde 2005 reclamando su abolición sin condiciones (puesto que suponen una pérdida de soberanía).

Esta abolición es ahora más urgente que nunca, para que los fondos del país puedan dedicarse por entero a las labores públicas y se pueda evitar la especulación de intereses extranjeros que ven en la reconstrucción una oportunidad de negocio. 

Berta Iglesias Varela

Campaña ¿Quién debe a quién?