Acoger y Compartir | Semillas de contemplación |
Semillas de Contemplación (leídas mientras se
plantaban diversos árboles en un parque de la Abadía) Z La soledad significa el abandono de un modo de ser ficticio y artificial, que los hombres, divididos por el pecado original, se han creado para adaptarse a la concupiscencia y la muerte. Mas por este mismo hecho, el solitario se encuentra a la altura de una sociedad espiritual: la ciudad de aquellos que han llegado a ser lo bastante sinceros para reconocer y glorificar a Dios (es decir la Vida), en las fauces de la muerte. La soledad y la sociedad se forman y se perfeccionan en el sacrificio de la Misa. (El signo de Jonás, 12 de enero 1950) * La oración contemplativa es el reconocimiento de
que somos Hijos de Dios, una experiencia de Quién es Él y de su amor hacia
nosotros, fluyendo de los efectos de tal amor en nuestras almas. La oración
contemplativa es la voz del Espíritu gritando en nosotros: “Abba, Pater”. En
toda oración válida, es el Espíritu Santo quien reza en nosotros...El Espíritu
Santo es el alma de la Iglesia, y es a Su presencia en nosotros, a la que se
atribuye la santidad de cada uno de los elegidos. Ruega en nosotros; ya como
Ama de la Iglesia, ya como Vida de nuestra propia alma; pero la distinción es
sólo real en el orden externo de las cosas. Interiormente, tanto si nuestra
oración es privada como pública, es el mismo Espíritu quien ruega en nosotros.
Pulsa en realidad distintas cuerdas de un mismo instrumento. (El signo de Jonás, 21 de marzo 1950, Fiesta de
San Benito) * Existe un punto donde puedo encontrar a Dios en
contacto real y experimental con Su infinita realidad: es el punto en que mi
ser contingente depende de Su amor...Dios me pronuncia como una palabra que
contiene un pensamiento parcial de Sí mismo. Una palabra no será nunca capa de
comprender la voz que la pronuncia. Pero si soy fiel a lo que Dios emite en mí,
si soy fiel al pensamiento de Él que debería encarnar, estaré lleno de su
realidad y Lo hallaré dondequiera en mí y no me encontraré a mí en ninguna
parte. Me habré perdido en Él. (Semillas de contemplación: Ruego por hallarte a
ti mismo) * Cuanto más estamos solos tanto más estamos juntos;
y cuanto más nos hallamos en sociedad, la verdadera sociedad de la caridad, no
de las ciudades, tanto más estamos con Él a solas. Pues en mi alma y en la tuya
hallo al mismo Cristo que es nuestra Vida, y Él se halla a Sí mismo en nuestro
amor, y todos juntos hallamos el Paraíso, que es compartir Su Amor por Su Padre
en la Persona de Su Espíritu. (Semillas de contemplación: Somos un Hombre) * El amor constituye el fin de toda contemplación
puesto que ésta no es un fin en sí misma. La contemplación no es la santidad.
La plena madurez de la vida cristiana, de la cual la contemplación es uno de
los tantos medios -aunque quizá sea el más eficaz de todos ellos-, consiste
esencialmente en el amor perfecto de Dios y de los otros hombres. (El Ascenso a la Verdad: El conocimiento amoroso
de Dios) * El Señor es mi roca y mi fortaleza y Él mora en
medio de Su pueblo. Venid, entremos en la Casa del Todopoderoso y
dediquémonos a alabarle. ¡Durmamos, como águilas, en el picacho, descasemos
en el poder del Señor Dios nuestro! Escondámonos en la inmensa montaña de Su poder,
que habita escondida en medio de un pueblo abandonado. ¡Hasta sus truenos son un refugio para los pobres! (Los hombres no son islas, XIII, 7) * La oración debería ser tan instintiva como la
respiración... es tan importante para la vida del alma como la respiración lo
es para el cuerpo... Podemos aprender a inspirar y exhalar de un modo
maravilloso, porque es divino... Por la oración, dejamos abiertas nuestras
almas a Dios y nos esforzamos por “respirar” su vida. El objeto supremo de la
oración es el cumplimiento de la voluntad de Dios. (La senda de la contemplación: una vida de oración
equilibrada: el objeto de la vida de oración) * Déjame buscar el don del silencio, la pobreza y la
soledad donde todo cuanto toque se convierta en oración: donde el cielo es mi
oración, los pájaros mi oración, el viento en los árboles es mi oración, pues
Dios es todo en todo. (Pensamientos en la soledad: el amor de la
soledad, VII) * Sólo cuando la infinita verdad, la misericordia y
la libertad de Dios viven en el corazón del hombre, puede haber una cooperación
social eficaz en la lucha por la justicia y la verdad en la tierra... Solamente
Cristo es capaz de llevar la verdadera paz a los corazones de los hombres y nos
la trae a través de los corazones de otros hombres. (La paz monástica: la visión de paz) * Un santo es capaz de amar las cosas creadas,
disfrutar el uso de ellas y tratarlas de un modo perfectamente sencillo y
natural, sin hacer referencias formales a Dios, no llamando la atención a su
propia piedad, y actuando sin ninguna rigidez artificial. Su amabilidad y
dulzura no le están infundidas por la presión de una camisa de fuerza
espiritual. Proceden de su docilidad directa a la luz de la verdad y a la
voluntad de Dios... Los ojos del santo hacen santa toda belleza y consagran
cuanto tocan a la gloria de Dios. (Nuevas semillas de contemplación: todo cuanto es,
es santo) * María era y es, en el más alto sentido, una
persona, precisamente porque siendo “inmaculada”, estaba libre de toda mancha
de egoísmo que pudiera oscurecer la luz de Dios en su ser. Era, pues, una
libertad que obedecía a Dios perfectamente y en esta obediencia halló la
culminación del perfecto amor. (Nuevas semillas de contemplación: la mujer
vestida de sol) * El misterio de Adviento en nuestras vidas es el
comienzo del fin de todo lo que en nosotros no es todavía Cristo. Es el
comienzo del fin de la irrealidad. Y eso, sin duda, es motivo de alegría... El
secreto del misterio de Adviento es, entonces, la conciencia de que empiezo
donde acabo, porque Cristo empieza donde yo acabo... Empiezo a vivir para
Cristo cuando llego al “fin” o al “límite” de lo que me divide de mi
prójimo...” (Tiempos de celebración: Adviento ¿esperanza o
engaño?) * La fe es idéntica a la puerta de la plena vida
interior de la Iglesia, no sólo incluye el acceso a una enseñanza autorizada
sino, sobre todo, una profunda vivencia personal que, aunque única, es
compartida con el Cuerpo de Cristo en su totalidad, en el Espíritu de Cristo.
San Pablo compara este conocimiento de Dios
en el Espíritu con el conocimiento subjetivo que cada hombre tiene de
sí. Así como nadie puede conocer mi yo interior excepto mi propio “espíritu”,
Dios sólo puede ser conocido por el Espíritu de Dios: sin embargo, este Espíritu Santo nos es dado en forma tal que
Dios se conoce a Sí-Mismo en nosotros, experiencia esta tremendamente real,
aunque no podamos comunicarla en
términos comprensibles para quienes no la comparten (Ver I Cor. 2: 7-15). (El Zen y los pájaros del deseo) * La pureza de corazón sitúa al hombre en un estado
de unidad y vacío donde él es uno con Dios. Pero ésta es una preparación
necesaria, no para la batalla entre el bien y el mal, sino para la auténtica
obra de Dios que se revela en la Biblia: el acto de la ‘nueva creación’, la
resurrección de los muertos, la restauración de todas las cosas en Cristo. (El Zen y los pájaros del deseo: la reconquista
del paraíso) * ¿Elegimos realmente entre el mundo y Cristo como
entre dos realidades conflictivas y absolutamente opuestas? ¿O elegimos a
Cristo al elegir el mundo tal como realmente es en él, creado y redimido por él
y enfrentado en el campo de nuestra propia libertad personal y de nuestro amor?
¿Renunciamos realmente a nosotros mismos y al mundo a fin de encontrar a Cristo
o renunciamos a nuestros seres enajenados y falsos para elegir nuestra propia
verdad profunda eligiendo al mundo y a Cristo al mismo tiempo? Si el fundamento
más profundo de mi ser es el amor, entonces en ese mismo amor y en ningún otro
lugar me encontraré a mí mismo y al mundo, a mi hermano y a Cristo... No es
cuestión de exclusivismo y ‘pureza’ sino de integridad, buen corazón, unidad e
igualdad... que encuentra el mismo fundamento de amor en todo. (Acción y contemplación: el mundo ¿es un problema? * El hombre que ha logrado la integración final ya
no se halla limitado por la cultura en la que ha crecido. “Ha abrazado la
‘totalidad de la vida’... Ha
experimentado... la existencia humana ordinaria, la vida intelectual, la
creación artística, el amor humano, la vida religiosa. Trasciende todas esas
formas limitadas, al tiempo que retiene todo lo mejor y lo universal que hay en
ellas... No solamente acepta a su propia comunidad, a su propia sociedad, a sus
amigos, a su cultura, sino a toda la humanidad. No permanece atado a una serie
limitada de valores de manera tal que los opone a otros adoptando posturas
agresivas o defensivas. Es totalmente ‘católico’ en la mejor acepción de la
palabra. Posee una visión y una experiencia unificadas de la única verdad que
resplandece en todas sus diferentes manifestaciones, unas más claras que
otras... No establece oposición entre todas estas visiones parciales,. sino que
las unifica en una dialéctica o en una visión interior de complementariedad.
Con esta visión de la vida, puede aportar perspectiva, libertad y espontaneidad
a la vida de los demás. (Acción y contemplación: la integración final) * El rey de la vida...mantiene sus profundas raíces
ancladas en el origen...Su conocimiento está envuelto de espíritu y él se hace
grande, grande, abre un gran corazón, un refugio para el mundo. Sin pensarlo
previamente, sale en toda su majestad. Sin planes previos, sigue su camino y
todas las cosas le siguen...La grandeza es pequeñez para él, lo largo es corto
para él y todas las distancias son cercanas. (El camino de Chuang Tzu: el hombre soberano) * La idolatría es el pecado básico, por lo tanto,
está bien hondo en nosotros, más íntimamente relacionado con el pecado
original, por eso, con mayor
probabilidad de engañarnos bajo la apariencia de veneración verdadera,
integridad, honestidad, lealtad e idealismo. Hasta el cristianismo es a veces
idólatra sin advertirlo. El pecado de tener un dios distinto del que no puede
convertirse en ídolo, o sea, en objeto. (Diario de un ermitaño: 7 de noviembre, 1964) * Tal vez fuese demasiado decir que el mundo
necesita otro movimiento como el que condujo a estos hombres a los desiertos de
Egipto y Palestina... Tenemos que liberarnos, a nuestra manera, de las
implicaciones de un mundo que se precipita en el desastre. Pero nuestro mundo
es diferente del suyo... No podemos hacer exactamente lo mismo que ellos
hicieron. Pero hemos de ser tan concienzudos e implacables en nuestra
determinación de romper todas las cadenas espirituales y desechar el dominio de
coacciones ajenas, para encontrar nuestro verdadero ser, para descubrir y
desarrollar nuestra inalienable libertad espiritual y emplearla en construir,
en la tierra, el Reino de Dios.... Necesitamos aprender de estos hombres del
siglo IV cómo ignorar prejuicios, desafiar coacciones y adentrarnos sin miedo
en lo desconocido. (La sabiduría del desierto) * Padre y Hacedor del Amor, que moras en nuestros
corazones con una luz inaccesible juntamente con tu Hijo, envía los siete dones
del Espíritu Santo a nuestras almas. Purifica nuestras mentes no sólo de pecado
sino de toda vanidad de sabiduría terrena, y haznos instrumentos dóciles de tu
santa voluntad con sencillez y verdad, para que la claridad de tu Hijo Jesús
ilumine nuestras vidas y te glorifiquen a ti. Veni, Domine Jesu! Amén. (Meditación y contemplación) * La gran obra de Su amor está destinada a derrocar
los poderes del mundo en el momento en que parezcan triunfar, y ésta es la gran
obra del amor que se llevará a cabo en muchos hombres y mujeres oscuros,
débiles y desconocidos, cristianos despreciados por el mundo y arrojados a un
lado como seres inútiles: hombres que sufren en prisiones y en campos de
concentración, mujeres hambrientas en ciudades bombardeadas, trabajadores,
pobres del campo, sacerdotes humildes, monjas de los conventos, hermanos legos,
madres de familia e incluso niños pequeños, pues, en estas almas Cristo
encenderá en los últimos días del mundo el fuego de la verdadera caridad, que
contrarreste el amor que se ha vuelto frío en las almas de los señores de la
tierra. (Meditación y contemplación) * El misterio de Cristo está oculto en todos los
acontecimientos humanos, y nosotros elaboramos y expresamos la comprensión de
los acontecimientos en la historia sagrada, historia de salvación, que el
Espíritu Santo nos enseña a leer entre líneas. Debemos admitir que su significado
es a menudo provisional y a veces ininteligible. Sin embargo, como cristianos,
estamos obligados a descubrir un sentido a los acontecimientos temporales que
se derivan del libre actuar humano. Para ser explícito, debemos buscar en la
‘historia’, es decir, en las acciones inteligibles de los hombres indicios de
su significado y la relación que tienen con nuestras decisiones actuales como
cristianos. (La revolución negra) * En el desierto de soledad y vacío es donde se ve
que son ilusorios el miedo a la muerte y la necesidad de autoafirmación. Cuando
se mira esto de frente, la angustia no siempre queda vencida, pero puede ser
aceptada y comprendida. Así, en el corazón de la angustia se encuentran los
dones de paz y comprensión: no simplemente en la iluminación y la liberación
personales, sino en el compromiso y la comprensión, pues el contemplativo debe
asumir la angustia universal y la situación ineludible del hombre mortal. El
solitario, lejos de encerrarse en sí mismo, se hace a todos los hombres. Reside
en la soledad, la pobreza, la indigencia de todo hombre. (Incursiones en lo indecible: La lluvia y el rinoceronte) * Hoy en día, la especie humana es como un
alcohólico que sabe que beber lo destruirá y sin embargo siempre tiene ‘buenas
razones’ por las que debe seguir bebiendo. Así es el hombre en su adicción
fatal a la guerra. No es verdaderamente capaz de ver una alternativa
constructiva a la guerra. Si esta tarea de construir un mundo pacífico es la
tarea más importante de nuestro tiempo, también es la más difícil. De hecho
requerirá mucha más disciplina, más sacrificio, más pensamiento, más
cooperación y más heroísmo que la guerra pidió jamás. (Hermana América: paz y protesta) * La realidad de la tradición es Cristo mismo. El
significado de “Cristo ha resucitado y Cristo vive” es que Cristo ha
‘realmente’ resucitado y vive ahora en nosotros. Se trata de la realidad de una
tradición que está viva. Se trata de Cristo que ‘es’ y ‘vive’ aquí y ahora en
nosotros. Si dejamos que el Cristo resucitado viva en nosotros, podemos avanzar
con confianza, plenamente seguros de que lo hacemos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. (Los manantiales de la contemplación: la realidad
contemplativa y el Cristo redivivo) * El mensaje de esperanza que te ofrece el
contemplativo no consiste en que tengas que buscar tu camino a través de la
jungla de palabras y problemas que hoy envuelven a Dios, sino que Dios te ama,
lo entiendas o no, que está presente en ti, que habita en ti, que te llama, te
salva y te ofrece un conocimiento y una luz que no tienen comparación con nada
que hayas encontrado en los libros u oído en los sermones. El contemplativo no
tiene nada que decirte, sino alentarte y asegurarte que si te atreves a
penetrar en tu propio silencio, a caminar en la soledad de tu propio corazón, y
a arriesgar el compartir esta soledad con el otro solitario que contigo y a
través de ti busca a Dios, llegarás a encontrar la luz y la capacidad para
entender lo que está más allá de todo lo que se puede decir o explicar, ya que
está demasiado cerca para poderse explicar: la íntima unión en las
profundidades de tu propio corazón entre el espíritu de Dios y tu más recóndito
y oculto yo, de modo que tú y él seáis en verdad un solo Espíritu. (El camino monástico: una carta sobre la vida
contemplativa) * Nuestra vida en Cristo exige un apostolado
plenamente eucarístico: una acción enérgica y de largo alcance, basada en la
oración y en la unión interior con Dios y capaz de trascender las limitaciones
de clase, nación y cultura y de continuar edificando un nuevo mundo sobre las
ruinas de lo que sin cesar está hundiéndose en la decadencia. Si el futuro nos
parece sombrío, ¿no será quizá porque estamos asistiendo a la aurora de una luz
que nunca ha sido vista? ...Vivimos, acaso, en el umbral de la más grande era
eucarística del mundo, la era que muy bien pudiera presenciar la unión final de
toda la humanidad. Si esto es verdad, entonces es que estamos ante la
posibilidad de una empresa tremenda: la unión visible del mundo, a un paso de
la unión de todo el mundo en Cristo. (El Pan Vivo) * Padre, te pido que me conserves en este silencio
para que aprenda de él la palabra de tu paz y la palabra de tu misericordia y
la palabra de tu amabilidad dicha al mundo: y que a través de mí quizá tu
palabra de paz se deje oír donde durante mucho tiempo no ha sido posible que
nadie la oyera. (Conjeturas de un espectador culpable: el espíritu
de la noche y el aire de la aurora) * La necesidad más importante en el mundo cristiano
hoy es esta verdad interior alimentada por el Espíritu de la contemplación: la
alabanza y el amor de Dios, el deseo de la venida de Cristo, la sed por la
manifestación de la gloria de Dios, su verdad, su justicia, su Reino en el
mundo... Sin esta orientación contemplativa, estamos construyendo iglesias no
para alabarle sino para establecer más firmemente estructuras sociales, valores
y beneficios de los que gozamos hasta ahora...Sin la contemplación y la oración
interior, la Iglesia no puede cumplir su misión de transformar y salvar al
hombre. ( La oración contemplativa) * El contenido central de la Biblia se resume en
esta afirmación: La verdad íntima del hombre y de la existencia humana se
revela en un acontecimiento (que) presenta todas las características del
‘kairos’, crisis o juicio. Cuestionado por una intervención histórica de Dios
el hombre puede responder comprometiendo su libertad más profunda, o puede
rehuir el encuentro amparándose en una serie de falaces excusas. Si se rehuye
el encuentro, la libertad del hombre no se hace valer, sino que resulta
hipotecada y enajenada. Cuando el encuentro es real y pleno, se establece un
nuevo tipo de relación entre nuestra propia libertad y la libertad y el
espíritu últimos: el Dios que es Amor y también ‘Señor de la Historia’. Al
mismo tiempo, se renueva la relación con los demás hombres; en lugar de vivir
para nosotros mismos, vivimos para los demás. Idealmente hablando, si todos
nosotros viviésemos con este tipo de preocupación y compromiso altruista, la
historia humana culminaría en una epifanía de Dios en el hombre. La humanidad
sería visiblemente ‘Cristo’. (Leer la Biblia) * Todo aquel o aquella que con su vida dé un ‘sí’
incondicional al amor de Dios, está cumpliendo plenamente los objetivos de la
vida religiosa. Ninguna otra cosa importa realmente una vez se ha respondido a
esta exigencia. Todo el mundo puede hacer esto, incluso quienes no han abrazado
la vida religiosa. Es simplemente el estilo cristiano de vida...En lo profundo
de vosotros mismos hay algo que os sostiene porque vosotros se lo permitís, y
si se lo permitís, sin duda lo hará. (Dos semanas en Alaska: la vida que une) * El cristianismo es una de las religiones del
mundo. El mundo es Amor. Pero a veces olvidamos que la palabra emerge antes que
nada del silencio. Cuando no hay silencio, entonces, la Única Palabra que Dios
pronuncia no se oye realmente como Amor. Sólo se oyen ‘palabras’. Las
‘palabras’ no son amor, puesto que son muchas y el Amor es sólo Uno. Cuando hay
demasiadas palabras, perdemos la conciencia del hecho de que realmente sólo hay
Una Palabra. La Única Palabra que Dios dice es Él Mismo. Hablando, Él se
manifiesta a Sí Mismo como infinito Amor. Su hablar y Su escuchar son Uno. Su
discurso es tan silencioso que para nuestra forma de pensar Su discurso es un
no-discurso, su escuchar es no-escuchar. Así, en el silencio, en el abismo de
Su único Amor, todas las palabras son dichas y todas las palabras son oídas.
Sólo en este silencio del Amor infinito tienen conciencia y significado. (Amar y vivir:
amor y soledad) * El Cristianismo no es la religión de una ‘ley’,
sino la religión de una ‘persona’...El mismo Jesús, viviendo en nosotros por Su
Espíritu, es nuestra Regla de Vida. La obediencia a esta (nueva) ley nos
conforma a Él como persona. Por tanto, perfecciona la imagen divina en
nosotros. Nos hace como Dios. Nos llena de la vida y la libertad que Él nos
enseñó a buscar. Ese es el valor que determina todas las acciones de un
cristiano. Ese es fundamento a la vez del humanismo cristiano y del misticismo
cristiano: El cristiano vive por amor, y por tanto, por libertad. (El hombre nuevo: el segundo Adán, 115) Z |
Copyleft. Acoger y Compartir. 16 Enero, 2006 |