Autor: Ted
Libbey
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Uno de los
desarrollos más interesantes del último cuarto de siglo ha sido el nacimiento
del minimalismo como estilo musical. El minimalismo comenzó como una reacción
al lenguaje musical modernista del periodo post-Segunda Guerra Mundial, complejo,
rígidamente organizado, disonante y emocionalmente opaco. Usando procedimientos
simples y apoyándose en varios tipos de fórmulas de repetición en los cuales un
simple elemento rítmico o melódico podía cambiar en cada momento dado, el
minimalismo intentaba abrazar el lado más intuitivo y vivo de la música, después
de años de abstracción.
Entre los
norteamericanos que pusieron en marcha el minimalismo durante los años 1970s y
1980s, Steve Reich, Philip Glass, y John Adams, están entre los más conocidos. Cada
cual utilizó los métodos del minimalismo a su propio modo y cada cual tiene su
propio sonido distintivo, pero todos ellos han producido música incisiva y enérgica,
lleno de color y vivo en pulsaciones. A medida que ha pasado el tiempo, sus
tratamientos de los elementos de composición han llegado a ser más sutiles y
orgánicos, así que el término “minimalismo” no parece ya adecuado. Durante la última
década, Reich y Adams, en particular, junto con jóvenes compositores como
Michael Daugherty, han desarrollado una especie de minimalismo "máximo"
que utiliza más y más los recursos expresivos de la música tonal convencional –en
este sentido, retomando la corriente principal del pensamiento musical del que
se había apartado el modernismo.
"Reich: Music for 18 Musicians"
performed by Rebecca Armstrong, Marion Beckenstein, et al.
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"Koyaanisqatsi (1998 Re-recording)"
composed by Philip Glass
Mientras
tanto, en Europa, el minimalismo experimentó un segundo nacimiento, desarrollándose
en direcciones distintas pero no menos interesantes. A mediados de los 1970s, mientras
que los minimalistas americanos estaban alcanzando preeminencia, algunos
compositores europeos se alejaron también de los procedimientos abstractos,
altamente sistematizados de la vanguardia, en busca de un lenguaje que se
prestara a la expresión de la emoción y que les permitiera comunicar en un modo
directo pero profundo con la audiencia. En la vanguardia de este movimiento hubo
cuatro compositores --Arvo Part, Henryk Gorecki, Sofia Gubaidulina, y John
Tavener—quienes, a pesar de provenir de muy diversos trasfondos, tenían al
menos dos cosas en común: un disgusto por la aridez intelectual de la mayoría
de la música contemporánea y una fuerte orientación religiosa.
Su tipo de minimalismo
ha sido llamado "minimalismo sacro" (holy minimalism) por algunos,
para distinguirlo de la variedad americana. También se les llama, algo
irreverentemente, "the God squad." (la pandilla de Dios). Esto sea
sin menos cabo de sus logros, que han sido extraordinarios. De hecho, la Sinfonía
n. 3 del compositor polaco Henryk Gorecki's, conocido como “Sinfonía de las
canciones dolorosas” ha llegado a ser una de las composiciones clásicas más
populares de los últimos 25 años, gracias en gran parte al éxito discográfico
de Nonesuch, en la que canta la soprano Dawn Upshaw con la London Sinfonietta dirigida
por David Zinman—que entró en las listas de discos más vendidos en Inglaterra.
La música del
compositor inglés John Tavener ha gozado de una enorme popularidad tanto entre
el público como entre los intérpretes. Millones de personas se emocionaron con
la hermosa canción de Tavener "Canto por Atenas," que fue
interpretado por Martin Neary y el Coro de la Abadía de Westminster en los funerales
de la princesa Diana en 1997. Y la obra instrumental más significativa de Tavener,
"El Velo Protector " para cello y orquesta de cuerda, ha sido grabado
en al memos una media docena de versiones en los 10 años que han pasado desde
su estreno, la más reciente, y con notable éxito por Yo-Yo Ma. Es una pieza asombrosamente
original y hermosa, lírica en sentimientos, y absolutamente luminosa en sonido.
La rusa Sofia
Gubaidulina se ha granjeado un gran éxito con su música expresiva y ha atraído a
campeones de la interpretación, entre ellos Mstislav Rostropovich y Gidon
Kremer. Algunos críticos la han saludado como la sucesora de Shostakovich; al
igual que con Gorecki y Tavener, hay una fuerte dimensión espiritual en su
música.
"Gorecki: Symphony no 3"
performed by Dawn Upshaw and the London Sinfonietta
"John Tavener: Innocence"
conducted by Martin Neary
"Tavener: The Protecting Veil, Wake Up...and
Die"
performed by Yo-Yo Ma
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"Gubaidulina: Offertorium, etc"
conducted by Charles Dutoit
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La belleza
austera, como de otro mundo, de la música del compositor estonio Arvo Part ha
tocado la fibra de muchos oyentes desde que sus discos empezaron a aparecer
bajo la marca ECM hace unos 15 años. La sobriedad del idioma de Part y la
pureza y la fragilidad de sus gestos requieren una especial sensibilidad por
parte de los intérpretes, pero pueden ser, por otro lado, enormemente hechizadores.
Part comenzó como un serialista típico de la postguerra, pero cambió de dirección
varias veces, encontrando su propia voz después de varios años de silencio en
los años 1970s. Esta nueva etapa comenzó con un bellísimo concertino para dos
violines, cuerda y piano preparado llamado "Tabula Rasa," compuesto
en 1977. Fue grabado originalmente por Gidon Kremer (para quien fue escrito), y
se han hecho varias grabaciones desde entonces, el más reciente por uno de las
estrellas emergentes del momento, Gil Shaham. Casi toda la producción posterior
de Part ha sido grabada, haciéndole uno de los compositores vivos mejor
documentados.
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