CIVILES VÍCTIMAS DE EXTORSIONES EN EL NORTE DE NÍGER: ATAQUES A LOS DERECHOS HUMANOS EN AGADEZ

INFORMACIÓN DE AÏR-INFO PUBLICADA EL 22 DE FEBRERO DE 2008


“Nos ataron los pies con una cuerda todas las noches el tiempo que duró el secuestro” afirma D. un civil de Iférouane retenido por el Movimiento de los Nigerinos por la Justicia (MNJ)

“Me quemaron los pies con un plástico ardiendo”, testifica un joven pastor arrestado por los militares en Tchirozérine

“Me han desnudado, me han pegado y he pasado la noche desnuda en la celda” declara una joven interrogada por la policía.


El 18 de enero de 2008, miembros de las fuerzas de defensa y seguridad han registrados numerosas casas en Tchirozérine. Docenas de jóvenes han sido arrestados, entre los que se encuentran tres  vendedores de ganado del mercado de Agadez. Se encontraban ese día, a las 11 horas, en una ceremonia de bautismo en casa de su hermano Alhousseïni Bahani, agente del IEB de Tchirozérine.

A preguntas de nuestros compañeros de la emisora Sahara FM, afirmó haber presentado a los miembros de las fuerzas de seguridad los tres tickets de autobus que usaron los jóvenes para llegar de Agadez a Tchiro, sin que siquiera los comprobaran. Fueron trasladados a su base. Han denunciado ser víctimas de un tratamiento cruel, inhumano y degradante.

pie quemado Uno de ellos ha declarado a la oficina en Agadez de la Asociación Nigeriana por la Defensa de los Derechos Humanos  (ANDDH en sus siglas francesas): “Me han azotado una y otra vez exigiéndome que les enseñara dónde había colocado minas; les juré que no sabía nada, pero de nada sirvió. Nos taparon los ojos con un caucho, probablemente un resto de una cámara de rueda y nos empaparon con agua fría. A mí me ataron los pies con un plástico inflamado. ¡Miren mis pies! ¡No sé si podré volver a andar! No he hecho nada, solo soy un humilde comerciante de ganado en Agadez. ¡Compruébenlo si quieren!” Ante la pregunta de si presentará denuncia, responde atenazado por el dolor: “No. Lo único que quiero es curarme y que vuelva la paz. Se lo pido a Dios”.

La noche del 15 al 16 de enero de 1008, en Agadez, una joven de unos veinte años llamada Amélie Ahandaga fue interrogada por la policía. Para los agentes, la joven habría lanzado una granada desde su casa que se encuentra junto a la comisaría. En compañía de otras cuatro personas, un maestro, una ama de casa, un artesano y un alumno de nivel CM2, la joven es sospechosa de estar tras el lanzamiento de dos granadas contra la comisaría. En el contexto de esta investigación, los cinco acusados pasaron horas retenidos sin derecho a ningún tipo de visita. Así, fueron acusados por el ministerio fiscal y enviados al penal, tras lo cual la familia supo que la joven había sido humillada y torturada. Tan pronto como tuvieron conocimiento, tanto la oficina de Agadez de la ANDDH como  el bimensual Aïr Info se han puesto en contacto con ella. A preguntas de Aïr Info, la joven describe su suplicio: “Cuando me arrestaron un grupo de hombres me condujo a una oficina de la comisaría. Me ataron los puños a los tobillos y me colgaron de una barra entre dos mesas. Iba en camisón con ropa interior. Uno de ellos me golpeó mientras me insultaba. Querían que reconociera que yo era la autora del lanzamiento de las granadas. ¡Les juré que en mi vida había siquiera visto una! Otro de ellos me dio una bofetada bastante fuerte. Escuchadme los dos: ¡El juez verá lo que me habéis hecho y me harán justicia!”. Y prosigue: “Después me metieron completamente desnuda en una celda. Hasta el día siguiente no me dieron mi ropa.” Su detención y el registro de los domicilios se realizaron sin orden judicial, según nos indicaron. El ministerio fiscal del tribunal de Agadez, la ANDDH y todas las organizaciones de la sociedad civil de Agadez has sido informadas de este caso de torturas. Hay grabaciones y fotos que testifican la denuncia.

Es el momento de abrir una investigación judicial en nombre de la justicia y la moral que permita interpelar y castigar estos actos de barbarie que no  honran precisamente a nuestras fuerzas de defensa. Todos sabemos que estos actos son cometidos por individuos a espaldas de sus superiores. ¿Estaba al corriente de las torturas sufridas por tres jóvenes el jefe del retén de Tchiro? ¿Y el director de la policía de Agadez sabía lo que ocurría en sus instalaciones la noche del 15 de enero? Seguramente no. Entonces, deben trabajar en aclarar la verdad y castigar a los responsables. Es este tipo de comportamientos por los que organizaciones como Amnistía o Human Rigths preguntan a nuestro país y que atentan contra nuestro honor y dignidad. Níger no es un país al margen de la ley. Es un país de justicia y derecho. Un grupo de individuos no puede manchar a nuestras fuerzas armadas. Según las últimas informaciones, una docena de personas detenidas en el penal de Agadez, entre las que se encuentra la chica torturada y su vecina, han sido trasladados a las prisiones de Niamey, Say, Kollo y Koutoukalé. Es otro ataque a la constitución nigerina, según la cual ningún nigerino puede ser deportado.

Por otro lado, nuestras fuentes nos confirman que los rehenes del MNJ son también víctimas de tratos humillantes como mantener atados por los pies a los rehenes durante las noches. Un civil cuyo nombre responde a la inicial de D. originario de Iférouane, secuestrado por el MNJ junto a otros tres civiles, todos ellos tuaregs, bajo la acusación de ser confidentes de las fuerzas armadas nos han hablaron sobre su detención: “He estado 42 horas allí. Nos ataron los pies con una cuerda todas las noches el tiempo que duró el secuestro.” La dignidad humana no son palabras vacías. Merecen respeto y consideración.

Reunidos en Niamey el 9 de febrero, invitados por el Alto Comisariado para la restauración de la paz, los jefes de la antigua resistencia armada y las milicias y comités de autodefensa han recomendado la liberación de las personas detenidas y de los secuestrados como resultado del conflicto que se vive en el norte del país, así como el fin de las extorsiones y matanzas de civiles, y el cese de los porpósitos de ciertos ciudadanos que pueden atentar contra la unidad nacional.