CARTA AL PRESIDENTE OBAMA SOBRE SIRIA 

4 de septiembre de 2013

Presidente Barack Obama
La Casa Blanca
Washington, DC 20270

Señor Presidente:

Mientras nuestra nación contempla la acción militar en Siria, deseamos asegurarle nuestras oraciones, tanto a Usted como a su Administración. Sabemos que la situación de Siria es compleja, y apreciamos la paciencia y el control que su Administración ha ejercido hasta la fecha. Ratificamos su decisión de invitar a un diálogo público y a un análisis del congreso de toda posible acción militar, y queremos contribuir a este debate desde nuestra perspectiva como pastores y maestros católicos.

Nos unimos a Usted en su condena total del uso de armas químicas en Siria. Estas armas indiscriminadas no tienen lugar en los arsenales de la familia de naciones. Con Usted, lamentamos las vidas perdidas y lloramos con las familias de los fallecidos. Al mismo tiempo, nos preocupan enormemente los más de cien mil sirios que han perdido sus vidas, los más de dos millones que han huido del país como refugiados y los más de cuatro millones dentro de Siria que han sido expulsados de sus casas por la violencia. Nuestra atención ahora está en la catástrofe humanitaria que se está desarrollando en Siria y en salvar las vidas acabando con este conflicto, no alimentándolo.

Hemos escuchado el llamamiento urgente del Sucesor de San Pedro, el Papa Francisco, y de nuestros afligidos hermanos obispos de las venerables y antiguas comunidades cristianas de Oriente Medio. Como uno solo, ellos imploran a la comunidad internacional que no se intervenga militarmente en Siria. Han dejado muy claro que un ataque militar sería contraproducente, exacerbaría una situación ya devastadora y tendría consecuencias negativas inesperadas. Sus preocupaciones tienen una fuerte repercusión en la opinión pública estadounidense, que cuestiona el sentido común de esta intervención y la falta de consenso internacional.

Hemos hecho nuestro el llamamiento del Papa Francisco: “Exhorto también a la Comunidad Internacional a hacer todo esfuerzo posible para promover, sin más dilación, iniciativas claras a favor de la paz en aquella nación, basadas en el diálogo y la negociación, por el bien de toda la población de Siria. Que no se ahorre ningún esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a las víctimas de este terrible conflicto, en particular a los desplazados en el país y a los numerosos refugiados en los países vecinos.”

Desde hace tiempo la posición de nuestra Conferencia Episcopal es que los sirios necesitan con urgencia una solución política. Pedimos a los Estados Unidos que trabajen urgente e incansablemente con otros gobiernos para que se obtenga un alto el fuego, para que se inicien negociaciones serias, se provea asistencia humanitaria imparcial y se impulsen los esfuerzos para construir una sociedad en Siria que incluya a todos, protegiendo los derechos de cada uno de sus ciudadanos, incluyendo a los cristianos y otras minorías.

Oramos por Usted en este momento en que su Administración se enfrenta a los desafíos complejos y a la catástrofe humanitaria que abruman a Siria.

Atentamente,

Timothy Cardenal Dolan
Arzobispo de Nueva York
Presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos

Su Excelencia Richard E. Pates
Obispo de Des Moines
Presidente, Comité Internacional Justicia y Paz