Entrevista con Jaime Moreno
JOSÉ LUIS CELADA | Jaime Moreno Rexach es un sacerdote jesuita madrileño que, a sus 67 años, se reconoce una “vocación tardía” en el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR). Ha estado dos años en el Chad, en los campos de refugiados de Milé y Kounoungo, como responsable de la educación. Después, en misión urgente, permeneció por espacio de seis meses en el campo de refugiados de Melkadida, en Etiopía. Y, desde el 1 de junio 2012, es el responsable del SJR en la República Centroafricana, uno de los países más pobres del mundo, sumido en eternas luchas de poder y escenario hoy de un nuevo conflicto ante el olvido internacional.
- ¿Qué está ocurriendo en la República Centroafricana? ¿Por qué se ha llegado a la situación actual?
- La República Centroafricana es uno de los países más pobres del planeta, con luchas por el poder desde la independencia de Francia. Es un país olvidado. Sin salida al mar, sin carreteras, sin hospitales, sin escuelas. Con mucha riqueza en el subsuelo, diamantes, oro, uranio y, en la selva, mucha madera. Además de producir azúcar, café y algodón. Pero, por desgracia, los que se van haciendo con el poder, más que preocuparse por el país, se preocupan de sus bolsillos. Tanto unos como otros. Y este es el verdadero problema de fondo.
- ¿Quiénes son los principales actores del conflicto?
- La Seleka, que significa la Alianza, es la unión de cuatro grupos rebeldes distintos, que habían firmado acuerdos de paz en 2008 y en 2011, por los que abandonaban las armas a cambio de dinero, la integración en las FACA (Fuerzas Armadas Centroafricanas) o una reinserción en la vida civil. No ha sido el caso. Con lo cual, se han puesto de acuerdo para exigir al presidente que haga honor a lo que firmó. Al ver su éxito militar, piden ahora su dimisión. Petición a la que se unen los partidos de la oposición.
- ¿Cómo está afectando la ofensiva rebelde de la Seleka y su enfrentamiento con el ejército a la población civil?
- Esta es precisamente la gran tragedia. La población ha huido a la selva para asegurarse la vida. Según avanzan, reclutan gente, adultos y niños. Se alimentan de los pillajes
- ¿Y la Fuerza Multinacional de África Central (FOMAC), no puede intervenir para evitarlo?
- Su papel es hacer de fuerza de interposición. Está situada en Damara, a 75 kilómetros de Bangui, la capital. Los rebeldes saben que la FOMAC tiene orden de atacarles en caso de avance hacia Bangui. Es una fuerza bien equipada, con unos 760 soldados.
Conversaciones de paz
- El presidente Bozizé acaba de destituir al ministro de Defensa, que es su hijo. Desde la prensa vinculada a la oposición, se interpreta este hecho como un deseo de asumir personalmente el control de las operaciones militares, lo cual significa seguir apostando por esta vía. ¿Están condenadas al fracaso las conversaciones de paz en Gabón entre el Gobierno y la Seleka?
- No, no están condenadas al fracaso. Por una parte, los rebeldes tienen ahora muy difícil entrar en la capital, y el presidente está muy interesado en seguir hasta el año 2016. Además, las conversaciones están presididas por el presidente congoleño, Denis Sassou- Nguesso. Y tanto la CEEAC (Comunidad Económica de Estados de África Central), como Francia, los Estados Unidos, la ONU apuestan por una solución pactada. Pero, desgraciadamente, el que no estén condenadas no significa que vayan a tener éxito. Esto es un juego de poder, y no sabemos qué carta guarda cada uno debajo de la mesa. Es una mesa de diálogo forzada por el poder militar, no por un deseo real de pacificación y crecimiento del país.
- En declaraciones a una agencia francesa, el arzobispo de Bangui, sin embargo, dice que ve “mensajes de esperanza”. ¿Hay razones fundadas para creer que es posible una solución?
- Es distinto ver “mensajes de esperanza” que soluciones reales. El que se reúnan en torno a una mesa es ya un mensaje de esperanza, pero entiendo que hay que esperar a los acontecimientos.
- Mientras tanto, ¿qué están haciendo desde el SJR para salir al paso de esta situación?
- El SJR, como todas las ONG, se compromete a ser políticamente neutral para ayudar realmente a quien más lo necesita. Actualmente, lo único que podemos hacer es presionar al Gobierno y a los rebeldes para abrir un corredor humanitario que nos permita el acceso a los desplazados por el conflicto.
Tomado del nº 2.831 de Vida Nueva.