Haití: el futuro cardenal intenta el diálogo entre el gobierno y la oposición
"Juntos por el bien de Haití" es la iniciativa del obispo Chibly Langlois en el país que sigue sufriendo los efectos del devastador terremoto
CIUDAD DEL VATICANO, 11 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Cuatro años después del fuerte terremoto que devastó Haití, en el país más pobre de Latinoamérica, se siguen sufriendo consecuencias de aquella catástrofe natural, tanto a nivel económico como social, y cuya reconstrucción se ve afectada además por las dificultades políticas. Por ello, la Iglesia católica local ha decidido tomar parte y ha dado comienzo a una iniciativa que tiene como objetivo ayudar al país a recuperarse.
A finales de enero ha iniciado un Diálogo nacional querido fuertemente por la Conferencia episcopal para intentar hacer salir al país del punto muerto en el que se encuentra. El joven obispo de Les Cayes, Chibly Langlois, presidente de los obispos haitianos y que el papa Francisco creará cardenal el próximo 22 de febrero, a convocado el encuentro que reune miembros del gobierno y de la oposición.
El diálogo nacional tiene como objetivo llegar a una acuerdo que permita al país tener las elecciones parlamentarias y municipales que deberían haber tenido lugar ya hace dos años pero que siempre son aplazadas, para superar así la situación de enfrentamiento entre el presidente y la oposición.
Tal y como publica la web missionline.org, el nuevo cardenal Langlois ha señalado "creo que era necesario y urgente poner a los sujetos políticos entorno a una misma mesa porque es la situación socio-económica del país que lo pide. Vivimos en una crisis de gobierno crónica. Si no queremos llegar a un explosión del país, deben hablarse".
De esta manera, unos cincuenta representantes de los partidos políticos y del presidente Martelly se están encontrando desde hace un par de semanas en un hotel de Puerto Príncipe para encontrar una salida a la crisis política.
"Hemos visto la buena fe de cuantos participan en este diálogo y todos declaran querer llegar a un acuerdo. Sólo que cada una de las partes después intenta defender su punto de vista", asegura el prelado. Y por eso hace un llamamiento: "Ninguno puede pensar resolver por sí solo los problemas de Haití".
Sobre la situación concreta del país, el futuro cardenal afirma que es "catastrófica". "La gente no tiene trabajo y no puede ganar lo necesario para vivir. La Iglesia está muy preocupada. Nosotros mismos vivimos cada día las mismas dificultades que nuestros fieles y sufrimos por el hecho de no ser capaces de acompañarles como necesitarían".
Recientemente ZENIT publicaba una entrevista a monseñor Dumás, obispo de la diócesis de Anse-a-Veau et Miragoane. El prelado explicó en la entrevista que tras el terremoto se vivió un primer momento de gran apertura, con el pasar de las semanas se volvió a una 'normalidad' dentro de una situación de gran deterioro, normalidad que se vuelve resignación, pasividad, pesimismo y fatalismo. A pesar de ello la Iglesia local entendió que era una prueba y que desprendida de las construcciones y edificios que dan dignidad, había que centrarse más en el mensaje evangélico. La situación aún es dramática, con casi 200 mil personas viviendo en carpas, pero con un aumento notable de vocaciones y de parroquias, en donde la fe se vive de una manera más genuina y con espíritu de gran solidaridad. Hoy la fuerza del pueblo de Haití es su fe en Dios, que ayuda a la gente a ponerse en pié y a mirar al futuro con esperanza.