20 de noviembre.
Solemnidad de Cristo Rey

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PRIMERA LECTURA

Profeta Ezequiel 34, 11-12.15-17

Esto dice el Señor:

«Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y velaré por ellas. Así como el pastor vela por su rebaño cuando las ovejas se encuentran dispersas, así velaré yo por mis ovejas e iré por ellas a todos los lugares por donde se dispersaron un día de niebla y oscuridad. Yo mismo apacentaré a mis ovejas, yo mismo las haré reposar, dice el Señor Dios. Buscaré a la oveja perdida y haré volver a la descarriada; curaré a la herida, robusteceré a la débil, y a la que está gorda y fuerte, la cuidaré. Yo las apacentaré con justicia. En cuanto a ti, rebaño mío, he aquí que yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos».

SALMO RESPONSORIAL: 22

"El señor es mi pastor, nada me falta."

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas.

Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios me unges la cabeza de perfume y llenas mi copa hasta los bordes.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término.

SEGUNDA LECTURA:

Primera Carta de San Pablo a los Corintios 15, 20-26a.28

Hermanos: Cristo resucitó, y resucitó como primicia de todos los muertos. Porque si por un hombre vino la muerte, también por un hombre vendrá la resurrección de los muertos. En efecto, así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida; pero cada uno en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo. Enseguida será la consumación, cuando, después de haber aniquilado todos los poderes del mal, Cristo entregue el Reino a su Padre. Porque él tiene que reinar hasta que el Padre ponga bajo sus pies a todos sus enemigos. El último de los enemigos en ser aniquilado, será la muerte. Al final, cuando todo se le haya sometido, Cristo mismo se someterá al Padre, y así Dios será todo en todas las cosas.

EVANGELIO

Según San Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha.

“Venid, benditos de mi padre; tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me disteis de comer, sediento y me disteis de beber, era forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, encarcelado y fuisteis a verme”.

Los justos le contestarán entonces:

“Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?”

Y el rey les dirá:

“Yo os aseguro que, cuando lo hicisteis con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicisteis”.

Entonces dirá también a los de la izquierda:

“Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me disteis de comer, sediento y no me disteis de beber, era forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y encarcelado y no me visitasteis”.

Entonces ellos le responderán:

“Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?”

Y él les replicará:

“Yo les aseguro que, cuando no lo hicisteis con uno de aquéllos más insignificantes, tampoco lo hicisteis conmigo. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”».


Lo único que al fin cuenta

Uno de los temas que más obras maestras ha producido en el arte europeo, el Juicio Final: las multitudes de condenados y redimido en los relieves del románico, el fuego del infierno y las oníricas alucinaciones de El Bosco, el musculoso gesto de condena de Cristo en el fresco de la Capilla Sixtina...

Ninguno, sin embargo, dibuja lo que Jesús narra realmente en este evangelio: rebaños de ovejas y cabras... Sería poco serio, nada dramático. Quizás Jesús prefirió imaginar el final como una fábula con animales domésticos para desdramatizar un poco.

Las ovejas salvadas son las primeras en expresar su asombro “¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer?” Habían recibido una formación religiosa tan deficiente que es el mismo Jesús tiene que darles una catequesis in extremis: “Yo os aseguro que, cuando lo hicisteis con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicisteis”.

¿Fueron estas ovejas durante su vida budistas o adeptos del New Age? ¿Musulmanes chiítas, ateos, católicos? Ninguna pregunta se les hace sobre la fe que profesaron, su práctica religiosa, sus conocimientos de teología.

El rey solamente les dice:

“Estuve hambriento y me disteis de comer,
sediento y me disteis de beber,
era forastero y me hospedasteis,
estuve desnudo y me vestisteis,
enfermo y me visitasteis,
encarcelado y fuisteis a verme”

Entonces ¿la religión no sirve para nada? ¿Ser cristiano no cuenta? Para Jesús, no es lo determinante. ¡Pero claro que ayuda! No hay más que echar una ojeada a las asociaciones y ONGs que trabajan en España para aliviar el sufrimiento de los más pobres. Muchos de ellos han nacido como respuesta a la llamada de Jesús en los más pobres reconocida desde la fe.

Nos reúne el domingo en el templo la presencia de Jesús en la eucaristía, en la comunidad, en la oración compartida. Nos espera la presencia de Jesús cada día de la semana en los que menos cuentan. Aquella persona poco interesante que trabaja en mi oficina, ese señor tan pesado que viene a mi despacho o a mi consulta, ese niño con quien nadie quiere jugar en el patio de la escuela... En los muertos de hambre por falta de unos pocos euros en los campos del Sahel, en los infectados por el SIDA, en los niños que mueren de malaria o de una diarrea fácilmente curable en los países del Norte...

Jesús espera ser amado en todos esos rostros. Y eso es lo que verdaderamente cuenta. Con gran sorpresa, muchos descubrirán, sólo al final de la Historia, que aquellos a los que alimentaron, vistieron, acogieron y visitaron eran los que Cristo llama “mis humildes hermanos”. La presencia entre nosotros de estos “bienhechores despistados” son una demostración de que nos sabemos todo lo que Dios sabe y un motivo de alabanza.

Pero a nosotros, el rey nos ha soplado la clave del examen. No podremos decir que no sabíamos.