22 de octubre. Domingo XXIX del T.O.

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Una meditación sobre el evangelio de este día en forma de Presentación Powerpoint

 

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 53, 10-11.

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 32.

Antífona: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16.

Hermanos:

Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.

EVANGELIO.

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10, 35-45.

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»

Les preguntó: “¿Qué queréis que haga por vosotros?”

Contestaron: «Concedemos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»

Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»

Contestaron: «Lo somos.»

Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.»

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar la vida en rescate por todos.»

Comentario a la Palabra

QUE NO SEA ASI ENTRE VOSOTROS

Algunos señores del poder, quiero decir 189 jefes de Estado, suscribieron la Declaración del Milenio en el año 2000. Se fijaron como primer objetivo la erradicación de la pobreza extrema y del hambre y señalaron el 2015 como horizonte para alcanzar esos fines. Sin embargo la realidad es muy otra. Durante esta semana todos los medios nos lo recuerdan. Y el sábado 21 de octubre saldremos a la calle para avivar la memoria de este incumplimiento.

Estamos en la semana contra la pobreza y el hambre, y además este domingo es el DOMUND.

El desprestigio de algunos ostentadores del poder es manifiesto. Se les señala con el dedo acusador para estamparles en su cara embusteros, cínicos, oportunistas. Los más radicales hasta gritan ¡Asesino!

La verdad es que las cifras cortan la respiración:
- Más de 1.200 millones de personas viven con menos de un dólar diario y 2.500 millones, con menos de dos dólares al día
- Más de 850 millones de seres humanos padecen hambre crónica y extrema
- Cinco millones de niños mueren cada año en el mundo por problemas nutricionales. Diez millones no superan los cinco años de edad
- África es el continente con mayor mortalidad infantil y el sudeste asiático concentra al mayor número de niños hambrientos

Detrás de estas cifras y rostros, para un creyente, está toda la capacidad de mal que socava al ser humano y llamamos pecado.

El milagro es que entre estas personas humilladas hay miles de justos que silenciosamente cultivan la Esperanza. Ellos y ellas se dejan libremente herir por este pecado: Nicolás, Dolores, Javier, Cristi, José María, José … y tantos otros.

Después de verlos trabajar, pienso en ellos como quienes hacen todo para rescatar a quien fue capturado. Céntimo a céntimo, suspiro a suspiro, ponen en las personas y en las estructuras la semilla de un rescate.

Ellos han elegido estar en medio de la llaga. Y así, sin pretenderlo, hacen visible el poder salvador de cierto sufrimiento. Con una paciencia infinita, es decir, con una fe propia de quien ama, hacen despuntar y converger salud y salvación donde otros sólo ven castigo.

¿Cómo rescatar la propia vida a la inundación de estas riadas de muerte? ¿A quién hay que compensar para que este rescate sea posible?. …

Con la primera lectura de este domingo los cristianos afirmamos que el sufrimiento del justo salva. Nos cuesta comprenderlo y más aún aceptarlo. Nos resulta aún más difícil dejarnos introducir en esos espacios de salvación.

La liturgia de este domingo nos presenta el cuarto cántico del Siervo Doliente de Yavéh. Aparece como un ser despreciado y abandonado por los humanos, víctima de las injusticias y familiarizado con el dolor. En la existencia de Jesús todo eso se ha hecho concreto. En la vida cotidiana el tema está a la orden del día.

Jesús el ridiculizado y torturado, el probado en todo, es el justo que desde el último lugar abre a todos la posibilidad de una comunión con Dios.

Seamos quienes seamos, tenemos la posibilidad de rehacernos, de comenzar de nuevo, podemos salir de los medios que humillan. ¿Pueden todos? ¡Ahí me llaman!, para que sea posible que la humanidad pueda superar el hambre y la pobreza y todo lo que le convierte en rehén.

Este Jesús, abriendo una reconciliación con Dios para todo ser humano, nos lleva a lo más alto; pero, el mismo Jesús, ha bajado a los infiernos del último lugar, allí donde nadie resiste. Él es también el último de los últimos. Está con las víctimas ofreciendo curación a los culpables. También ahí Él paga un rescate.

Sus amigos no comprendían este posicionamiento.

El Cristo dejado a su suerte en la cruz sabe bien hasta dónde puede llegar la miseria humana. Conoce hasta qué punto parece imposible estar donde huele a podrido sin corromperse. Son los espacios miserables del primer mundo necesitados de rescate.

A su derecha y a su izquierda no estarán los apóstoles el viernes santo, sino dos ladrones.

¿Quién ha decidido que sean dos ladrones los que estén a la izquierda y a la derecha de Jesús? Los mismos que hoy se niegan a compartir los bienes y generar dinámicas de salvación entre los humanos. Los mismos que se niegan a dar el 0,7 pese a tantas reivindicaciones. Los mismos que hacen promesas que saben no van a cumplir.

Los hombres del poder necesitan algún chivo expiatorio. ¿Sólo los del poder? Quiero decir que todos nos hemos apuntado a la mirada reduccionista y a la censura de lo políticamente correcto. ¿Todos?

Dice el Evangelio de este domingo: “no sea así entre vosotros”. Se marca una línea divisoria. Lo propio del cristiano es generar salvación. Estando en estructuras de pecado y muerte ser presencia sanadora. Sean esas estructuras las de la personalidad humana o las del Estado, las de la comunidad eclesial o las multinacionales. Todo, menos reprimir la bondad de corazón que Dios ha puesto en cada ser humano.

El Cristo al que amamos da su vida, y así rescata para nosotros la serena fuerza que nos mantiene activos. Nos vuelve hacia el Dios vivo. El ha vencido sin humillar, sirviendo.

No es a Dios a quien hemos de pagar el rescate sino a los que tienen tanto poder que hasta deciden dónde se comete el crimen, y quien está a tu izquierda o a tu derecha.

En esos lugares y en nuestras conciencias estos días resuena con fuerza la palabra de Jesús: QUE NO SEA ASÍ ENTRE VOSOTROS.
¿Por qué?. Por lo mismo que son necesarias las vacunas.

Sigue la lacra de los reverendísimos, excelentísimos, ilustrísimos… es verdad. Les gusta tener a los demás debajo. He ahí lo demoníaco. Por eso no comprenden la gratuidad de Jesús.

La cosa continúa. Pero hay salvación porque son muchos los justos, los inocentes, que están entregando su vida incluso por los culpables. Así que hay motivos para salir a la calle y que esto del hambre pase a ser historia pasada.

COMO SERPIENTE

Miré tus ojos sombríos bajo el cielo apagado.
Tu frente mate con palidez de escama.
Tu boca, donde un borde morado me estremece.
Tu corazón inmóvil como una piedra oscura.
Te estreché la cintura, fría culebra gruesa que en mis dedos resbala.

Contra mi pecho cálido sentí tu paso lento.
Viscosamente fuiste sólo un instante mía,
Y pasaste, pasaste, inexorable y larga.

Te vi después, tus dos ojos brillando
Tercamente, tendida sobre el arroyo puro,
Beber un cielo inerme, tranquilo, que ofrecía
Para tu lengua bífida su virginal destello.

Aún recuerdo ese brillo de tu testa sombría,
Negra magia que oculta bajo su crespo acero
La luz nefasta y fría de tus pupilas hondas,
Donde un hielo en abismos sin luz subyuga a nadie.
¡A nadie! Sola, aguardas un rostro, otra pupila,
Azul, verde, en colores felices que te rielen
Claramente amorosos bajo la luz del día,
O que revelen dulces la boca para un beso.

Pero no. En ese monte pelado, en esa cumbre
Pelada, están los árboles pelados que tú ciñes.
¿Silba tu boca cruda, o silba el viento roto?
¿Ese rayo es la ira de la maldad, o es sólo
El cielo que desposa su fuego con la cima?

¿Esa sombra es tu cuerpo que en la tormenta escapa,
Herida de la cólera nocturna, en el relámpago,
O es el grito pelado de la montaña libre,
Libre sin ti ya monda, que fulminada exulta?

Vicente Aleixandre