25 de febrero.
Primer Domingo de Cuaresma.

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PRIMERA LECTURA

Del Deuteronomio 26,4-10

El sacerdote recibirá la cesta de tus manos y la pondrá delante del altar del Señor, tu Dios. Tomarás de nuevo la palabra y dirás ante el Señor, tu Dios:

Mi padre era un arameo errante, que bajó a Egipto. Allí se quedó con unas pocas personas más; pero pronto se convirtió en una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una cruel esclavitud. Pero nosotros clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, que escuchó nuestra plegaria, volvió su rostro hacia nuestra miseria, nuestros trabajos y nuestra opresión, nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo fuerte en medio de gran terror, prodigios y portentos, nos trajo hasta aquí y nos dio esta tierra que mana leche y miel. Y ahora aquí traigo las primicias de los frutos de la tierra que el Señor me ha dado. Las dejarás delante del altar del Señor, tu Dios, y te postrarás en su presencia.

SEGUNDA LECTURA

Carta de San Pablo a los Romanos 10,8-13

Pero ¿qué dice la Escritura? La palabra está cerca de ti, en tu boca, en tu corazón, esto es, la palabra de la fe que proclamamos. Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Con el corazón se cree para la justicia, y con la boca se confiesa la fe para la salvación. Pues dice la Escritura: Todo el que cree en él, no será defraudado. No hay distinción entre el judío y el griego, porque Jesús es el mismo Señor de todos, rico para todos los que lo invocan. Por tanto, todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.

EVANGELIO

Según San Lucas 4,1-13

Jesús, lleno de Espíritu Santo, regresó del Jordán. El Espíritu Santo lo llevó al desierto, donde durante cuarenta días fue tentado por el diablo. Durante esos días no comió nada, y al final tuvo hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan». Jesús le respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre». Luego el diablo lo llevó a un lugar alto, le mostró todos los reinos del mundo en un instante y le dijo: «Te daré todo este imperio y el esplendor de estos reinos, porque son míos y se los doy a quien quiero. Si te pones de rodillas y me adoras, todo será tuyo».

Jesús respondió: «Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo servirás».

Entonces lo llevó a Jerusalén, lo subió al alero del templo y le dijo: «Si eres hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: Ordenará a sus ángeles que cuiden de ti, que te lleven en las manos para que no tropiece tu pie con ninguna piedra».

Jesús le respondió: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios». Y acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta el tiempo oportuno.

Comentario a la Palabra

EL QUE INTENTA APARTARME
DE LO MEJOR DE MI

En todas las eucaristías rezamos: “… no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”. A fuerza de recitarlo, la expresión pasa por nosotros como quien dice “hasta luego”.

Pero, “¿no es curioso que en un texto tan corto como el Padrenuestro, la petición sobre el mal se refiera a la tentación?”. No obstante, si pedimos que nos libre “quiere decir que el mal es al principio exterior al ser humano”

Iniciamos este tiempo de Cuaresma haciéndonos conscientes de que el mal y la tentación están ahí. Como está nuestra capacidad de elegir, de consentir… una cierta libertad.

El evangelio de San Lucas en este primer domingo de Cuaresma nos presenta este lado profundo del mal. Pero también presenta a otros actores: El Espíritu, Jesús, Dios y su proyecto.

Lucas ha quitado a los ángeles. Jesús aparece así más “uno de los nuestros”
Nos presenta a Jesús empujado por el Espíritu pero solo ante una realidad que aparece ante Él. No está en Él, porque Él está habitado por el proyecto de Dios. Viene de fuera. Surge en su camino, pero con una finalidad bien concreta. Y la cuestión no queda cerrada porque se nos dice que volvió hasta en la decisión final.

Toda vida humana pasará la prueba de la tentación. Todos somos invitados a facilitarle las cosas al mal.

Esa es la malicia de la tentación: intentar despojarte de tu propio fondo, meter en ti un deseo extraño a tu proyecto mejor. “La tentación es el acto por el que se impide a alguien hacerse él mismo… el seductor es el que me aparta de mí mismo”

En los diálogos entre Jesús y el Demonio (el único fundamentalmente malo) se nos revelan los intentos de éste por apartar a Jesús de su destino. A la vez que se nos muestra que el ser humano es vulnerable a lo que viene de fuera.

Jesús, que había escuchado decir de Él que era “el Hijo amado, el predilecto”, ahora es sometido a prueba pese a que ya ha quedado clara su opción y su misión.

La sutileza y la gravedad de la tentación están en que no invita a pecar, sino a un giro estratégico. Se le propone que cambie de estrategia, que se aparte del espíritu evangélico, que se acomode a la imagen que le propone el tentador.

Refiriéndose al Diablo, Valéry ha escrito: “Hay que decir, en alabanza suya, que nunca pide nada imposible”. Somos tentados en la verdad.

Lucas nos deja entrever que en Jesús, descendiente de Adán, están las habituales tentaciones a las que está sometido todo ser humano.

Una tentación será eludir nuestras responsabilidades y así vernos libres del trabajo que comporta una vida íntegra. Además, vemos cada día que quienes no tienen poder, no significan nada.

El que seduce va a proponer el camino del prestigio a la hora de realizar el proyecto de Dios en mi propia vida

El que quiere abrir las puertas del mal niega el valor de la cruz

Jesús aparece, como tú y como yo, solo ante esa seducción. Pero no recurrirá a nada que le pueda sustraer de su proyecto. Como un ser humano más, un semejante (Heb 4,5), tendrá que discernir:

- que el diablo pretende que resuelva su problema del hambre utilizando para sí el don recibido de Dios. Se le incita a la prepotencia.

- ante quien presuntuosamente se cree el dueño de todos los reinos del mundo, se le pide que opte por obtener poder a cualquier precio. Se le incita a romper con Dios.

- el tentador conoce la Palabra de Dios y la manipula para que Jesús en vez de ponerse a disposición de ella, la interprete abusando de la confianza que ofrece. Se le incita a disponer de Dios en provecho propio.

Esto no solo una vez sino a través de toda una vida

El tentador no se da por vencido. Habrá más ocasiones. Jesús experimentará la oposición a su misión no solo en lo referente a su actividad, sino también cuando llegue el momento esencial de la muerte. Volverá en Getsemaní. Volverá en el Calvario. Y en todo momento encontraremos en Jesús una fidelidad a su condición de ser humano.

Es así como se nos revela la significación del Dios Vivo en la vida de Jesús, el nazareno.
Es verdad que hay una tentación del diablo, pero también emerge la acción misteriosamente acompañante del Espíritu que empuja.

El tentador no consiguió cortar, interrumpir, romper la comunión vital entre Jesús y Dios.
En nosotros… lo sigue intentando… pero ahora sabemos que “la habilidad de la seducción está en el arte de presentar el mal bajo las apariencias de bien”, que somos afectados en el ejercicio de nuestra libertad.

En nosotros no hay dos fuerzas contrapuestas, sino una llamada a dejarnos guiar por el Espíritu, a optar por Dios como compañero de camino, nunca para manipularlo y servirnos de Él, sino para que se realice el destino de vivir en libertad, pese al “poder de las tinieblas”. ¡Jesús lo ha vencido ya!

Hacemos el itinerario de Cuaresma, el camino hacia la Pascua, acogiendo la presencia del Espíritu que nos quiere libres para no reprimir el bien.

¿La tentación? Memoria de mi fragilidad, de lo vulnerable en mi, de la posibilidad siempre presente de abrirle las puertas a fuerzas que se oponen al proyecto fraterno de Dios.