12 de octubre.
Semana XXVIII del Tiempo Ordinario

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Primera Lectura. Del profeta ISAÍAS (Is 25, 6-10a)

Aquel día, el Señor de los ejércitos preparará para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos.

Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y el oprobio de su pueblo lo alejará de todo el país. –Lo ha dicho el Señor–. Aquel día se dirá: “Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación. La mano del Señor se posará sobre este monte”.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 22)

HABITARÉ EN LA CASA DEL SEÑOR, POR AÑOS SIN TÉRMINO.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Segunda Lectura: De la CARTA A LOS FILIPENSES (Flp 4, 12-14.19-20)

Hermanos:

Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso hicisteis bien en compartir mi tribulación. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

EVANGELIO según SAN MATEO (Mt 22, 1-14)

En aquel tiempo, de nuevo Jesús tomó la palabra y habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

“El Reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados encargándoles que les dijeran: ‘Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda’.

Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras; otro a sus negocios; los demás les echaron mano y los maltrataron hasta matarlos.

El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda”. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales.

Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta? El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos”.

Comentario a la Palabra

¡Vístete de fiesta!

En los años de bonanza, entre 1996 y 2000, el 86% de los beneficios del Mercado de Valores de Nueva York fueron a parar al 10% más rico de la población. Actualmente, un 1% de las personas posee el 49% de las riquezas del planeta.

Hace un par de años, un donante anónimo regaló 10.000 dólares a una pequeña comunidad cristiana de Filadelfia (Estados Unidos), comprometida con las personas sin techo. El dinero procedía de la venta de unas acciones bursátiles que su propietario quería “devolver a los pobres”.

Durante mucho tiempo, los miembros de la comunidad junto a otros muchos pensaron cómo podrían devolver este dinero a los más necesitados. He aquí su relato:

“Después de meses de reírnos mucho y de soñar, llegó el gran día. Estábamos preparados (aunque con mariposas en nuestros estómagos). Unas cuarenta personas llevaron tantas monedas como pudieron transportar, más de 30.000, en bolsas, tazas de café, maletines, mochilas. Otras cincuenta nos esperaban en Wall Street. La voz de que habría una redistribución corrió por Nueva York y un centenar de personas de la calle y de los proyectos se reunió. A las 8:20, Hermana Margaret, nuestra monja de 70 años, tocó el cuerno de carnero, como en el antiguo Israel, para proclamar el Jubileo:

‘Algunos de nosotros hemos trabajado en Wall Street, y otros hemos dormido sobre Wall Street. Somos una comunidad de lucha. Algunos somos ricos tratando de escapar de nuestra soledad. Otros somos pobres tratando de escapar del frío. Algunos somos adictos a las drogas, otros somos adictos al dinero. Somos gente rota que se necesita mutuamente y a Dios, pues reconocemos el caos que hemos creado en nuestro mundo y sufrimos profundamente por ello. Ahora trabajamos para dar luz a una nueva sociedad en la concha vacía de la vieja. Otro mundo es posible. Otro mundo es necesario. Otro mundo ya está aquí’.

Desde los balcones, una decena personas lanzaron billetes que llenaron el aire. Se desplegaron pancartas: ‘Parad el terrorismo’ ‘Compartid’ ‘Amaos’ ‘Hay suficiente para las necesidades de todos, pero no para la codicia de todos – Gandhi’.

Las calles se volvieron de plata. Nuestros ‘peatones’, ‘turistas’, ‘sin techo’ y ‘hombres de negocios’ empezaron a derramar sus monedas sobre el suelo; otros decoraban las aceras con tiza y lanzaban pompas de jabón. El gozo fue contagioso.

La policía llegó para desalojarnos. ‘Deshaceos de ellos’ eran sus órdenes, pero se sintieron desarmados al ver nuestra alegría. Respondieron a sus superiores que no sabían quiénes eran ‘ellos’. Un agente nos dijo que el próximo jubileo lo celebrásemos delante de su comisaría.

Funcionó. No teníamos ni idea de lo que podría pasar. Sabíamos que era peligroso, llevar tan descaradamente a Dios delante de Mamón, el dios dinero. Es arriesgado, pero somos gente de fe, que creemos que dar es más contagioso que acumular, que el amor puede transformar al odio, que la luz vence la oscuridad y la hierba puede perforar el cemento… incluso en Wall Street”. Ver video

¿Unos locos? ¿Una payasada? ¿Una forma irresponsable de tirar 10.000 dólares?

¿Entonces qué decir del rey que mandó a sus criados a los cruces de los caminos para invitar al banquete de las bodas de su hijo a todos los que encontrasen? No parece demasiado razonable. Dios también tiene sentido del humor.

Nuestro Dios nos quiere a todos en su fiesta. No se limita a mandar invitaciones a políticos y celebridades. No es un Dios de las élites: económicas, culturales o espirituales.

El gozo fue también contagioso cuando unas cincuenta personas nos reunimos en el parking de la Parroquia de los Santos Apóstoles de Las Lomas para cargar la ayuda para Haití.

Algunos niños llevaban las cajas más pequeñas. Los jóvenes y adultos se ocupaban de las más pesadas. La gente más fuerte estaba en el interior del contenedor distribuyendo la carga. Hubo quien trajo unos kilos de pasta o unas cajas de medicinas; un empresario regaló varios pallets de agua embotellada. La solidaridad de mucha gente se apiñaba ahora en una inmensa caja de acero de 12 metros de largo. Nuestra alegría se adelantaba a la de aquellos que abrirán nuestros paquetes, al otro lado del mar. Ver fotos

Dios no creó el mundo para unos pocos. Nos quiere a todos, buenos y malos. Los invitados de la parábola podrían decir –como podemos decir nosotros– “Somos gente rota que se necesita mutuamente y a Dios” Y entonces brota, inesperadamente, un gozo que contagia.

Para disfrutar de él, no hay que darse demasiada importancia a uno mismo, dejar los soliloquios obsesivos sobre los propios problemas. Y escuchar la voz de Dios: “Tú eres precioso a mis ojos. Aunque tu padre y tu madre te abandonen, yo no te abandonaré”.

Sólo te pide que no sigas viviendo distraído de la vida que te ha regalado y que abras tu corazón a una alegría que procede de un lugar misterioso. ¡Vístete de fiesta!

Porque Dios prepara una fiesta para los pobres de la tierra. Todos estamos invitados, buenos y malos. Otro mundo es posible. ¡Otro mundo ya está aquí!