21 de diciembre.
Cuarto Domingo de Adviento

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Primera Lectura

Del segundo libro de Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: “Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.”

Natán respondió al rey: “Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo”

Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:“Ve y dile a mi siervo David: ‘Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre’.”

Salmo responsorial. Salmo 88

Antífona: Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: “Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.”

“Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
‘Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades’.”

Él me invocará: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi Rca salvadora.”
Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable.

Segunda Lectura

De la carta de san Pablo a los Romanos 16,25-27

Hermanos:

Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén

Evangelio

Del evangelio según San Lucas 1,26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a un virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David;  la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo

- “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.”

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel dijo:

- “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

Y María dijo al ángel:

“¿Cómo será eso, pues no conozco varón?”

El ángel contestó:

- “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer ser llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.”

María contestó:

“Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.”

Y la dejó el ángel.


Comentario a la Palabra

El plan secreto

El misterio mantenido en secreto por los siglos se ha revelado por fin.

Según los magos de Occidente, el tiempo tuvo su inicio hace unos 13.700 millones de años. Un denso punto de energía empezó a expandirse y con ella fue creándose el espacio. La energía, al condensarse en forma de materia, dio lugar a exóticas partículas, que se transmutaban unas en otras. En unos segundos casi todas esas formas de materia y antimateria se extinguieron, permaneciendo los cotidianos protones, neutrones y electrones. Sólo hizo falta medio millón de años más para que se formaran los átomos de hidrógeno y helio. Luego unos mil millones de años para que esta masa de gas se condensara en estrellas, y éstas empezaran a brillar.

Pero aún no había en el Universo átomos más pesados, material de construcción para los planetas. Faltaba, entre otros, el átomo de carbono, ingrediente básico de la vida. El plan pasó a la siguiente fase: La primera generación de estrellas tenía que morir, tras cumplir su ciclo de 10.000 millones de años. Como es sabido, las estrellas al agonizar producen átomos pesados; y al morir, estallan. Nosotros nacimos de sus cenizas.
La flexibilidad química del carbono es la paleta con que está diseñada la vida. Tres mil millones de años de evolución y surgimos sobre la Tierra. Nos pusimos un nombre un tanto presuntuoso: Homo sapiens.  Aprendimos a cultivar la tierra; se levantaron y se destruyeron civilizaciones.

Hace unos tres mil años, un pastorcillo cuidaba ovejas en una zona semidesértica del Oriente Medio. Pocos años después, era rey. Eso le dio la posibilidad de tener su primera experiencia de vivir en una casa y dormir en una cama. ¡Grandes inventos! Pensó el zagal convertido en monarca.

Lo que viene a continuación lo hemos leído en la primera lectura de hoy. David quiso construir una casa a Dios. Natán se queda admirado por la devoción del Rey, pero esa misma noche sonó una revelación. El Creador del Universo le decía que no necesitaba que David le construyera una casa. Él iba a construirle una casa a David. (El editor del texto litúrgico ha arruinado el juego de palabras al traducir que el Señor “te dará una dinastía”. El hebreo dice: ki bayit yaase leja “pues una casa hará para ti”).

Dios va a venir a habitar con David y sus descendientes, pero no en un templo construido con piedras. Ni el Rey ni Natán podían comprender el alcance de la profecía. Era parte del plan secreto.

Y llegamos a Nazaret. Con algunos peregrinos de Acoger y Compartir estuvimos allí este verano. Sobre los restos arqueológicos de la aldea del siglo primero, se levanta una inmensa basílica de dudoso gusto, pero que permite la visión del suelo original. Las viviendas de entonces eran cuevas, pequeñas oquedades en el suelo protegidos por muros, en los que vivían pobres campesinos y artesanos. En una de ellas, una joven prometida a un descendiente venido a menos  de la Casa de David, de nombre José. La joven se llamaba María.

Y como una lente concentra la luz en su punto focal, la Historia entera del Tiempo converge en esa estancia donde el Creador le pide permiso a una mujer para realizar lo que venía planeando durante siglos eternos. El ángel está arrodillado ante la mujer que escucha su proposición.

Su sí abrió al Creador las puertas del Universo.

Sorprendentemente, los astros no alteraron su curso,  salvo la rebelde estrella de la Navidad.

Ahora Dios tendrá que sujetarse a la aritmética de células que se desdoblan: dos, cuatro, ocho, dieciséis… Órganos que se van tejiendo según leyes codificadas en la doble hélice del ADN. En el vientre de una madre.

La puerta que abrió María no puede cerrarse ya. Dios ha entrado en la Historia. Es para siempre Dios-con-nosotros, Jesús de Nazaret. La luz que se encendió en ella podrá ignorarse, pero nunca apagarse.

Es verdad, aún gran parte del mundo vive a oscuras: Hay quien sigue viviendo del absurdo engaño de amontonar dinero sin crear riqueza… El delegado de Naciones Unidas en Níger ha sido secuestrado, en un país que sufre un conflicto tan sangrante como acallado... El paro crece, a pesar de que todos deseamos trabajar para llevar al país y al mundo a la prosperidad…

Pero nosotros hemos visto la luz. Por eso hemos encendido las cuatro velas sobre la Corona de Adviento y hemos dispuesto los personajes del Belén, esperando al Niño.


Porque Él viene.

A sacudir nuestro escepticismo, a revitalizar nuestra alma cansada

A absolver nuestras culpas con su sonrisa, a reírse de tanta seriedad.

A devolvernos nuestra fe en el plan secreto de Dios, su amor sin límites por cada ser humano sin excepción.

Él viene,

a estar con nosotros

para hacer de este año de crisis

el año de gracia de nuestro Dios.

 

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