5 de julio.
Domingo XIV del Tiempo Ordinario.

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PRIMERA LECTURA.

Lectura de la profecía de Ezequiel 2, 2-5

En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pié, y oí que me decía: «Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día.  También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: "Esto dice el Señor".  Ellos, te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.»

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 122.

Antífona: Misericordia, Señor, misericordia.

A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. 
Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores.

Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

SEGUNDA LECTURA.

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios 12, 7b-10

Hermanos:

Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio.  Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me respondió: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.»

Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.

Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo.  Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

EVANGELIO.

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 6, 1-6.

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos.  Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»

Y esto les resultaba escandaloso. Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»

No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos.  Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

 

Comentario a la Palabra:

EL DESCONCERTANTE JESÚS
Y SU CRISIS EN GALILEA

En la primera lectura de este domingo al profeta Ezequiel se le pide que diga una palabra de parte de Dios, le hagan o no caso. Debe actuar sin esperar el éxito, a impulso de un espíritu que lo “puso en pie”. Es profeta porque lo envían para que hable una palabra de parte de Dios ...

“Profeta” es quien ha sido llamado por Dios para hablar y actuar en su nombre, fuera cual fuese la respuesta a su palabra. Ya en el siglo VI antes de Cristo se vivían estas tensiones.

En la segunda lectura Pablo nos confiesa también una debilidad… tiene “una espina en la carne”… que lo apalea. No lo pone precisamente de pie, sino que le hace sentirse débil. ¿No conoces la molesta experiencia de clavarte una astilla y tener que sajar para sacarla? Pablo, siguiendo la imagen literaria, cuando ha querido extraerla le han dicho… habla y actúa integrando eso que te impide ser soberbio ... Ha buscado tres veces una solución y la respuesta ha sido: Que tu acción esté envuelta en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones, dificultades… no anulará la verdad de tus palabras y hechos. Hay algo de la fuerza de Cristo que pasa, atraviesa, actúa a través de las limitaciones de tu humanidad.

Y en el evangelio vemos por tercera vez a Jesús en una sinagoga judía. Ahora en su pueblo. Y él, que había sido rechazado por los jefes, por los hombres de la ortodoxia, ahora experimenta el rechazo de los suyos. Está entre los de su generación, está entre quienes conocen su ascendente familiar y sus posibilidades. Vuelve al pueblo con un grupo que le acompaña, pero aquí le conocen bien. Saben lo poca cosa que es.

Les escandaliza tanto su actitud que el evangelista Marcos ni siquiera nombra a su padre, para restarle prestigio. Pero en el aire queda la duda “¿De dónde saca todo eso?”. Y la respuesta a esta pregunta es el desprecio.

Jesús es tan “uno de los nuestros” que su humanidad genera una crisis en esta Galilea de los gentiles. ¿Cómo podría ser manifestación de Dios siendo tan humano como todos sabían bien que era? Y esa sigue siendo nuestra piedra de tropiezo.

Sus vecinos no son capaces de ir más allá de los datos sociológicos, como les ocurre a algunas personas de hoy con la Iglesia. Algo les impide abrirse al misterio de Jesús. Quizás porque no responde a las rutinas religiosas del judaísmo. Ha roto con algunas tradiciones. Habla de Dios con palabras sin distancia. Como si Dios fuera nuestro vecino de al lado.

Que lo es. Porque si respeto mucho a Dios y poco a mi vecino, lo de Dios es una idolatría.

Marcos no nos transcribe lo que dijo Jesús en la sinagoga. Nos pone ante las cinco preguntas que se hacían sus paisanos: sobre su origen, su familia, su poder… Y su escándalo. ¿Cómo es posible que uno del pueblo, cuyo padre ni se nombra para no remover la cosa, se atreva a enseñarnos que es posible vivir con más libertad y sabiduría, sin miedos ni sumisiones? ¡Fuera con Él! ¡A la sinagoga se viene a decir lo que toda la vida se ha dicho! En la sinagoga no se deben pronunciar palabras improcedentes para los oídos ortodoxos.

Así es como Jesús experimenta ante el rechazo y la falta de confianza, una de sus limitaciones: no pudo hacer ningún milagro. Jesús no lo puede todo. Sus vecinos, sus paisanos, sus conocidos le generan esta crisis: experimentarse de hecho rechazado por quienes más le conocen y no poder hacer nada. Nada que no sea seguir su camino.

Cuando el rechazo de los tuyos te lleva a esa sensación de aislamiento, al sentimiento de que se elude el reconocimiento personal, cuando tienes la percepción de ser utilizado por la institución que se empeña en negar tu autonomía… Cuando surgen las dinámicas del hostigamiento, llegando a la difamación, la calumnia y al mobbing utilizando tu debilidad, tus limitaciones… Eso no tiene por qué impedir que sigas tu camino.

Vivimos la hora de un cristianismo creativo. Y a los creativos no tiene que resultarles extraño que los expulsen de las sinagogas sea ignorándolos, silenciándolos u ocultando sus propuestas y trabajos. La frialdad generada en el entorno no tiene por qué detenerlos. Incluso sabiendo que el frío modifica la trayectoria de los peces.