1 de mayo. II Domingo de Pascua
PRIMERA LECTURA.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 42-47.
Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones.
Todo el mundo estaba impresionado por los muchos prodigios y signos que los apóstoles hacían en Jerusalén. Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno.
A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón; eran bien vistos de todo el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando al grupo los que se iban salvando.
SALMO RESPONSORIAL. Salmo 117.
Antífona: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.
Empujaban y empujaban para derribarme, pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía, él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos.
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
SEGUNDA LECTURA.
Lectura de la primera carta del apóstol San Pedro 1, 3-9.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final.
Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe –de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego- llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo.
No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.
EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31.
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Comentario a la Palabra:
He visto que estás vivo
Este segundo domingo de Pascua quisiera decir que yo no he visitado el sepulcro, aunque conozco ese olor podrido de lo muerto. No puedo decir que vi los lienzos y el sudario.
Tampoco podría afirmar que en una visión física Él pronunciara mi nombre con la fuerza que toca la propia identidad. Además, tengo tan mala memoria para los nombres !!!
Lo de sus manos y su costado no me cuesta tanto trabajo afirmarlo. A cierta edad la experiencia de las heridas no se puede negar si es que uno ha vivido.
Pero si el cuerpo del Resucitado es la comunidad, podría decir en esta mañana de Pascua que HE VISTO QUE ESTÁ VIVO.
Niños, jóvenes y adultos, en el Hornico -Jaén- , han compartido la Pascua del Resucitado como quien espera vivir la Pascua con Cristo.
He visto una alegría sencilla en la mirada de un brindis deseoso de trascender la vida biológica. En un jueves santo por el empeño de cada uno en dejar un espacio al amor gratuito del Cristo que se abaja para ponerse a la altura de los ojos de sus amigos y decirles: "estáis limpios".
Acogiendo esa noche el testimonio de un grupo de hombres de nuestro tiempo y nuestra iglesia que, aunque creían haber consagrado su vida a Cristo, la vida y el amor a personas de otra religión les llevó a una Pascua Nueva. Definitiva. Una consagración personal pascual radical, envueltos en la noche, la niebla y empujados, forzados por quienes sirven al mal.
He visto y oído el rostro de quien sufre ante el desconcierto que produce la vida abandonada de un grupo de niños etíopes. Era viernes santificado por un amor así de entregado. He visto un grupo de críos sonreír porque ellos, como los adultos, podían participar en el Vía Crucis. Pero ellos, más frágiles, compartían el peso del icono de la cruz entre todos y sonreían al mirarse unos a otros. No había drama sino un gozoso deseo de compartir, de participar.
He visto sobre una colina un lienzo blanco abierto al viento y abrazado a la cruz; y escuchaba en mi interior: ¡Este no es el lugar definitivo del Cristo que celebras!. La muerte no tiene poder sobre Él, ni sobre nadie que ame.
He visto la rabia de un grupo de mujeres y sus lágrimas después de visionar "La verdad de Soraya M". He oído su denuncia, por habernos acostumbrado a escuchar y proclamar la Pasión sin conmovernos. Por la adormidera que puede ser el culto religioso si olvida que mujeres y hombres de hoy mismo están siendo forzados a pasar por la puerta estrecha de las cruces de nuestro tiempo.
He visto la belleza de un grupo de más de cien personas entre niños, jóvenes y adultos intentando cenar en silencio. Ah, los intentos!!! Los no te rindas !!! Constatar hasta qué punto se nos ha metido el ruido en nuestro espíritu, pero hasta qué punto también somos capaces de acallarlo cuando hay una sonrisa natural, flores, un mensaje, una vela encendida, una Presencia que humaniza el hecho de comer hasta el extremo de bendecirlo.
He visto la serenidad y quizás el desierto de quien toca la guitarra para que otros recen con el canto. Y cerca de ellos, una niña de ojos vivos haciendo sonar el violín como caricias. La vida queriendo abrirse paso cueste lo que cueste. Queriendo hacernos sentir que el violín de la vida no podrá nunca ser acallado por el ronquido de la muerte. En la comunidad pascual una niña con su pequeño violín y su timidez dejándonos presentir la belleza de lo posible.
He visto y oído a una mujer el sábado de Pascua decir con palabras precisas y acertadas: He aquí las heridas de un sistema que margina, humilla, flagela y genera desesperación y muerte. La Cáritas en la Iglesia. Los pies sobre la tierra. La pascua con Cristo pasa por aquí. Toca el adentro de la persona y del sistema. No estamos celebrando un aniversario, sino el paso del Señor al que llamamos Cristo. Es verdad que Él pasa, aunque no por donde yo lo espero sino por donde yo puedo avanzar. Él siempre sugiere intentos nuevos, como la Vida que es. Aparece por cerradas que estén las puertas.
Y como Tomás, necesitamos tocar. Vivir en primera persona. Así ví al pequeño Leandro celebrar la noche de resurrección afirmando su amistad. A Paloma y Pituco comprometiéndose a celebrar a la vez su amor y su fe en el Resucitado. A Paula que quiere colaborar a poner en marcha el Campo de Verano en Haití. A Patricia que marcha unos meses a Haití para ayudar a que avancen los proyectos tan necesarios allí. A Santi y Paloma acompañando al grupo que se confirmará el 27 de Mayo y a Rocía y a Laura invitando a ese paso en la fe. A cada uno de los que esa noche, rodeando un fuego desafiante a cualquier lluvia, cantaba: ¡En nuestra oscuridad, enciende la llama de tu Amor, Señor!.
Su respuesta ha sido pasar por la comunidad, tocar la vida y la conciencia de quienes lo acogieron sirviendo, entregándose. El nos abre los ojos y el corazón en esta Pascua que nos permite verlo en medio del mundo como quien quiere impulsar una Pascua sin fin. Y como "niños asombrados" que diría Ana María Matute, brota esta confesión de fe: ¡Señor mío y Dios mío!