29 de mayo. Sexto Domingo de Pascua

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PRIMERA LECTURA.

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 8, 5-8. 14-17.

En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.

Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban sólo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 65.

Antífona: Aclamad al Señor, tierra entera.

Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!»

Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres.

Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente.

Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré los que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica ni me retiró su favor.

SEGUNDA LECTURA.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pedro 3, 15-18.

Queridos hermanos:

Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todos el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal.

Porque también Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conducirnos a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida.

EVANGELIO.

Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 15-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros.

No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.»

Comentario a la Palabra:

El Espíritu, ¿lo presientes?

En cuanto leí el título de la conferencia, decidí que no me lo podía perder: “¿Por qué la Iglesia crece en Corea?”

Desde 1965, el número de católicos en Corea del Sur se ha multiplicado por diez. Hoy, más de cinco millones de surcoreanos, un 10% de la población, profesa la fe católica. El porcentaje es aún mayor entre las personas con educación superior.

El conferenciante, un sociólogo jesuita coreano, empezó enumerando algunos hechos básicos de la historia del cristianismo en su país.

Yi Sung-Hung, miembro de una familia de la Corte, fue el primer cristiano coreano. Recibió el bautismo en China en 1784, mientras se encontraba en una misión diplomática en Pekín. De regreso a su patria, comenzó a anunciar el Evangelio y a bautizar a los que se convertían a Jesucristo.

Los primeros misioneros tardaron más de medio siglo en llegar. En aquellos primeros años, la Iglesia coreana inició su andadura gracias a la entrega de un grupo de laicos. El cristianismo no contó nunca con la “ayuda” de una potencia colonial. Esta desvinculación de la Iglesia todo poder coercitivo es el sólido fundamento sobre el que se levanta su actual florecimiento, afirmó el sociólogo.

Pero el rápido crecimiento de la Iglesia en el último medio siglo tiene una causa más reciente: el Concilio Vaticano II. Durante este tiempo de rápida de modernización en Corea, la Iglesia Católica, inspirada por documentos como Gaudium et Spes y Lumen Gentium, se comprendió a sí misma no como una institución encerrada en sí misma, sino como una comunidad al servicio del todos, especialmente de los más pobres. En los difíciles años de la dictadura militar, los católicos coreanos, empezando por el cardenal Kim, arzobispo de Seúl, asumieron riesgos para defender los Derechos humanos y la transición a la democracia. La presencia de la Iglesia junto a los más vulnerables y su independencia histórica y presente de las estructuras de poder hacen creíble el anuncio del Evangelio…

Durante casi una hora, el sociólogo sacerdote desgranó un detallado discurso, apoyado por de una presentación PowerPoint cargada de información y datos estadísticos.
Cuando terminó el largo monólogo, un hombre alto de pelo cano, elegantemente vestido, alzó su mano: “¿Puedo hablar como simple fiel cristiano?” – Quien pedía la palabra era el Embajador de Corea ante la Santa Sede.

En seguida le ofrecieron el micrófono. El diplomático agradeció cortésmente al sacerdote su articulada presentación, y añadió: “A mí también me preguntan a menudo ‘¿Por qué la Iglesia crece en Corea?’ Siempre respondo lo mismo: ‘Eso no me lo pregunten a mí. Pregúntenselo al Espíritu Santo’… Hemos de esforzarnos por comprender humanamente lo que ha sucedido en estos años… La  ponencia del padre jesuita ha sido excelente, pero hay algo que escapa a nuestra comprensión”.

No hay contradicción alguna entre el discurso sociológico del sacerdote y la afirmación teológica de aquel “simple fiel cristiano”.

A veces, la Iglesia invoca la acción del Espíritu Santo para justificar las más absurdas decisiones,  como, por ejemplo, nombrar una persona inepta para el desempeño de una tarea eclesiástica. Por experiencia, sabemos que el Espíritu no cualifica de golpe a tales personas, por más que se le invoque.

El Espíritu actúa naturalmente cuando los cristianos comparten gratis lo que gratis han recibido, como hace Felipe con los samaritanos, según el relato del libro de los Hechos de los Apóstoles. Él o Ella (“Espíritu” es femenino en arameo, la lengua de Jesús) actúa en nosotros, cuando tratamos de vivir según “sus mandamientos”, pero hace mucho más, hasta lo inefable.

Ella es esperanza que nos habita, presencia de Dios en nosotros.

El autor de la Primera Carta de Pedro nos invita a “dar razón de la esperanza en vosotros”. Esta frase es a menudo citada por los teólogos como la definición de su tarea, pero la epístola no se dirige a un grupo especial, sino a todos. Todos tenemos que estar preparados para poder decir algo razonable cuando nos pregunten acerca de la esperanza que nos habita; pero claro, ¡para que te pregunten, primero tiene que suscitarse la pregunta!

¿Qué sostiene a estos hombres y mujeres en una vida de simplicidad y alegría? ¿Qué les impulsa a dar su vida? ¿Cuál es el secreto de su resiliencia cuando sufren los duros golpes de la existencia?

Pentecostés está muy cerca, las lecturas de este domingo nos preparan ya para celebrar esta gran fiesta. El Espíritu Santo, ¿lo presientes?, ella, que transforma nuestras vidas.