12 de junio. Pentecostés

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PRIMERA LECTURA.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?

Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 103.

Antífona: Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas.

Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento,
y los creas, y repueblas la faz de la tierra.

Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.

SEGUNDA LECTURA.

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13.

Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.

Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

SECUENCIA.

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

EVANGELIO.

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Comentario a la Palabra:

PENTECOSTÉS:
IMPOSIBLE PONERLE PUERTAS AL SOL

En estos días de Pascua me doy cuenta que una plaza de Madrid puede tener un nombre tan sugerente como presuntuoso llamándose Puerta del Sol. ¿Acaso es posible poner esas puertas, encerrar el dinamismo de Dios en algún recinto?

Como muchos de vosotros también estos días he dado algunas vueltas por dicha plaza. He leído carteles. Escuchado comentarios. Prestado atención a las ideas y propuestas lanzadas en las asambleas llevadas por jóvenes. Sentido esa voz del deseo que susurra  sueños.

He visto cómo un anciano iba con malos modos arrancando carteles que dejaba caer al suelo. Y también a un joven que, sin decir palabra, permitiéndole expresar su ira, lo seguía recogiendo lo que tiraba y volviendo a pegarlo en esa concha de caracol que ocupa el centro de la plaza.

En uno de esos carteles se leía "VIOLENCIA ES COBRAR 600€". En otro, "SOL SOSTENIDO". Sobre el lomo de una de las tiendas, escrito sobre un folio: "CON EL CORAZÓN SE LLEGA A TODAS PARTES, CON LA MENTIRA SOLO AL PARLAMENTO". ¡Cuánto hartazgo rezuma esta plaza y cuántos sueños!.

No sé qué germinará de esta semilla (¿E-coli 0104?), pero presiento que para los creyentes este griterío que llega desde diferentes plazas del mundo no nos puede dejar indiferentes en esta fiesta de Pentecostés, ni nunca.

Pentecostés es un símbolo: Dios como la fuerza del fuego y del viento. Dios como un germen creador de vida.

Los símbolos siempre tienen un lado débil. Es lo que ocurre con el cirio pascual este domingo. Hoy se apaga el cirio y se retira del altar. Pareciera que llegado el Espíritu se terminan los símbolos y entramos en el tiempo ordinario. Sí, quizás demasiado ordinario. Diría mediocre. Nada de estridencias-ni fuegos-ni viento-ni palabras proféticas-ni ruptura de los horarios oficiales-para que el párroco no se indigne. ¿Se le ponen puertas al sol?.

El Espíritu de Pentecostés es mucho más emprendedor, más creativo, mucho más imaginativo y además, cuenta con todos. Es un símbolo que se reinventa y ensancha. No queda reducido a la imagen de un cirio. El Espíritu no se aparca. Desafía a los encerrados que no querían dar crédito a las mujeres anunciadoras de una realidad nueva  que  movía hasta  las piedras de los sepulcros. ¿Nos lo creemos nosotros?. El Espíritu es dinamismo, irrupción imprevisible. Nos dice que hay territorios que están aún por explorar.

Alguien ha escrito: "Lo propio del Espíritu es hacer porosa la materia, abrirla a la Presencia e impregnarla de ella"... "hacerse receptivos al Espíritu y dejarse conducir implica ser capaces de acoger más realidad y desplegar más aspectos de ella".

En esta fiesta de Pentecostés, maduración de la Pascua, me gustaría que nuestra Conferencia Episcopal hubiese "acogido más realidad" y publicado un mensaje a los jóvenes hablando de un Jesús que supo estar con los indignados de su tiempo. Que él mismo fue un indignado no sólo a las puertas del templo de Jerusalén sino también ante aquella mujer a punto de ser apedreada por otra indignación, la de quienes ya habían perdido su dignidad.

Hay una indignación consecuencia de haber perdido la dignidad. De no querer saber nada de los que sufren. De estar como la fiera hambrienta sólo interesado en mi tajada. Con la piedra en la mano, el rencor en el corazón y el miedo en el alma. El fuego de Pentecostés quiere fundir todo eso y hacer que aparezca una realidad nueva.

Aparece un viento recio, lenguas que llenan de fuego y hacen hablar. Aparece Él "en medio" para abrirnos los ojos y llevarnos a las plazas donde se esperan palabras como espadas, porque hay quienes ya no pueden más.

En el centro de Europa la bacteria E-coli 0104 nos recuerda que no todos los gérmenes vegetales son beneficiosos. Son tan hábiles que pueden transmitirse a través de un pañuelo usado o de unas manos sin lavar. En este Pentecostés son muchos los jóvenes, desde diferentes plazas del mundo, los que nos están diciendo que hay, habemos, demasiados con las manos sucias y los pañuelos llenos de nocivos gérmenes.

El Espíritu saca de las tumbas, de los antros del miedo, de los cenáculos del confort, para llevarnos a las abiertas plazas públicas donde se hablan todas las lenguas. Y esto lo sabemos ya desde Isaías:“Voy a hacer algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notáis?” (Isaías 43,19).

¿Será el pecado contra el Espíritu obstaculizar esta fuerza? ¿Vendrá nuestra esterilidad del hecho torpe de creer que con cuatro definiciones podemos ponerle puertas al sol?

¡Es Pentecostés! ¡A la calle! A dejarnos ungir por el Espíritu para que nuestra rigidez ceda y lo que era muro se haga cuenco acogedor.

¡Ven, bendito fuego de alfarero!