22 de abril. Tercer Domingo de Pascua

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PRIMERA LECTURA.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 3, 13-15. 17-19.

En aquellos días, Pedro dijo a la gente: «El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos. Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que había dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.»

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 4.

Antífona: Haz brillar sobre nosotros el resplandor luz de tu rostro.

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?”»

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.

SEGUNDA LECTURA. 

Lectura de la primera carta del apóstol San Juan 2, 1-5a.

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está con él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.  En esto conocemos que estamos en él.

EVANGELIO.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 24, 35-48.

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros.»

Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.  Él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»

Dicho esto, les mostró las manos y los pies.  Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?»

Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado.  Él lo tomó y comió delante de ellos.  Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»

Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.  Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.  Vosotros sois testigos de esto.»

Comentario a la Palabra:

LA PASCUA DEL PAN,
EL PEZ Y EL PERDÓN

Pascua es el tiempo de las narraciones de resurrección. Tiempo para compartir el aliento de los testimonios a favor de la Presencia Amiga de Jesús. "Ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan". Así se inicia el evangelio de hoy. Hay quien afirma que este domingo más que hablar de la resurrección de Jesús se debiera hablar de la resurrección de sus amigos. Mejor, debieran hablar sus amigos compartiendo con la comunidad eclesial su experiencia de resurrección.

¿Por qué tanto miedo a que la Asamblea diga y escuche su palabra creyente?. No valen ni el asombro ni el miedo, tampoco la incredulidad por la alegría.

Pascua, tiempo de narraciones creyentes.  ¿Has tenido en tu vida una experiencia personal con el Resucitado? ¿Lo descubriste a tu lado al hacer los caminos de la vida? ¿Al compartir el pan? ¿Tienes una comunidad a la que sientas que debes esa palabra de fe, de aliento testimonial? ¿Por qué se lo niegas? ¿Qué palabra se proclama en esa comunidad? ¿Con qué gestos habla? Personas como tú y como yo vivieron una transformación y fue Pascua en sus vidas.

Lo que sabemos de Jesús nos lo dicen sus amigos. ¿Qué ha ocurrido para que personas que huyen decidan volver a la comunidad y  con un mensaje que transforma la cobardía en valor, la decepción en testimonio creyente, la solución individualista en opción comunitaria, la amistad en reconocimiento de la acción de Dios? Es la Presencia Amiga del Cristo que, incluso resucitado, viene a nosotros necesitado de nuestro pan.

Quizás nuestras liturgias aún lo son "de consumo". Eso daría la razón a quienes dicen que "la resurrección de Jesús nos introduce en un dinamismo que apenas ha comenzado". ¿Para cuándo, entonces? Donde aparece el Resucitado se gesta un dinamismo transformador para bien de todos. Hay una gestación que se da en quien se abre al espíritu del Resucitado.

Dice el evangelio de Lucas que "se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: - Paz con vosotros". ¿Quiénes son ellos?. No están ni Judas ni Tomás. ¿Quién es este grupo capaz de acoger a los que huyeron, al que saben que pueden regresar sin ser juzgados? ¿Dónde está esa Asamblea que tiene en el centro de su existencia la Presencia del Resucitado con una palabra de Paz y de Perdón, capaz de una acogida que hace resucitar? A este grupo se le ha hecho portador del perdón de Dios para todos. ¡Para todos!. Universal, "a todas las naciones". Resucitar es construir esta comunidad.

El evangelista quiere dejar claro que no se trata de inventos alienantes ni de "ver un fantasma", sino de encontrarnos con una nueva forma de existencia, una forma de vida hecha como donación que llega hasta atravesar la muerte porque hay un cuerpo.

Quien nos pide de comer es Jesús. El mismo que invitó a sus amigos a su mesa, ahora les pregunta "¿Tenéis ahí algo de comer?. No nos relacionamos con seres fantasmales sino con personas que nos dicen "tengo un cuerpo, he sido marcado por las heridas del amor, tengo necesidad de compartir contigo". Hay resurrección cuando respondemos con hechos de vida a la pregunta "¿Tenéis algo de comer?" Y nos atrevemos a no espiritualizar la cuestión.

Testimoniar al resucitado implica que hay un cuerpo, que "continua la gestación y maduración de lo divino en la materia, en la historia, en mi". Que el Resucitado nos abre a más realidad, a una paz que no llega negando el sufrimiento, sino asumiéndolo en favor de los demás.

Si cuando te dispongas a comer, una Presencia Amiga te invita al perdón y al compartir, abre tu comprensión de la realidad, porque te están proponiendo dejar que lo divino siga gestando en ti una forma nueva de existencia ... no lo dudes, no es un fantasma ... "es la ocasión para que Cristo pueda vivir". Ellos no lo querían creer; pero era Él. Quien nos quiere ahora resucitados y habilitando un lugar en la mesa del mundo, ahí donde el pan es como el perdón, y el perdón como el pan.