17 de marzo.
Quinto Domingo de Cuaresma

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PRIMERA LECTURA.

Lectura del libro de Isaías 43, 16-21

Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes; caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. 

«No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo. Me glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza.»

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 125.

Antífona: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. 

Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando, llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.

SEGUNDA LECTURA. 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8-14

Hermanos:

Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe. Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos. No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.

EVANGELIO.

Lectura del santo Evangelio según San Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.  La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.

Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.

Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.»

E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. 

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno,  empezando por los más viejos.

Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.

Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?»

Ella contestó: «Ninguno, Señor.»

Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»

 

Comentario a la Palabra:

¡NO ES UN SUICIDIO ES UN CRIMEN!

Cuaresma es un itinerario que tiene meta. Hay un punto de llegada: "el premio al que Dios llama desde arriba en Cristo Jesús", como Pablo nos dice en la segunda lectura de este domingo. No es el premio que se da un niño para contentarlo. Se trata de una plenitud de vida.

Vivimos este tiempo de Cuaresma a modo de parábola de esa peregrinación creyente que viene a ser toda nuestra existencia. Es difícil vivir. Pero en la medida en que nos inspira el Evangelio nos vamos haciendo conscientes de que "somos peregrinos", hijos de la libertad y de la esperanza que es Dios. Al caminar comprendemos que no todo construye.

Muchas veces peregrinamos sin conocer el camino, sólo orientados por el testimonio de los que nos han precedido "en el itinerario de la fe", por el ejemplo de quienes saben abajarse, ponerse a la altura del que sufre, del que es marcado por el dolor y así construyen una vida "irreprochable".

De vez en cuando alguien, en un cruce de caminos, nos orienta, nos dice qué línea del metro hemos de tomar para llegar a la estación de destino.

El jueves pasado estaba en el andén de Plaza España, en Madrid. Llegó un matrimonio joven con dos hijos. Los cuatro del precioso color de la canela. El pequeño aún lo llevaba su madre en brazos. Cargan una impresionante y pesada maleta. Su manera de mirar y sus ropas dicen que son africanos perdidos. El padre me pregunta cómo llegar a la línea uno, si estamos en la diez. En un mal francés le indico dónde tiene que hacer transbordo. Agradece el esfuerzo por responderle en la lengua que me habla. Él y su esposa me clavan sus ojos oscuros y profundos con una mirada inolvidable. Sonríen y pronuncian un nombre: Bouaké (Costa de Marfil). Empezamos a hablar de lo bonito que es el mercado de esa ciudad que yo también conozco. Pero tienen que descender ya porque sólo los separaba una estación. Tras el trasbordo y los pasillos del metro seguirá su huida del hambre y la violencia. Es su objetivo: huir de la situación de Costa de Marfil. Buscar un futuro mejor para sus dos hijos. Fuera del vagón, desde el andén del metro, él mira para atrás con una sonrisa silenciosa para decirme "merci".

Dice san Pablo: "Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta". Pienso en ellos y en tantas personas que buscan avanzar. Ojalá no tengan que arrepentirse de haber dejado atrás sus raíces. No es fácil liberarse del espejo retrovisor de las heridas. Están más presentes de lo que quisiéramos.

Me quedo con ese "mirar atrás"  para decir "gracias", incluso cuando todo es tan inseguro como el futuro de esa joven pareja y sus asombrados hijos. Caminaban por el andén como quien huye.

Este encuentro ha sido uno de esos regalos de cuaresma que invitan a no mirar atrás, a apostar por lo que puede nacer. Otro regalo de cuaresma que invita a clavar los ojos en "lo porvenir" ha sido entregar a los peques de Chateau – Haití –, la escuela ya terminada con su tapia, sus letrinas y su campo de fútbol gracias al Real Madrid. Más. Parecía un milagro. Lo ha sido la cena AyC de Granada con unas seiscientas personas, en plena crisis, para ayudar al proyecto de Fonfrede – Haití –. Intenso tiempo de cuaresma lleno de una vida que habla.

Un milagro parece que a toda la comunidad católica se le regale en cuaresma un papa que ha decidido, por algo más serio que la sola estética, llamarse Francisco. Creo que vamos a salir ganando todos porque gana la Iglesia.

El nuevo Papa se ha dirigido a los cardenales en cuaresma y les ha pedido que sean "irreprochables". ¿Por qué les habrá hablado así? En mi camino de cuaresma, ¿en qué he de ser yo "irreprochable"?.

El evangelio responde cuando nos muestra a Jesús a ras del suelo. A la altura de los que no pueden con su vida. Ante Él una mujer acusada de adulterio. No está el adúltero. Jesús no conoce a esta mujer pero la defiende, se pone a su altura, como si el adúltero fuese Él. Si alguien se atreviese a tirar piedras sobre ella también caerían sobre Él. Entabla así, con esos riesgos, una conversación con ella para hacerle ver que se fueron los acusadores. Que  las heridas humillantes no tienen por qué anclarnos en lo doloroso del pasado. Esas heridas no tienen por qué impedirnos soñar, volver a intentar otra vez un futuro nuevo. Intentar ser "irreprochables ante Él por el amor".

Eran tan poca cosa, tan insignificantes. Un juez y un pobre marroquí frente a la banca y el gobierno; pero decidieron mirar hacia el futuro.

Eran tan poco cosa, tan insignificantes. Unos cuantos ciudadanos organizados en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Decidieron gritar una doliente verdad: ¡NO ES UN SUICIDIO, ES UN CRIMEN! Porque los fariseos de hoy ya estaban apedreando.

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea los ha escuchado y ha emitido una sentencia que debiera avergonzar a los políticos de nuestro país por mantener una legislación que privilegia a la banca y que ha dejado sin hogar y sin dinero a miles de deudores de buena fe.

"Stop desahucios" se puso a ras de suelo, a veces para recoger los cuerpos rotos por la desesperación.  Otras para gritar ¡NO ES UN SUICIDIO, ES UN CRIMEN! Y poco a poco se fueron alejando los lobos.

Pero ahora los jueces podrán tutelar los procesos y paralizar ejecuciones abusivas. En diciembre de 2012 había 198.116 casos. Primero la persona, después la ley.

Demasiados en nuestro parlamento están salpicados por la sangre de estos desesperados y todo el sufrimiento generado por su dejación. Hacía veinte años que habían firmado en Bruselas lo que en España se negaban a poner en práctica. Han arrojado las piedras de una ley injusta sobre quien no tenía defensor. ¡Que deje de aplicarse esta ley inmediatamente, gritan los pequeños David de nuestro tiempo! El futuro sólo es bueno si lo es para las víctimas.

¡Qué importante que Jesús fuera capaz de ponerse a ras de suelo junto a esta mujer acusada de adulterio! ¡Qué importante que en nuestra sociedad existan mujeres y hombres capaces de ponerse a ras de suelo para impedir que los empobrecidos sigan siendo apedreados!