30 de marzo
Cuarto Domingo de Cuaresma
PRIMERA LECTURA.
Lectura del primer libro de Samuel 16, 1b. 6-7- 10-13a.
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.»
Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.»
Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia: el Señor ve el corazón.»
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor»
Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?»
Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.»
Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.»
Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste.»
Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.
SALMO RESPONSORIAL. Salmo 22.
Antífona: El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
SEGUNDA LECTURA.
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Efesios 5, 8-14.
Hermanos:
En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz –toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz-, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.»
EVANGELIO.
Lectura del santo Evangelio según San Juan 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38. (Breve)
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»
Unos decían: «El mismo.». Otro decían: «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: «Soy yo.»
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»
Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.». Otro replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»
Él contestó: «Que es un profeta.»
Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»
Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»
Él dijo: «Creo, Señor.»
Y se postró ante él.
Comentario a la Palabra:
"Creo, Señor"
“No te fijes en las apariencias … el Señor ve el corazón”. La primera lectura pide a Samuel que tenga la misma mirada de Dios, que no se deje llevar por las apariencias. Que sepa elegir, como lo hace Dios: contemplando toda la realidad. Pasarán ante él siete hijos de Jesé, pero Samuel seguirá preguntando: ¿No hay más?. Faltaba el pequeño. No es fácil mirar la realidad con preguntas que hagan completarla. Si falta el pequeño no están todos. Sin los pequeños Dios no realiza su plan. Dios ha elegido al último, a quien los primeros ocultan. El servicio del profeta será poner al pequeño en medio de sus hermanos y ungirlo; pero hay que preguntar, ver, elegir según el espíritu de Dios que salva de las apariencias.
Parecía un avión, pero era una grúa. El 112 de Canarias publicó a las cuatro de la tarde del jueves (hora peninsular) un tuit en el que alertaba de la “caída al mar” de un avión con pasajeros a dos millas de la costa, a la altura de Jinamar. En la conversación que se escucha en el audio entre el centro de coordinación del aeropuerto de Gran Canaria y el 112, servicio de emergencias del Gobierno de Canarias, se confirma que "se ha caído un avión". "Efectivamente se ha caído un Boeing 737 al agua. Está flotando, no se ha hundido, movilicen todos los medios disponibles por favor". "¿Aeropuerto de Gran Canaria, confirma usted que es un Boeing?" le preguntan al centro de coordinación, que insiste. "Afirmativo. Un Boeing 737, está flotando, no se ha hundido, movilicen todos los medios disponibles". El 112 de Canarias y el Centro de Control se culpan mutuamente de la falsa noticia.
Hay que saber mirar y ver la realidad, no su apariencia. Pero sin proximidad podría pasar que confundiésemos las grúas con aviones. Cuaresma puede ser un tiempo para acortar distancias, dejarse encontrar y obedecer a la Palabra de Jesús que quiere ser la luz de nuestra vida.
El Evangelio de este domingo es un relato simbólico, expresión de una catequesis que desarrolla el proceso que lleva a la afirmación de la Luz que hay en Jesús, el Cristo.
Es Jesús quien ve al ciego y quien toma la iniciativa. No muestra ningún interés por la cuestión del “¿quién pecó?”, se pone manos a la obra componiendo barro con su saliva. Va a ungir los ojos de este “último”, este “pequeño” que desconoce todo. No obstante, con los ojos embadurnados por el barro, sabiendo que no ve, escucha que le dicen: “Ve a lavarte”. Y se puso en marcha hacia el lugar del agua llamado “Enviado”.
Se nos envía a lavar nuestros ojos, a limpiar nuestra mirada, para no desfigurar la realidad, para ver lo invisible. Y poder testimoniar a Jesús desde la experiencia personal: “Fui, me lavé, y empecé a ver”.
Vuelve la cuestión, ahora más concreta aún: “¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?”. Esa es la cuestión: Dios en Jesús no se ajusta a norma, es gracia, es Espíritu, es amor. Ante Dios, lo que ellos llaman pecado no lo es. Esa es su ceguera, su desgracia. Preguntan y se dividen porque creen que ven. Pero obsesionados con el pecado no ven que ellos, su cerrazón, son el pecado.
El que fue ciego, pero que “es mayor y puede explicarse”, va más allá del miedo de sus padres. Es un cristiano joven que no teme ser excluido de la comunidad judía por reconocer a Jesús como Mesías.
Más que tercos, ciegos, intentando que no se reconozca el bien hecho por Jesús. La fuerza del mal espíritu queriendo desfigurar la realidad del bien. “Sólo sé que yo era ciego y ahora veo”. La fuerza de la evidencia. El reconocimiento del proceso personal. La confesión de la transformación vivida: “Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder”.
Dice el Evangelio: “Y lo expulsaron”. A muchos cristianos los echaron de la sinagoga. Hay quien desearía imitar esa pedagogía. No hay más que ver algunas de las reacciones a la propuesta del cardenal Walter Kasper sobre los divorciados.
En esa situación límite, de intemperie, como siempre que somos despreciados, echados fuera, Jesús aparece buscándonos con un deseo infinito de acogida. Ahora sí. A las preguntas de ahora sí hay respuesta: “¿Crees en el Hijo del hombre?” … “¿Y quién es?” … Ya no eres ciego, lo estás viendo y escuchando, te habla a ti.
Él y nosotros, confesamos: “Creo, Señor”.