8 diciembre.
Fiesta de la Inmaculada Concepción
de Santa María
Gn 3,9-15.20
Sal 97,1bcde.2-3ab.3c-4: Cantad al Señor
un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
Ef 1,3-6.11-12
Lc 1,26-38:
Evangelio
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una
ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con
un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de
la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:
“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se turbó
grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo
era aquel. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado
gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz
un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará
Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su
padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino
no tendrá fin”. Y María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no
conozco varón?”. El ángel le contestó: “El espíritu Santo vendrá
sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por
eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También
tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está
de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada
hay imposible”. María contestó: “He aquí la esclava del Señor;
hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel se retiró.
Comentario
Sobre tres de las cuatro figuras que abren el evangelio, san Lucas
ofrece información de su origen familiar: Zacarías pertenece a
una familia de sacerdotes, Isabel desciende de Aarón y José de la
familia real. De María, nada. Incluso su piedad, contrariamente a la
de su prima Isabel, no es mencionada. Es el saludo del ángel el que
resuelve el enigma de este vacío: “Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo”. El ángel Gabriel llama a María, muy sencillamente,
“llena de gracia”, sin ni siquiera pronunciar su nombre, porque María
es toda gracia. Desde su concepción, está hecha completamente de
gracia. El amor de Dios por ella es tan grande que es inútil insistir
sobre otras cualidades o cualificaciones. Su identidad, todo lo que
ella es, le viene solo del amor de Dios.
¡Dios de amor, alabado seas por la Virgen María, que confió en Cristo
hasta el extremo!