El personaje que ocupa la parte derecha del icono representa al Espíritu Santo.

Sobre la túnica azul, signo de su divinidad, lleva un manto que tiene el verde de la hierba en primavera o de las hojas nuevas.

Este color simboliza el poder del Espíritu Santo para renovar la vida sobre la tierra.

Detrás de la figura hay una montaña (un peña de color ocre justo encima del nimbo que rodea la cabeza).

Las montañas son lugares de encuentro con Dios:

Moisés habló con Dios en el Sinaí.

Elías tuvo un encuentro con Dios en el Horeb. (Dios no estaba en el terremoto, ni en la tempestad, ni en el fuego,...sino en una brisa suave 2Re 19,12).

Jesús se transfiguró en el Tabor.

Su mano toca la mesa, y comunica a la Tierra la santidad de Dios.

En la liturgia católica, el sacerdote dice antes de la consagración "Santifica estos dones con la efusión del Espíritu..." y extiende sus manos sobre el altar.

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