Acoger y Compartir Mensaje del Hermano Pedro de Taizé,
7 de marzo, 2004
 


SALUDO Y NOTICIAS

Antes de compartir con vosotros algunas reflexiones sobre las lecturas de hoy, me gustaría transmitir un saludo de comunión desde Taizé. De allí salí este mediodía después de votar por correo. Los residentes en el extranjero tenemos la responsabilidad de hacerlo una semana antes.

En la colina ya han aparecido los primeros junquillos que anuncian la primavera, y también algunas tiendas como preparación a los encuentros internacionales de este año. Como cada año los temas saldrán a partir de la carta que el Hermano Roger escribió para este año: “Hacia las fuentes de la alegría”. El hermano Roger que se acerca a los 89 años preparándose para ir a Roma a su encuentro anual con Juan Pablo II.

Cuando esta mañana me despedía de él me dijo: que los españoles vengan numerosos a Lisboa. Si, este año el Encuentro Europeo de fin de año tendrá lugar en Lisboa. Desde Hamburgo, donde tuvo lugar el encuentro el año pasado, a Lisboa. Así la Peregrinación de Confianza nos lleva del Norte al Sur, creando amistad entre los pueblos, construyendo esa Europa de la solidaridad.

Otro momento fuerte de este año será el encuentro en la Diócesis de El Alto, en Bolivia, a 4000 mts de altitud. Los hermanos de Taizé que viven en Brasil lo están preparando. Se está traduciendo la carta en los idiomas locales de los indios, el Aymara y Quechua.

En Taizé nuestra vocación ecuménica estos últimos años ha estado muy atenta a las relaciones con las Iglesias Ortodoxas. Últimamente nos ha llenado de alegría que el Patriarca de Moscú Alexis II, recibiera por primera vez al Cardenal Kasper, responsable del Consejo Pontificio para la unión de los cristianos.

En los encuentros de estos últimos años en Taizé , la participación de jóvenes ortodoxos de Rumanía, Rusia, Ucrania y otros países ha sido numerosa. De ellos hemos aprendido la importancia de la belleza en la oración, de ellos recibimos el gran don de la transmisión de la fe por los iconos.


TRANSFIGURACION

Esta mañana contemplando el icono de la Transfiguración en la Iglesia de la Reconciliación de Taizé y escuchando los textos de hoy sobre la Tranfiguración, pensaba que esta tarde estaría aquí con vosotros y me preguntaba ¿cómo entender que se trata de nuestra propia tranfiguración? Se trata de la transfiguración de nuestra mirada, de nuestras actitudes, de nuestras vidas y de nuestro presente.

Los tres testigos, Pedro, Santiago y Juan, quedaron sin duda como transfigurados. Lo que en ese monte entendieron se quedó en ellos como una fuerza interior que los acompañó siempre.
Ellos tres serán también los testigos de la agonía de Jesús en Getsemaní.

En las Iglesias ortodoxas hay una continua reflexión sobre Dios como Luz. Así lo demuestran los numerosos iconos referentes a este texto del Evangelio. Para ser un buen pintor de iconos se tiene que saber pintar la Luz de la Tranfiguración. En casi todos ellos se pinta a Jesús con un rostro iluminado y con vestidos de una blancura fulgurante, de pie en el centro de varios círculos concéntricos que tienen un centro completamente negro. Ese centro es como un símbolo de lo que no comprendemos de Dios. Jesús delante de ese centro y de pie, lleno de luz, nos hace accesible ese misterio, nos hace comprender a Dios. Nos invita a acoger el misterio.

La fiesta de la Transfiguración se celebra el 6 de Agosto. Naturalemnte es una fiesta que unida a la Epifanía, a la Resurreción y a Pentecostés forman el núcleo de nuestra fe. Pablo, que también fue tocado por la Luz llego a decir:« Si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe».1Cor 15,17

Me gusta que los liturgistas hayan puesto este Evangelio en el segundo domingo de Cuaresma. Así cumple el mismo papel que en el Nuevo Testamento, cuando los discípulos ya van de camino a Jerusalén, donde tendrá lugar la pasión de Jesús. Jesús les ha hablado de las condicones para seguirle. Y es como si Jesús, presintiendo su aturdimiento, les quisiera dejar intuir que todo tendrá sentido, que su Luz iluminará lo absurdo y oscuro.En la Resurrección de Jesús todo tendrá cumplimiento, por eso, en el monte, Moisés y Elías aparecen representando la Ley y los profetas.

En nuestro camino cuaresmal debemos recordar que la Luz de Jesús nos guía ya. Cuaresma es tiempo de profundización, tiempo para ese trabajo interior que tanto nos cuesta, pero ante todo es tiempo para “hacer memoria”, es decir recordar las promesas y acoger el perdón de Dios. Dejando que la Luz, no nuestras pequeñas lucecitas, ilumine nuestras sombras, nuestro aquí y ahora. Entonces, cuando la vida se hace dura podemos volver a oír esas palabras que son también para nosotros : « Tú eres mi hijo/hija elegido, es decir, amado ». A través de Jesús Dios nos está diciendo “a ti yo te quiero mucho”. ¿Sabremos acoger este amor? Si lo hacemos quedaremos transfigurados.

Los textos de hoy son una invitación a escuchar y mirar mejor.

El autor del salmo de hoy suplica que Dios no le oculte su rostro. Discierne el rostro de Dios como Luz y salvación. Escuchando a jóvenes que participan en los encuentros de Taizé, muchas veces cuando quieren hablar de esas experiencias interiores, en las que algo del misterio de Dios se les hace más cercano, ellos siempre hablan como experiencia de Luz que no ciega ni crea euforia, sino más bien de Luz que orienta, cura, da sentido, y sobre todo aporta la Paz... Por eso los discípulos también querían quedarse allí, plantar las tiendas. Aunque el asombro y el temor les hizo quedarse como como mudos bajando del monte.
El silencio de los discípulos al bajar del monte me hace pensar en lo importante que es saberse callar. En esta cuaresma también podríamos hacer un ayuno de palabras superfluas , eso nos daría la serenidad para saber discernir e incluso para saber votar.

Históricamente nunca sabremos lo que paso. Pedro lo recordará muy bien y habla de ello en su segunda carta “Nosotros mismos escuchamos esta voz, venida del cielo, estando con él en el monte santo” (2Pe, 18). Santiago, sostenido por esa experiencia, será el pilar de la Iglesia de Jerusalem y uno de los primeros mártires.

Juan quedará tan marcado que todo su Evangelio habla de la Luz , Luz que brilla en las tinieblas.Juan hace decir a Jesús “Yo soy la Luz del mundo, el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida”(Jn 8,12). Juan es el único de los cuatro evangelistas que no cuenta el relato de la Transfiguración. No es necesario; porque su Evangelio es el Evangelio de la Luz.

El misterioso texto del Evangelio de la Transfiguración es como una anticipación de la Resurreción de Jesús, es como si Jesús quisiera grabar algo en los corazones de sus discípulos para que puedan después referirse a ello en los momentos de prueba, a lo largo de todas sus vidas. En Getsemaní fueron testigos de la otra transfiguración de Jesús, la del sudor de su humanidad.

El final del camino humano de Jesús no llega sin pasar por la pasión. Algo que también debemos aplicar a nuestras propias vidas. En los momentos de esfuerzo, de paciencia,
de dolor, podemos recordarnos que la Luz está ahí, como las estrellas que iluminaron la noche de Abraham, portadoras de una promesa de plenitud de vida.

Quizás, el resplandor de los textos de hoy sea como un descanso para nuestros ojos cansados de tanta sombra. Resplandor que no nos aleja de la vida de cada día, sino que la hace más llevadera.

Nuestro deseo debe ser como lo que Pablo nos pide: “mantenernos firmes en Jesús” . Y así volver a emprender el camino con un poco más de Esperanza.

 
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16 Enero, 2006
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