Episodio 16. Empiezan los problemas

Comentario a Mc 1,14-39 Comentario de Mc 1,40-3,6

En el episodio anterior Jesús empezaba su anuncio del Reino de Dios. El Reino de Dios ya está aquí, irrumpiendo en el mundo entorno a Jesús. Hay que cambiar de mentalidad porque algo nuevo está sucediendo. A continuación Jesús convocaba cuatro discípulos y empezaba a enseñar, expulsar demonios, curar y orar. Cuando el Reino llega, la gente es curada y los endemoniados recupera su libertad. ¡Y todos contentos! ¿A quién le puede molestar esto? Veremos que las cosas no son tan sencillas. El episodio de hoy –en el que comentaremos 1,40-3,6– se titula: “Empiezan los problemas”. Leemos el primer pasaje

Y vino a Jesús un leproso rogándole de rodillas y diciendo: “Si quieres puedes limpiarme” y teniendo compasión (splanjnistheìs) extendió su mano y le tocó y le dice: “Quiero, queda puro”. E inmediatamente se marchó de él la lepra  y quedó puro. Y le advirtió severamente e inmediatamente le echó de ahí. Y le dice “No se lo digas a nadie, pero vete y preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para darles testimonio”. Pero él, nada más salir empezó a divulgarlo mucho y se corrió la voz de modo que ya no podía entrar abiertamente en los pueblos, sino que se quedaba fuera en descampado y venían a él de todas partes (1,40-45)

Una curación más, aunque la primera en que Jesús sana un leproso. Además de enfermos, los leprosos eran excluidos sociales. Debían vivir fuera de las poblaciones y advertir de su presencia a quienes se le acercaran gritando: “¡impuro, impuro!”.

Jesús toca al leproso y lo cura. Le manda guardar silencio y le dice que debe ir al Templo a presentar una ofrenda según manda la Ley. Jesús quiere jugar según las reglas del judaísmo oficial. No se presenta de entrada como un rompedor, pero veremos que este continuismo inicial no va a durar. Seguimos leyendo

Y entrando de nuevo en Cafarnaún a los pocos días se escuchó que estaba en casa. Y se congregó mucha gente de modo que ya no había sitio ni a la puerta y les dirigía la palabra. Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y no pudiendo llevarle hasta él a causa de la multitud levantaron el tejado donde él estaba y haciendo un agujero, bajaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús su fe dice al paralítico: “Hijo, tus pecados son perdonados”. Estaban allí sentados algunos escribas y discurrían en sus corazones: “¿Por qué habla este así? Blasfema ¿Quién puede perdonar pecados sino solo uno, Dios? E inmediatamente sabiendo Jesús en su espíritu que así discurrían en su interior, les dice “¿Por qué discurrís estas cosas en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir al paralítico ‘perdonados son tus pecados’ o decir ‘Levántate, coge tu camilla y anda’?” Para que veáis que el hijo del hombre tiene autoridad para perdonar pecados sobre la tierra –le dice al paralítico: “A ti te digo, levántate, coge tu camilla y vete a tu casa” Y se levantó e inmediatamente tomó la camilla y salió delante de todos, de modo que todos se asombraron y daban gloria a Dios diciendo: “Nunca hemos visto algo así” (2,1-12).

Con este relato comienza una sección que muchas biblias titulan como “cinco controversias”. Cinco historias de enfrentamiento entre Jesús y los representantes del judaísmo oficial. En este primer pasaje, un paralítico es presentado a Jesús y éste le dice: “tus pecados son perdonados”. El verbo está en voz pasiva “son perdonados” ¿por quién? Es lo que los exegetas llaman una “pasiva divina”. Se utiliza la voz pasiva para evitar mencionar a Dios, pero se sobreentiende. Jesús le dice al paralítico: “Dios te ha perdonado tus pecados”. El Reino está empezando a ser una realidad entorno a Jesús, una de las consecuencias es que Dios perdona sin más los pecados. Pero no todos están dispuestos a este “cambio de mentalidad” (metanoia) que requiere la irrupción del Reino. Los escribas piensan: “¡Blasfema!” Y es entonces cuando Jesús cura al paralítico como una demostración de que efectivamente “el hijo del hombre tiene autoridad para perdonar pecados sobre la tierra”. Es la primera vez que oímos a Jesús referirse a sí mismo como “el hijo del hombre”, pero no será la última. El “hijo del hombre” era una figura anunciada por el profeta Daniel para el final de los tiempos. Jesús se presenta como este “hijo del hombre” que viene a acabar con el imperio del mal. Lo hace curando a las personas y transmitiéndoles el perdón de Dios.

Vamos con la segunda controversia:

Y salió de nuevo junto al lago y toda la multitud vino a él y les enseñaba y pasando vio a Leví el hijo de Alfeo sentado junto al mostrador de los impuestos, y le dice: “Sígueme” y levantándose le siguió. Y sucedió que estaba él recostado a la mesa en su casa y muchos cobradores de impuestos y pecadores estaban recostados a junto a Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían. Y los escribas y fariseos viendo que comía con los pecadores y cobradores de impuestos dicen a sus discípulos: “¿Por qué come con cobradores de impuestos y pecadores? Y escuchándoles Jesús les dice: “No tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores” (2,13-17)

No es la primera vez que Jesús llama discípulos a seguirle, pero esta vocación resulta problemática. Leví es un recaudador de impuestos. A nadie nos gusta pagar impuestos, pero en un estado de derecho como España, no consideramos que los inspectores de hacienda sean unos malvados. No era esa la situación de Jesús. Los recaudadores de impuestos requisaban dinero para los romanos. Los publicanos eran tipejos que estaban ayudando al enemigo, un poco como la figura del colaboracionista que sale en las películas de la Segunda Guerra Mundial. Alguien de tu propia nación que se gana la vida trabajando para el enemigo. En una sociedad como la de Jesús en la que la religión, la política y el nacionalismo estaban tan mezclados, el publicano es solo un traidor, sino un pecador; y se le debe marginar socialmente. Pues Jesús, no solo llama a seguirle a un “pecador”, sino que se apunta a la fiesta de despedida que Leví celebra con sus amigotes pecadores. Es lógico que escribas y fariseos se quejen, pero Jesús les contesta que él ha venido justo para invitar esta gente al Reino de Dios.

Y estaban los discípulos de Juan y los fariseos ayunando y vienen y le dicen: ¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan pero tus discípulos no ayunan? Y les dice Jesús: “No pueden los invitados a la boda ayunar mientras está el novio con ellos, pero cuando se lleven al novio, ese día ayunarán” (2,18-20)

Esta tercera controversia también tiene que ver con la comida. El ayuno es una disciplina practicada por muchas religiones. En el judaísmo, todos hacían ayunos de uno u otro tipo –tanto los discípulos de Juan Bautista como los de los fariseos–, pero no los de Jesús. Y la explicación que les da Jesús es que mientras que él, –novio– esté en la tierra es fiesta, porque él trae el Reino. Pero añade “cuando se lleven al novio, ese día ayunarán”. Muchos comentaristas del evangelio consideran que estas palabras fueron añadidas por los primeros cristianos, que después de la Pascua, retomaron esta costumbre del ayuno. En cualquier caso, mientras Jesús estaba en la tierra, no quiso que la gente ayunase. Y Jesús añade:

No se pone un remiendo de paño sin lavar en un manto viejo, porque entonces, lo añadido tira de él, lo nuevo de lo viejo y deja un roto peor. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces, el vino revienta los odres y se pierde el vino y los odres. A vino nuevo odres nuevos (2,21-22).

Jesús se da cuenta de que su misión no encaja con la vieja manera de hacer las cosas, que la realidad del Reino exige unas nuevas prácticas y una nueva comunidad.

Vamos con la cuarta controversia:

Y sucedió que él estaba atravesando en sábado un sembrado y sus discípulos comenzaron a hacer camino tirando de las espigas. Y los fariseos le dijeron: “¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido? Y les dice: “No habéis leído lo que hizo David cuando tenía necesidad y pasaba hambre él y los suyos, cómo entrando en la casa de Dios en tiempos del sumo sacerdote Abiatar comió los panes de la ofrenda que no está permitido comer sino a los sacerdote y se lo dio a los que estaban con él? Y les dice: El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado, de modo que el hijo del hombre es señor del sábado (2,23-28)

Otra vez –y van tres– otro problema con la comida. Los discípulos arrancan espigas para avanzar por un sembrado, un trabajo prohibido en sábado. Para justificar su acción Jesús apela al ejemplo del más grande rey de Israel de todos los tiempos, David. Claro, para nosotros eso no es problema porque sabemos que Jesús es mucho más que David, pero no es tan evidente para los contemporáneos de Jesús. Jesús es un carpintero metido a predicador, seguido por una panda de gente no precisamente glamurosa. Pero Jesús les dice: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”. En el Reino de Dios, las normas que sirven para honrar a Dios deben estar también al servicio de los humanos. Y el hijo del hombre –otra vez esta imagen– puede disponer cómo mejor crea cómo cumplir el sagrado mandato del Shabbath.

Vamos con la última controversia: 

Y entró de nuevo en la sinagoga y estaba allí un hombre con la mano seca. Y le estaban observando por si curaba en sábado. Y le dice al hombre de la mano seca “Levántate y ponte en medio”. Y les dice: “Está permitido en sábado hacer el bien o hacer el mal, salvar una vida o matarla? Ellos callaban y echando una mirada a su alrededor con ira y sintiendo pena por la dureza de sus corazones le dice al hombre “Extiende la mano” Y la extendió y se restableció la mano. Y saliendo los fariseos inmediatamente se pusieron a conspirar con los herodianos sobre cómo matarle (3,1-6)

La serie de cinco controversias empezaba con la curación de un hombre con las piernas paralizadas y termina con este relato sobre un hombre con la mano paralizada. A Marcos le gustan esta forma de narrar en el que dos pasajes parecidos comienzan y terminan una sección. Jesús cura a este hombre en sábado y cómo no, sus enemigos están acecho. Jesús podría esperar hasta la puesta del sol para curar a este hombre sin molestar a los fariseos, pero el Reino no puede esperar. Por primera vez oímos en el relato de Marcos que fariseos y herodianos empiezan a planear la muerte de Jesús.

Hemos cubierto un largo trecho. Al comienzo de este episodio del podcast parecía que Jesús aún podía realizar su misión en el marco del judaísmo tradicional, pero luego aprendimos que el vino nuevo requiere odres nuevos. Y por último estae rechazo radical, esta conspiración contra su vida. ¿Cuál será la respuesta de Jesús?

Lo descubriremos en el próximo episodio de nuestro podcast.