Episodio 54.
El Budismo después de Buda

Buda dejó atrás un pequeño grupo de monjes y monjas que conservaron sus enseñanzas y dieron continuidad a las prácticas iniciadas por su fundador. El budismo –a diferencia del cristianismo– no fue una “religión perseguida” por un poderoso imperio, pero el budismo no adquirió un gran número de adeptos en sus primeros siglos.

La historia del cristianismo –y de Occidente– está marcada por la promulgación del Edicto de Milán en el año 313, probablemente la decisión política más trascendente de la Historia para esta parte    del mundo. El Emperador Constantino creyó que había ganado la decisiva batalla del Puente Milvio –que le dio la victoria definitiva en la guerra civil contra su adversario Majencio– gracias a la intervención del dios de los cristianos. Como agradecimiento legalizó –mediante este decreto– la secta de sus seguidores y les favoreció. A lo largo del siglo IV, la gran mayoría de la población del Imperio se haría cristiana.

De manera similar, un emperador, Ashoka de la India, cambió la suerte del budismo. Ashoka, que vivió entre el 304-232 a.C., fue uno de los más grandes conquistadores de todos los tiempos. Su imperio llegó a cubrir casi todo el subcontinente indio: India, Pakistán, Bangladesh, Afganistán y parte de Irán). Después de la gran masacre por la conquista del reino de Kalinga, que produjo 100.000 muertos, el rey se arrepintió de su propia crueldad y empezó a favorecer el budismo.

Gracias al patrocinio de Ashoka, el budismo se hace popular en la India y se expande hacia la isla de Sri Lanka. Desde Sri Lanka pasa a Tailandia y otros países del Sudeste asiático, en los que sigue siendo mayoritario: Myanmar, Laos, Camboya. En estos países se sigue practicando hoy la forma de budismo que se llama Teravada. El canon de las Escrituras más antigua del budismo se produjo en el contexto del budismo Teravada en la isla de Sri Lanka: el canon pali o Tripitaka.

El Teravada insiste en la liberación personal a través del camino óctuple, pero es bastante escéptico con que el nirvana pueda alcanzarse en esta vida. Reserva la palabra Boddisatva –el que va adquiriendo la naturaleza del Buddha– al Buddha histórico.

La otra gran rama del Budismo es el Budismo Mahayana. No se sabe exactamente cuándo o cómo se originó. Probablemente fue en el siglo II o III antes de Cristo. La reforma Mahayana, como la reforma protestante en el cristianismo, pretende ir a las fuentes, a lo más original y auténtico de las enseñanzas de Buddha, pero supone un cambio con respecto  la forma históricamente atestada más antigua del Budismo: el Teravada.

El budismo mahayana admite un multiplicidad de buddhas además del Buddha histórico y propone el ideal de convertirse en un Boddissatva. Es por tanto, mucho más optimista que el Teravada en alcanzar en esta vida el estado de Iluminación que permitirá llegar al Nirvana tras la muerte. Otra diferencia es la insistencia en la compasión. El  Boddissatva no aspira a la perfección sólo para beneficio de sí mismo, sino para ayudar a todos los seres vivientes.

Durante la dinastía Han (206 a.C. – 220 d.C) el Budismo Mahayana pasa a China, las escrituras son traducidas al chino y se adapta a esta cultura. Desde China pasa a Tibet por un lado y por el otro a Corea y Japón.

El budismo llega a casi desaparecer tanto en su país de origen, India, como en China, y se hace fuerte en tres regiones de Asia:

Tanto en Japón como en Tibet, el budismo Mahayana se mezcla con una tercera variante o corriente del budismo llamado Vajrayana o budismo esotérico.

El budismo que conozco mejor el japonés, está segmentado en centenares de escuelas de distinto tipo con doctrinas y prácticas diversas. Contrariamente a lo mucha gente piensa en Occidente, la forma de budismo predominante en Japón no es el budismo Zen. El Zen ha sido muy influyente porque sus enseñanzas tuvieron gran resonancia entre la clase guerrera samurái que dirigió Japón durante el período Edo (siglos XVI al XIX), pero nunca muy mayoritario numéricamente. Las escuelas con mayor número de adeptos como el budismo Yodo, ofrecen prácticas menos exigentes que el zazen en los que el adepto suplica una trasferencia del mérito de Buddha para alcanzar el Nirvana o una mejor reencarnación.

El Budismo popular que he podido observar en Tailandia, Sri Lanka y Japón, tiene elementos de religiosidad popular compartida con otras religiones, como el catolicismo popular.

La pluralidad en el Budismo, a diferencia del cristianismo, no es una tragedia.