CARLOS DE FOUCAULD
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Fechas importantes de su vida
15 septiembre 1858 Nacimiento de Charles de Foucauld en Estrasburgo (Francia).
1864 Queda huérfano. Es adoptado por su abuelo, el coronel de
Morlet.
1870-1871 La familia deja Estrasburgo y se instala en Nancy
28 avril 1872 Primera comunión y confirmación en la catedral
de Nancy.
1874 Pérdida de la fe. Se prepara para entrar en Saint-Cyr.
1876-1881 Carrera militar: St Cyr, Saumur, Pont-à-Mousson, Argelia.
1882-1886 Viaje a Marruecos, después al sur de Argelia y Túnez.
Fin octobre1886 Regreso a París, conversión en la iglesia
de St Augustin, seguido de un período de reflexión y una
peregrinación a Tierra Santa.
15 janvier 1890 Ingresa en la Trapa : 7 años como monje trapense.
1897-1900 Estancia y vida de eremita en Nazaret y en Jerusalén
1900-1901 Estancia en la abadía de Notre-Dame des Neiges para
prepararse a su ordenación sacerdotal. Ordenado sacerdote en Viviers
el 9 de junio de 1901.
28 octobre 1901 Llegada a Beni-Abbès (oeste de Argelia) y construcción
de una Fraternidad.
1904 Primeros contactos con los Tuaregs de Hoggar ( al sur de Argelia).
11 août 190 Llegada al Hoggar e instalación en Tamanrasset.
1909 et 1911 Corta estancia en Francia para consultar sobre su proyecto
de fundar una cofradía de Hermanos y Hermanas del Sagrado Corazón
de Jesús.
1911 Estancia de cinco meses en la meseta del Assekrem.
1913 Estancia de cuatro meses en Francia. Le acompaña Ouksem,
un tuareg, a quien él quiere presentar algunas familias francesas.
1915-1916 Amenazas y alertas en el Sahara.
1er décembre 1916 Muerte de Charles de Foucauld en Tamanrasset.
1929 Traslado de sus restos e inhumación en el cementerio de
El-Golea.
Misionero de los Tuaregs
Entre 1858 y 1916, transcurrió la vida de Charles Eugene de Foucauld.
Nació en Estrasburgo, de origen aristocrático, heredó
el título de vizconde de Foucauld. A los 6 años quedó
huérfano de padre y madre. Fue militar, exploró Marruecos
y ganó la medalla de oro de la Sociedad Geográfica Francesa.
A los 28 años descubrió la fe cristiana y se consagró
totalmente a ella. El momento central de su conversión tuvo lugar
a finales del mes de octubre del año 1886 en la iglesia de San
Agustín de París, de manos del padre Huvelkin, que será
desde entonces su guía espiritual. Peregrina a Tierra Santa y vive
otras experiencias que marcarán su vida.
Se hace monje trapense y toma el nombre de hermano Marie-Alberic. Era
el año 1890. Pronto, en 1897, es dispensado de sus votos y autorizado
a seguir su propia vocación. Vuelve a tierra santa y durante cuatro
años trabaja como criado de las clarisas de Nazaret. Escribe entonces
gran parte de sus escritos espirituales.
El 9 de junio de 1901 es ordenado sacerdote en Viviers (Francia) y decide
partir al Sahara. Quería imitar la vida oculta de Jesús
de Nazaret, viviendo en pobreza, contemplación y humildad y testimoniando
fraternalmente el amor de Dios entre cristianos, judíos y musulmanes.
A partir de 1904 empieza a conocer y a convivir con los tuaregs y se
establece en Tamanrasset.
Siempre vivió una intensa búsqueda de Dios y de servicio
a los más desfavorecidos como amigo, ermitaño y misionero.
Aprendió el idioma de los tuaregs para traducir los Evangelios
y publicar un diccionario francés-tuaregs, y una selección
de poesías tuaregs.
Durante una escaramuza entre los nómadas del desierto en levantamiento
contra los franceses, la muerte le llegó de manos de uno de los
vigilantes tuaregs senusitas.
El 1 de diciembre de 1916 una bala segó su vida. Foucauld estaba
en oración ante el Santísimo Sacramento y junto a su cuerpo
muerto, cayó también la custodia que contenía al
Señor Sacramentado.
BEATIFICACION
El 13 de noviembre 2005 tuvo lugar en la Basílica Vaticana la
beatificación de Carlos de Foucauld en presencia de miles de peregrinos.
En primera fila de ellos, una decena de tuaregs vestidos con sus habituales
túnicas azules y tocados con sus blancos turbantes. El Papa Benedicto
XVI dijo al saludar a los peregrinos: “A través de su vida
contemplativa y oculta de Nazaret, volvió a encontrar la verdad
de la humanidad de Jesús, invitándonos a contemplar el misterio
de la Encarnación; en ese lugar, aprendió mucho sobre el
Señor al que quería seguir con humildad y pobreza. Descubrió
que Jesús, venido para unirse a nosotros en nuestra humanidad,
nos invita a la fraternidad universal que vivió más tarde
en el Sahara, al amor del que Cristo nos dio ejemplo. Como sacerdote,
puso la Eucaristía y el Evangelio en el centro de su existencia,
las dos mesas de la Palabra y del Pan, fuente de vida cristiana y de la
misión”.
El cardenal Saraiva que presidió la celebración dijo en
la homilía: “Ha tenido una influencia notable en la espiritualidad
del siglo XX y sigue siendo, a comienzos del tercer milenio, una fecunda
referencia, una invitación a un estilo de vida radicalmente evangélico,
y esto más allá de los que pertenecen a los diferentes grupos
que forman su familia espiritual, numerosa y diversificada. Acoger el
Evangelio en toda su sencillez, evangelizar sin querer imponer, dar testimonio
de Jesús respetando otras experiencias religiosas, reafirmar el
principio de la caridad vivida en la fraternidad, éstos son solamente
algunos de los aspectos más importantes de su preciosa herencia”.
ENTREVISTA
El prior general de los Hermanos de Jesús, que son 235 y están
presentes en cuatro continentes, ha concedido una entrevista a Vida Nueva
(nº 2494), en la que entre otras cosas dice, hablando de la espiritualidad
de Carlos de Foucauld:
- “Al principio, él pensaba que, si
quería seguir a Jesús, lo normal era irse del mundo, a un
monasterio, y cuanto más pobre, mejor. Por eso entra en la Trapa.
Pero, poco a poco, a la luz de Nazaret, va descubriendo que si quiere
seguir a Jesús y buscar el rostro de Dios, no puede ponerse detrás
del mundo, sino “ir a Nazaret”, donde está la gente.
Me parece uno de los puntos clave de su vida y su espiritualidad: no apartarse,
sino acercarse.
- “Va al desierto, no por la soledad,
sino porque allí hay gente perdida, para estar con ella. Creo que
hoy sería cualquier tipo de personas un poco despreciadas, abandonadas,
dejadas de lado…(a las que hoy dedicaría su tiempo y su vida)
- Hay un texto muy bonito de Carlos
de Foucauld, escrito en 1912, en el que se pregunta por los medios para
ser un buen apóstol, y dice que hay que buscar los mejores medios
con cualquier persona que se presente, sin excepción: la bondad,
la ternura, la atención fraterna, el ejemplo de la virtud, la humildad,
la dulzura… A algunos no les vas a hablar nunca de Dios ni de la
religión; a otros –quizás porque él vivía
con musulmanes– les hablarás de valores humanos que todos
tenemos en común; a otros, hablando de Dios en la medida en que
ellos pueden llevarlo dentro; a otros, que buscan la verdad a través
del estudio de la religión, poniéndole en relación
con un sacerdote que les pueda ayudar… sobre todo, con todos, ver
en cada ser humano a un hermano, dice en esa carta. Y dejar de lado el
espíritu militante, porque nos hace ver enemigos donde quizá
sólo hay gente caída en manos de bandidos y necesitada de
un buen samaritano.
Con motivo de la beatificación, el Vicario general de la diócesis
de Getafe, José María Avendaño, ha escrito sobre
Carlos de Foucauld: “La humanidad de Carlos de Foucauld nos aviva
el rescoldo de nuestra alma para articular la acogida, la escucha y el
diálogo interreligioso. Disponer los oídos del corazón
a la “escucha del sufrimiento del mundo”.
Así se expresaba desde su encarnación con el pueblo de
Beni-Abbés: “Quiero acostumbrar a todos los habitantes cristianos,
musulmanes, judíos o idólatras a mirarme como su hermano,
el hermano universal. Comienzan a llamar a esta casa “la fraternidad”,
(al jaoua en árabe), y me resulta muy amable”.
Instala en la “fraternidad” un cuarto para viajeros pobres.
“Los pobres tienen aquí un amigo, y no solo los pobres, sino
todos los hombres… todos los días hay huéspedes, a
quienes hay que dar de cenar, cama y almuerzo. Esto no ha estado nunca
vacío… Tengo entre sesenta y cien visitas diarias”.
El predicaba el diálogo entre las religiones y hoy representa
un puente entre las culturas cristiana y musulmana. Somos conscientes
de que la verdad de Dios en Jesucristo nos anima a considerar a las demás
religiones como instrumentos de salvación de Dios para esos hombres
y mujeres.
… Carlos de Foucauld supo encarnar: que la misión es una
forma de vida, no una estrategia; que ese modo de vivir es consecuencia
de la experiencia cristiana de Dios y cómo esa experiencia, si
es auténtica, nos guía y acompaña a servir a nuestro
prójimo custodiando la vida de nuestros hermanos y hermanas más
débiles
SOBRE SU “DIRECTORIO”
Los Consejos evangélicos o Directorio son el comentario de los
Estatutos redactados por Foucauld en 1909 y provienen de las Constituciones
escritas entre 1899 y 1901 para la comunidad religiosa que pensaba fundar,
y que solo se hizo realidad después de su muerte.
Es un texto para orientar el “espíritu”. Algunos fragmentos:
SOBRE LA FE
Tanto amó Dios al mundo que le dio su Unigénito Hijo para
que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna.
El que cree en Él no se condena, pero el que no cree ya está
condenado, porque no cree en el nombre del Hijo de Dios.
El que cree en el que me envió tiene la vida eterna y no es juzgado
porque pasó de la muerte a la vida.
Yo he venido como luz al mundo, para que todo el que crea en mí
no permanezca en tinieblas.
En verdad os digo: el que cree en mí posee la vida eterna. El
que cree en mí, ríos de agua viva correrán de su
seno.
El que no recibe mis palabras tiene por juez la palabra misma que he
anunciado, ella le juzgará en el último día.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Que no se turbe vuestro corazón. Creed en Dios y creed en mi.
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Si tenéis fe, sin vacilación alguna, y decís a esa
montaña: apártate y arrójate al mar, así se
hará; y todo lo que pidáis con fe en la oración,
lo obtendréis.
SOBRE LA ORACIÓN
Velad y orad en todo tiempo.
Allí donde haya dos o tres personas reunidas en mi nombre, yo
estaré en medio de ellas.
Todo lo que pidáis en mi nombre os lo daré.
Si dos de vosotros se conciertan, lo que pidan les será concedido.
No habléis mucho al orar, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis.
Buscad el reino de Dios y su justicia, y el resto se os dará por
añadidura.
Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se
os abrirá. Si vosotros que sois malos sabéis dar buenas
cosas a vuestros hijos, ¿cómo vuestro Padre celestial no
dará el buen espíritu a los que se lo piden?
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga a nos tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el
cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy y perdónanos
nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores
y no nos pongas en tentación, mas líbranos del mal.
María estaba sentada a los pies de Jesús escuchando su
palabra. Ella escogió la mejor parte. Una sola cosa es necesaria.
Habiéndose levantado al amanecer, salió y marchó
a un lugar desierto en el que oraba.
Subió a una montaña para orar y en ella pasó toda
la noche en oración.
Padre, glorifica tu nombre.
Os pido, no por el mundo, sino por los que yo envío, y os pido
también por todos los que creerán por ellos.
Que sean todos uno, para que todo el mundo crea.
Se prosternó con el rostro en tierra, orando.
Marchó de nuevo y oró por tercera vez, diciendo las mismas
palabras.
Habiendo entrado en agonía redoblaba su oración.
Padre mío, si quieres, aleja de mí este cáliz; pero
no mi voluntad, sino la vuestra.
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
SOBRE LA ESPERANZA
El que venga a mi no será rechazado
Es voluntad de mi Padre que ninguno de estos pequeños perezca.
No he venido a amar a los justos, sino a los pecadores.
Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los
últimos serán los primeros.
Vuestro Padre celestial es misericordioso. Tened confianza. Que vuestro
corazón no se turbe; creed en Dios y creed en mí.
Padre mío, quiero que donde yo esté también estén
ellos, para que vean mi gloria.
No temáis, pequeño rebaño, ha complacido a vuestro
Padre daros un reino.
El que cree en mí vivirá eternamente.
El que pierde su vida por mí, la recobrará.
Bienaventurados los pobres de espíritu.
Bienaventurados los mansos.
Bienaventurados los que lloran.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia.
Bienaventurados los misericordiosos
Bienaventurados los corazones puros.
Bienaventurados los pacíficos.
Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia.
No juzguéis y no seréis juzgados.
Dad y se os dará. Se os medirá con la misma medida que hayáis
aplicado a los otros. Perdonad y seréis perdonados.
Venid, benditos de mi Padre. Estuve desnudo, enfermo, hambriento, errante,
y tuvisteis cuidado de mí.
Hay muchas moradas en la casa de mi Padre; yo os voy a preparar el lugar.
Os llevaré conmigo, y donde yo esté estaréis también
vosotros.
ORACIÓN DEL ABANDONO
Padre mío, me pongo en tus manos;
Padre mío, me confío a ti;
Padre mío, me abandono a ti,
Haz de mi lo que quieras.
Sea lo que sea.
Lo acepto todo con tal que tu voluntad se cumpla en mi
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
No deseo nada más.
Pongo mi alma en tus manos.
Te la doy, Dios mío,
Con todo el amor del que soy capaz,
Porque te amo.
Porque para mi amarte es darme,
Entregarme en tus manos sin medida,
Con infinita confianza,
Porque Tú eres mi Padre.
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