Taizé en Roma
Leer este artículo según versión PDF publicada por Vida Nueva
JOSÉ MIGUEL DE HARO, redentorista Ha sido dura y bella esta etapa de la Peregrinación de Confianza vivida en Roma del 28 de diciembre de 2012 al 2 de enero de 2013. Los más de 45.000 jóvenes asistentes han desbordado la capacidad de acogida en familias. Hasta el último momento, todo el equipo organizador ha sido desafiado por esa preocupación. Pero al final, como sucede con frecuencia en los encuentros de Taizé, se abren puertas que parecían cerradas.
El cardenal Agostino Vallini, vicario de Roma, lo reconocía públicamente en la oración del domingo 30 de diciembre: “Hemos intentado acogeros, tan numerosos como sois, con simplicidad y afecto en las parroquias, en las familias, en las comunidades religiosas y en todas las estructuras que hemos podido encontrar, también con el compromiso particular y generoso del Ayuntamiento de Roma. Agradezco a todos los que os han abierto generosamente las puertas de sus casas. Perdonadnos si todos los lugares de acogida no podían ofrecer la comodidad que hubiéramos querido”. Los miles de jóvenes han comprendido esta carencia de comodidades en muchos más casos de los esperados.
El hermano Alois, prior de Taizé, en una de las oraciones previas al encuentro, había dado las gracias al grupo de trabajo por cómo habían sabido enfocar la situación generada por tan alta afluencia de jóvenes y los problemas de acogida que conllevaba este encuentro.
Venir como peregrinos de la fe a Roma ha supuesto también integrar algunos imprevistos, que unidos a otros elementos, han hecho que esta etapa de la llamada Peregrinación de Confianza a través de la Tierra apelase con mayor autenticidad a la verdad que la misma peregrinación busca.
Admirable la actitud de estos más de 2.000 jóvenes llegados desde diferentes países y continentes, que han formado el grupo de trabajo. Han conseguido que el encuentro fuese una realidad en las parroquias, los grupos de reflexión, las oraciones en las basílicas y la distribución de las comidas. Algunos de estos jóvenes habían tomado parte en el encuentro celebrado en Kigali, la capital de Ruanda, el pasado mes de noviembre, que precedió a esta etapa de Roma.
En el Cuadernillo del Encuentro para celebrar en Roma, el prior de Taizé escribe: “Ruanda ha sufrido mucho. La memoria y las heridas están vivas. Pero el país se levanta. Admiramos a aquellos que son portadores de compasión y curación, por ejemplo, haciéndose cargo de huérfanos como si fueran sus propios hijos”.
Ruanda presente
La situación de Ruanda ha estado en el trasfondo del encuentro de Roma y ha marcado hasta las situaciones más duras. En la meditación del domingo, el hermano Alois insistía: “Después de Kigali, con dos de mis hermanos, hemos ido a Goma, en Kivu Norte, justo en el momento en el que las revueltas recientes hacían afluir a decenas de miles de familias desplazadas que habían conocido inmensos sufrimientos, a menudo completamente desasistidos. En Goma, en circunstancias excepcionales, hemos encontrado artesanos de la paz y testigos del amor. A causa de su fe, permanecen en pie en medio del caos, del miedo, del abandono. Vemos la imagen de una Iglesia que permanece como lugar de acogida, incluso cuando ninguna otra estructura funciona”.
Desde mi punto de vista, este ha sido el tono que hemos podido vivir en esta etapa de Roma: una Iglesia que permanece como lugar de acogida incluso cuando las dificultades pesan. Una Iglesia abierta que sugiere y muestra a los jóvenes itinerarios de solidaridad.
Si por las mañanas la vida se hacía en las parroquias, a las cuatro de la tarde se iniciaban los talleres. En el Oratorio Caravita consistía en un “Intercambio de experiencias e ideas con refugiados y voluntarios del Centro Astalli y del Centro Jesuita de Refugiados en Roma”. En la Piazza di San Bartolomeo, “Fueron fieles a Cristo hasta el final: descubrir a los mártires de nuestro tiempo”. En Santa Maria degli Angeli, “¿Cuál es el motor de un desarrollo sostenible? De la economía clásica a las exigencias de la sostenibilidad”
En Santa Maria in Aracoeli, “Crear empleo, cambiar mentalidades, luchar contra la cultura de la ilegalidad: encuentro con miembros de la asociación Gael de Calabria”. En San Pablo Extramuros, “La Iglesia no es un museo, sino un jardín que debe ser cultivado. Introducción y trabajo en grupo a partir de los escritos de los participantes en el Concilio Vaticano II”. En la Iglesia Metodista, “Duda y fe: ¿creer que Dios existe o creer porque Dios existe? Perspectivas bíblicas”.
Imposible enumerar todos, pero los talleres desarrollados han conseguido que la realidad fecundara la búsqueda. Una manera de invitar a los jóvenes a una nueva solidaridad.
El Circo Máximo fue en esos días un río de jóvenes a la hora de distribuir las bolsas preparada para comer, en ese mismo lugar o en otros, incluida la Plaza de San Pedro tras la oración con el Papa. Especial importancia han tenido los momentos de oración en las parroquias y en las basílicas: San Pablo Extramuros, San Pedro, San Juan de Letrán, Santa Maria in Aracoeli, Santa María Mayor o San Ignacio.
En la Plaza de San Pedro, la oración fue presidida el 29 de diciembre por el propio Benedicto XVI, quien que tras el salmo 97 (98) rezó esta oración del fundador del Taizé, el hermano Roger: “Oh Dios, te alabamos por la multitud de mujeres y hombres, jóvenes y niños que, como la Virgen María, buscan ser testimonio de paz y fe sobre la tierra. Llénanos de tu Espíritu de misericordia y perdón, para ser fermento de reconciliación en toda la familia humana”.
El Papa estuvo situado en un lateral durante toda la oración. En el lugar central, presidía la oración una gran cruz pintada por un hermano de Taizé. Muchos de los casi 50.000 jóvenes congregados en ese momento en la Plaza de San Pedro no eran católicos, sino ortodoxos y protestantes. Estaba también presente Margo, la niña que, portando una vela encendida, prendió la luz en las candelas que sostenían los hermanos de Taizé. Margo es hija de Marie, aquella niña enferma que en su día la beata Teresa de Calcuta había confiado al hermano Roger para que pudiera cuidarla en Europa.
Vivir reconciliados
En el saludo del prior de Taizé al Papa, Alois le recordó que estaban allí presentes jóvenes “de toda Europa, también de otros continentes, de pertenencias confesionales diversas. Lo que nos une es más fuerte que lo que nos separa: un solo bautismo y una misma Palabra de Dios nos unen. Hemos venido esta tarde a celebrar junto a usted esta unidad, real incluso cuando no esté totalmente realizada. Mirando juntos hacia Cristo, ella se hace más profunda.”
Le recordó también que “las separaciones entre los cristianos son un obstáculo para la transmisión de la fe”, y que muchos, inspirados en el testimonio del hermano Roger, “quisieran anticipar la reconciliación (…) viviendo ya reconciliados”.
Terminó su intervención el prior entregando a Benedicto XVI el obsequio de un cesto ruandés con semillas de sorgo, sugiriendo que podrían ser plantadas en los jardines del Vaticano, como semillas de esperanza de parte de los jóvenes africanos: “La gran vitalidad de estos jóvenes cristianos es una promesa para el futuro de la Iglesia”.
En la respuesta de Benedicto XVI al saludo del superior de la comunidad de Taizé, entre otras cosas, señaló: “Les aseguro el compromiso irrevocable de la Iglesia católica para proseguir con la búsqueda de caminos de reconciliación para llegar a la unidad visible de los cristianos. Y esta tarde quiero saludar con un afecto del todo especial a cuantos, entre ustedes, son ortodoxos o protestantes”.
Para terminar, dijo Benedicto XVI: “Con su atención a una más equitativa repartición de los bienes de la tierra, con el compromiso por la justicia y por una nueva solidaridad humana, ustedes ayudarán a cuantos les rodean para comprender mejor cómo el Evangelio nos conduce al mismo tiempo hacia Dios y hacia los demás”.
Esta Peregrinación de Confianza a través de la Tierra continúa. Con algunos hermanos de la comunidad y un centenar de jóvenes de toda Europa, celebraron la Epifanía junto a Bartolomé I, Patriarca ecuménico de Constantinopla y las diferentes iglesias de Estambul.
Este año de 2013, Taizé propone a los jóvenes Ahondar en las fuentes de la confianza en Dios. Durante estos años, Taizé ha buscado cómo poner en práctica llamadas a una “nueva solidaridad” que movilicen las energías de los jóvenes, sus intuiciones y experiencias. Con todo ello, en agosto de 2015, se desarrollará en la colina de Taizé (Francia) el Encuentro para una Nueva Solidaridad.
Tomado del nº 2.831 de Vida Nueva.
Saludo de hermano Alois a Benedicto XVI y respuesta del Papa
Fotos